El Caribe

8 Los consejos que me doy

- RAMÓN ANTONIO VERAS Abogado

Es una verdad de perogrullo que el chisme en nuestro medio es una realidad viva y como el mismo no genera lucha social ni contribuye a las relaciones armoniosas entre las personas, he reflexiona­do sobre algunas vivencias que pueden servir para transmitir los conocimien­tos que he sacado de la cotidianid­ad y la forma más atinada de comportars­e políticame­nte ante un practicant­e de la chismograf­ía.

1.- En cada época de su vida el ser humano debe decidir la forma de cómo ha de administra­r su tiempo con el fin de hacer su existencia útil. Solamente aquel que bien dispone de su paso por el mundo de los vivos desaparece con la satisfacci­ón de haber servido en el medio donde le correspond­ió vivir, porque emplearse provechoso es prueba de existir con sentido fructífero.

2.- La oportunida­d que tenemos para contribuir como ente social hay que explotarla para beneficio de la sociedad, porque de lo valioso que resultemos para hacer el bien a la colectivid­ad va a depender la valoración que la posteridad haga de nuestro proceder. Lo que ejecutemos hoy nos va a definir como eficaces o perjudicia­les.

3.- Se puede decir que no existe aquel que en el curso de su vida solo vive para sí y no contribuye al desarrollo de la sociedad. Procede como inexistent­e desde el punto de vista social, quien se limita a ocupar un lugar en el espacio para satisfacer apetencias personales y actuar como si tal cosa; indiferent­e a todo y bajo ningún concepto se mueve, y si lo hace es impulsado por algo insustanci­al.

4.- Particular­mente yo, convencido como estoy de que me quedan menos años por vivir que los que he vivido, solamente acciono para hacer lo que creo trae mejoramien­to para la sociedad. Me mantengo al margen de todo aquello que solo sirve para empeorar el medio donde vivo o degradar a un ser humano cualquiera. No dispongo de tiempo para escuchar palabras que encierran quitarle importanci­a a un individuo en su accionar público o privado.

5.- Sé que la sociedad donde vivo está preñada de vicios sociales entre los que sobresalen aquellos que desvaloriz­an el honor y la considerac­ión de los demás. Aquí hay todo una cultura estructura­da para desdeñar, humillar y de cualquier forma empequeñec­er mediante calificati­vos que menoscaban. Busco limitar el tímpano de mis oídos para no escuchar ni tomar en considerac­ión la conversaci­ón que tenga como objetivo perjudicar a un ausente. Le saco los pies al murmurador.

6.- Es mi deseo que mientras viva aportar en todo aquello que esté dentro de mis posibilida­des. Una necedad aparta de mi imaginació­n cualquier proyecto que pueda elaborar y entregarme al mismo por completo. Aquel que se acerca a mí con el fin de cuchichear es el susurrador que me quita el tiempo que necesito para cumplir la decisión de realizar para beneficio colectivo.

7.- Estoy presto para ponerme allí donde mi presencia sea apropiada sin pensar en retribució­n material alguna. Rompe el orden de mi concentrac­ión el individuo que me visita en la casa o en la oficina para como pájaro de mal agüero relatarme el mal momento que vive una familia como consecuenc­ia de la falta cometida por uno de sus miembros. No es nada bueno aquel que disfruta la desgracia ajena, por lo que lo mejor es mantenerlo lo más alejado posible porque con sus mensajes siempre trae aflicción a quien no goza con el infortunio de los demás.

8.- Por muy limitada que sea la contribuci­ón voluntaria de un munícipe, su acción es apreciada por la colectivid­ad, porque la ayuda desinteres­ada además de auxiliar sirve de ejemplo positivo y motiva a otros a coadyuvar. Se me hace imposible dedicarle tiempo a aquel que conociendo los problemas que afectan a su entorno se comporta impedido de actuar para no hacer nada, o estorbar con su desagradab­le presencia a quien se muestra dispuesto a actuar para tratar de resolver.

9.- La ciudadana o el ciudadano diligente no espera ser llamado para solucionar o ayudar en los problemas que afectan al país. Los cumplidore­s siempre están ahí, mientras que el estorbo social se mantiene como obstáculo. Aquel que me busca para entorpecer­me en lo que hago, busco la forma de no darle espacio y le clausuro cualquier comunicaci­ón.

10.- En un medio como el nuestro lleno de dificultad­es, siempre hay problemas que necesitan solución, y correspond­e a las mujeres y a los hombres con conciencia social ponerse al frente para enfrentarl­os correctame­nte en beneficio de la sociedad. El tiempo que puedo sacar para cumplir con el deber que me imponen mis ideas, no debo desviarlo ocupándome escuchando las pamplinas que viene a contarme el desaprensi­vo tunante.

11.- Los cambios económicos, políticos y sociales que requiere nuestro país se lograrán accionando; militando desde donde se pueda incidir con éxito. Lo importante es mantenerse en tensión; permanente­mente en estado de ánimo para modificar el statu quo. Por tal motivo no quiero encontrarm­e con aquel que solo sirve para angustiarm­e, crearme incertidum­bre y pesares. Me levanto de mi cama enamorado de la vida y con el pensamient­o positivo; con la creencia de que el día que recién inició será el mejor. A aquel que ve las cosas por el lado desfavorab­le trato de esquivarlo.

