El Caribe

Farmacias del pueblo

- LEILA MEJÍA leila.mejia@gmail.com

El gobierno actual ha entregado 526 “farmacias del pueblo” distribuid­as en todo el país, con la finalidad de ofrecer a los pobres acceso a medicament­os esenciales e insumos sanitarios a bajo costo. Si bien es cierto que esta iniciativa, llevada a cabo en el cumplimien­to estricto de normas como la Ley General de Salud, resulta muy beneficios­a para una parte de la población dominicana, no menos cierto es que no es suficiente en relación con todo lo que hace falta en el país para resolver el poco acceso que aún tienen muchos dominicano­s a ciertos medicament­os que son para ellos fundamenta­les.

Por ejemplo, existen en República Dominicana numerosas empresas con capacidad de fabricació­n y abastecimi­ento para el mercado local completo de casi cualquier tipo de medicament­os. Sin embargo, a un sector que nunca se le ha privilegia­do con incentivos particular­es, se le establecen por leyes y reglamento­s una serie de disposicio­nes excesivas que cada vez le imponen más trabas sin tomar en considerac­ión las consecuenc­ias que esto conlleva para quienes consumen medicament­os.

Además, está el problema de aquellos productos farmacéuti­cos que son muy ca- ros porque las empresas que los venden de forma exclusiva son titulares de patentes de invención que en la práctica en nuestro país confieren todas las ventajas de un monopolio. No obstante, ha obviado la Oficina Nacional de Propiedad Industrial (Onapi), que tiene a su disposició­n mecanismos como las Licencias Obligatori­as para autorizar que otras empresas, en circunstan­cias muy especiales establecid­as en la Ley de Propiedad Industrial, vendan los mismos medicament­os a precios significat­ivamente inferiores. En este sentido, una forma del sector público mostrar que la revolución en salud es una prioridad sería poner en marcha un plan de emisión de licencias en casos de interés público o incluso de emergencia nacional. Un ejemplo de un caso de este tipo lo constituye, sin lugar a dudas, la necesidad actual de poner a disposició­n de toda la población, a precios más bajos, los medicament­os ne- cesarios para tratar la hipertensi­ón arterial que está afectando a tantas personas.

Por otro lado, si el Ministerio de Salud Pública no ha sido muy eficiente en la prevención y lucha contra la falsificac­ión de medicament­os, la venta de muestras médicas adulterada­s y la venta de medicament­os vencidos, debe preocupar la alta vulnerabil­idad que tienen estas farmacias dirigidas a un público que por sus condicione­s socioeconó­micas ha sido históricam­ente ignorado. Por ello, se hace necesario que el Estado ofrezca ciertas garantías de seguridad a los consumidor­es que hasta ahora no ha podido ofrecer.

Este tema es sumamente delicado porque involucra el fundamenta­l derecho a la salud. Por tal motivo, debe prestársel­e mayor atención para que los planes que se ejecuten sean más efectivos que atractivos.

La autora es abogada.

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