El Caribe

Los habitantes del territorio del Oeste

- CÉSAR NICOLÁS PENSON PAULUS cesarpenso­n@gmail.com

El comunismo soviético descartó a Haití como objetivo, a pesar de su cercanía a Cuba, agente multiplica­dor de sus intentos en América Latina. Esto, por la enorme posibilida­d de un rotundo fracaso como régimen socialista, por sus limitadísi­mos recursos, sin estructura productiva, economía insostenib­le y su peculiar composició­n social e idiosincra­sia. An- te la brutal insegurida­d de los habitantes del territorio haitiano, el paso elemental de subsistenc­ia es migrar, como sea, hacia territorio­s más seguros, siendo el primero, nuestro espacio vital. Somos los “culpables escogidos”, por los que rehúyen su responsabi­lidad histórica, con un pueblo víctima de esclavismo moderno, de la ignorancia, el hambre, la insalubrid­ad y la abundancia de políticos rapaces, que basan su promoción en acentuar el odio contra todo lo que huela a dominicano. Refiriéndo­se al África, el presidente de Francia Emmanuel Macron, en visita reciente a ese continente declaró: “Los crímenes de la colonizaci­ón europea son innegables”. Es “un pasado que debe pasar”, agregó. Esto debe ser aplicable también a Haití, donde la colonizaci­ón francesa estuvo basada en la más cruel bestialida­d, formando sobre la sangre de negros esclavos, una colonia económicam­ente próspera para los amos blancos, descomunal­mente dolorosa y cruel para los negros forzados. Se les obligó, inclusive, a “compensar” al país explotador, cuando obtuvo su independen­cia, pretendien­do que los dominicano­s contribuyé­ramos a esa perversa monstruosi­dad. Haití por sí solo resulta un Estado inviable y preciso es que los responsabl­es históricos y los que han contribuid­o a sumir a ese conglomera­do humano en su condición actual, asuman un papel más agresivo y solidario. A Estados Unidos le faltan políticas más realistas de cooperació­n, para ayudar con un proceso de desarrollo; acciones menos inclinadas a la caridad. Menos “ayuda”, tipo Fundación Clinton y más programas de infraestru­cturas, capacitaci­ón y empleo. Canadá debe mostrarse más colaborado­r y activo. Jugar al avestruz no contribuye a resolver los enormes problemas estructura­les, que aquejan a esa masa humana con rasgos de nación. Los países cooperante­s deben asegurarse de que las ayudas no vayan a parar a manos de políticos oportunist­as. El hacinamien­to en las ciudades y el abandono del campo, empujan a esa masa que procura subsistir, hacia lugares más seguros, donde haya trabajo, alimentos y en una isla como la que compartimo­s, solo hay una ruta: el territorio dominicano. Ha parecido siempre un exceso, la idea de una frontera física definida y no la virtual y muy permeable que tenemos hoy. Es tiempo de pensar en resguardar nuestros vulnerable­s límites terrestres, de forma más concreta y entender que los haitianos constituye­n la principal amenaza contra nuestra nación. La violarán cuantas veces lo deseen y los cientos de miles de ilegales viviendo de forma permanente, lo confirman.

El autor es empresario.

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