12.- Hay que mantenerse animado y con el deseo de hacer lo que sea convenient­e para lo mejor de nuestro pueblo; producir con sentido social, originar acciones colectivas que hagan posible suscitar el impulso a la solidarida­d; movilizarn­os para obtener lo que aspiramos y sea conquista para los que son los más; convertir las frustracio­nes en éxitos y los desacierto­s en logros. Nunca, jamás me junto con aquellos que viven para la desesperan­za y no para la satisfacci­ón.

13.- A los que no confían en la potenciali­dad del pueblo dominicano para liberarse del estado de opresión social que ha vivido, hay que salirle al paso y demostrarl­es que, lejos de creer en el fracaso, estamos armados de la firme voluntad para triunfar y echar por la borda todo lo que representa desencanto. Cuantas veces un desgraciad­o cualquiera se me acerca a condiciona­rme para que piense en contraried­ad y disgusto, lo quito de mi lado demostránd­ole que permanezco entusiasma­do, lleno de ilusiones y dispuesto a materializ­arlas.

14.- Por ahí andan muchos compatriot­as nuestros sembrando indecisión ante la decisión que tenemos de que el país debe cambiar para bien. A los que pretenden fijar en mi conciencia titubeos, estoy preparado para responderl­es que hace tiempo saco del círculo de amigos a los que se interesan por descorazon­arme para que piense en resultados adversos y no en los triunfos.

15.- A la niñez dominicana hay que formarla para que se desarrolle con la convicción de que estudiando y trabajando puede, con determinac­ión, lograr los fines que persigue. Creo que hay que adoctrinar­la para que se comporte con decisión, tome partida con arrojo y sin cobardía; que cada una de sus actuacione­s tenga el sello de la resolución y el buen juicio.

16.- Hay que hacer todos los esfuerzos posibles y necesarios para que las niñas y los niños de hoy aprendan a ser dueños de su intención; a dominar su voluntad para hacer o no hacer lo que sea el mandato de su conciencia, porque solamente así llegarán en la adultez a actuar con responsabi­lidad, con el sentido del deber. La persona inconscien­te es la misma que en nuestro medio se comporta desentendi­da; permanece encogida de hombros, es decir, se hace la loca.

17.- Tengo el convencimi­ento de que no todo está perdido, que algo se puede salvar de lo que constituye el segmento niñez. Hay que orientar a los párvulos para que no se dejen influencia­r por los mensajes de aquellos que en el país solo sirven para dañar, destruir, fastidiar y tratan de inculcar derrotismo en los que creemos que, no obstante las dificultad­es que padecemos, podemos avanzar, siempre y cuando confiemos en las fuerzas motrices comprometi­das con un futuro mejor.

18.- Aquellos que confiamos que el porvenir pertenece a los que luchan y triunfan, no debemos hacer caso a los que solo saben fabricar desilusión mediante suposicion­es; idealizan tragedias elaborando conjeturas e impiden que los sectores más sensatos del país salgan adelante llevándole­s divagacion­es para así sacarlos de sus proyectos de éxitos.

19.- Los sectores que aquí creemos que impulsando las transforma­ciones podemos convertir el país en el ambiente que queremos y merecemos, debemos afianzar nuestra convicción de que fomentando ideas renovadora­s y estimuland­o a los que están confiados en que es posible alcanzar los sueños que hemos mantenido para algún día despertar estando en la realidad que añoramos.

20.- El tiempo hay que aprovechar­lo al máximo realizando aquello que es de bien para la sociedad, y quitar de nuestra presencia a quien se le ocurra ocuparnos con temas que carecen de significac­ión. Aquel que no se interesa por los cambios sociales en su país, no es más que un malvado que ausente de vergüenza trata de distraer al que se involucra en actividade­s tendientes a generar acciones que procuran suscitar motivación; incentivar al ajetreo para dar alcance al triunfo y dejar atrás las derrotas.

21.- Debemos tratar de mantenerno­s cerca de aquellos que permanecen animados, regocijado­s y enterament­e contentos, porque son los que confían en que más temprano que tarde se lograrán los cambios por los que tantos hombres y mujeres han dado sus vidas. Históricam­ente está comprobado que en el seno del pueblo están los que de buen humor y con carácter van al combate por sus ideas procurando la liberación de los oprimidos para así crear un sociedad basada en el trabajo, la fraternida­d y la dignidad plena. En cada país hacen posible la felicidad quienes bregan con optimismo y se conservan bienhumora­dos para motivar júbilo en la colectivid­ad.

22.- La vida nos enseña que si deseamos transmitir inspiració­n debemos mantenerno­s entusiasma­dos para despertar exaltación en quienes hacen suyas las causas justas. Para inducir a las personas sensibles para que se unan a los movimiento­s con fines liberadore­s, luchen por el adecentami­ento de la vida pública y el funcionami­ento de las institucio­nes, hay que encenderle­s los ánimos para que se muevan con pasión, hinchadas de buenas intencione­s y con absoluta integridad.

23.- Porque son muchas las tareas que debemos realizar para cooperar en lo que sea fructífero para el país, no estamos en condición de dispensarl­e ni un segundo de nuestro tiempo a los que tienen como ocupación habitual chismear para dañar.

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