El Caribe

“La locución para mí es como un virus”

“El Monseñor de la Salsa” hizo historia como locutor especializ­ado en la salsa, en los años en que el género musical alcanzó los más altos niveles de popularida­d

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RAFAEL ALONSO RIJO

AHugo Adames, “El Monseñor de la Salsa”, la vocación por el buen hablar le llegó desde que era apenas un niño de tres años. Su padre, don Leopoldo Adames, le contaba, en vida, que una tarde llegó a la casa y lo encontró detrás de la radio observando hacia el interior del aparato. Le preguntó qué hacía, y Hugo le dijo que buscaba al “hombrecito” que estaba hablan- do. Su padre le explicó por qué se oían voces en la radio, y le prometió que cuando creciera lo llevaría a la emisora; y cumplió la promesa: lo llevó a HIG 950 AM, donde el locutor Oscar Iglesias amplió las explicacio­nes, las que avivaron aún más su interés por el micrófono. Se define locutor por vocación, amor y pasión, al extremo de que afirma que si vuelve a nacer volvería a ser locutor. Han pasado más de cincuenta años de sus inicios y, dice, aún hoy en él vive la misma pasión del primer día, como si fuera un virus que no tiene cura. Recuerda que el nombre de “Monseñor de la Salsa” nació cuando en un programa de salsa que tenía en la emisora HIG 950AM, comentó que en el vespertino Última Hora apareciero­n en una fotografía dos obispos de la iglesia Católica que llevaban su nombre y apellido: monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito y monseñor Roque Adames. Y desde entonces se asumió como otro monseñor, pero de la salsa.

1. Carnet de locutor

A los 15 años logré que me aceptaran como “estudiante oyente, no oficial” de la escuela de locución Héctor J. Díaz de La Voz Dominicana y tuve

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