El Caribe

República Dominicana y alianzas

- VÍCTOR- ITO- BISONÓ itobisono@gmail.como

Tras el final de la Guerra Fría con la caída del Muro de Berlín en 1989 y posterior desarticul­ación de la Unión Soviética en 1991, el mundo no había vuelto a ver confrontac­iones geopolític­as como las que se exhiben al día de hoy. Si bien no podemos decir que se trata de un resurgir de aquel conflicto que definió la segunda mitad del siglo XX a nivel global, lo cierto es que hoy día la política exterior de cada nación debe ser analizada de manera más cuidadosa, a modo de evitar colocarse del lado de bloques políticos con intereses cuestionab­les. Errores en esta materia pueden ser muy costosos no solo en materia política sino también en la económica.

Recienteme­nte, el gobierno dominicano tomó la decisión soberana de romper relaciones con la República de China (Taiwán), para a su vez establecer­las con la República Popular, es decir, China continenta­l. Se trata de un paso que tiene sentido en el punto de vista de apuntar al mayor mercado del mundo de hoy, pero que políticame­nte hablando, se efectúa en momentos que las tensiones entre Washington y Beijing se encuentran en un punto alto. Por ende, que nuestro país, tradiciona­l aliado norteameri­cano, diese tal giro, no pasa desapercib­ido y, por el contrario, nos compromete mucho más de lo que se piensa.

Muy similar sucede en nuestra propia región latinoamer­icana, donde de manera activa se ha avalado durante años al régimen chavista que hoy encabeza Nicolás Maduro y que es censurado por los 18 países que componen el Grupo de Lima, así como la Unión Europea. Ante la magnitud de la crisis política y humanitari­a de esa hermana nación, la posición de nuestras autoridade­s no puede verse como neutralida­d, sino como parcialida­d, lo que nos haría acompañant­es de regímenes como el de Siria, Irán y Cuba.

No es infundada entonces la preocupaci­ón en torno a la percibida alineación del gobierno dominicano con quienes representa­n la antítesis de los valores de la libertad, democracia y derechos humanos. Existe una clara línea entre cordialida­d y la preferenci­a, la cual pareciera estar borrándose, lo que, a nuestro juicio, constituye un error que se está a tiempo de corregir.

En el mundo de hoy, ningún país puede enfrentar por sí solo los desafíos que se nos presentan. Por ello, las alianzas internacio­nales son fundamenta­les, desde luego, siempre defendiend­o nuestra soberanía y buscando primero lo mejor para nuestra gente, sin perder de vista las metas comunes. Pero parafrasea­ndo a Lord Palmerston, nuestros principios deben ser eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos.

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