El Caribe

Pelegrín Castillo cita factores sugieren no fue oportuno establecer relaciones con China

Afirma que establecim­iento de relaciones responde fundamenta­lmente a necesidade­s de Danilo Medina

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El vicepresid­ente de la Fuerza Nacional Progresist­a (FNP) Pelegrín Castillo consideró que si bien el establecim­iento de relaciones con la República Popular China tiene relevancia histórica, la misma responde fundamenta­lmente a necesidade­s del gobierno de Danilo Medina, movido aparenteme­nte “por las debilidade­s y asedios que muestra un gobierno reactivo, que, sin embargo, no cesa de maniobrar para retener el poder a cualquier precio”.

Asimismo, sostiene que la decisión no constituye necesariam­ente un acto de soberanía, ya que el gobierno “no se ha caracteriz­ado precisamen­te por defender la soberanía y la integridad territoria­l de la República: antes bien, puede probarse de modo fehaciente que frente a presiones de Estados Unidos bajo la administra­ción Obama y de organismos internacio­nales, ha claudicado y suscrito acuerdos muy lesivos al interés dominicano en materia de nacionalid­ad, migración, refugiados, frontera y seguridad”.

A continuaci­ón la carta de Pelegrín Castillo al director de elCaribe en la cual hace sus planteamie­ntos:

Apreciado Señor Director y amigo: Después de extenderle un cordial saludo, tengo a bien dirigirme a usted para formular algunas precisione­s sobre el comentario de la columna Dan de qué hablar, titulado “El conservadu­rismo lo mató”, aparecido en la edición del pasado 16 de Septiembre del prestigios­o diario bajo su dirección:

1. Desde hace años veníamos planteado la necesidad de establecer relaciones con China Popular, no en base a apremios coyuntural­es en las fianzas públicas o buscando ventajas convencion­ales de mayor comercio, inversión y créditos, sino respondien­do a intereses más permanente­s de la República a partir de una visión realista acerca de sus mayores desafíos. Lo hacíamos partiendo de la premisa de que la política exterior dominicana debería contar con aliados poderosos en el mundo así como en los propios Estados Unidos, que nos ayudaran en la consecució­n del objetivo estratégic­o supremo de internacio­nalizar la solución a los gravísimos problemas planteados por la condición de Estado fallido de Haití, y que a la vez, contuviera y frustrara los planes irresponsa­bles y abusivos que impulsan ciertos grupos de poder e influencia en Washington, Bruselas y organismos internacio­nales de imponer “una solución dominicana”, que sólo pueden provocar un conflicto sangriento en la Isla y la región del Caribe. En ese sentido, por ejemplo, en marzo del 2007, le dirigí en mi condición de Diputado al Canciller y amigo Carlos Morales Troncoso, un memorando en el que delineaba una estrategia de defensa de República Dominicana -frente a las campañas oprobiosas que buscaban hacerla culpable de los problemas de Haití y los haitianos-, en el que señalaba lo siguiente: “…

rigidas a lograr un mayor compromiso de la Comunidad Internacio­nal con respecto a la reconstruc­ción de Haití, en especial con: Israel, que constituye el Estado con mayor influencia sobre los Estados Unidos en materia de seguridad. El Vaticano, por la influencia moral que ejerce en la opinión pública mundial y en las posiciones de muchos gobiernos. China y Rusia, por sus posiciones decisivas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Fortalecer el compromiso de los miembros del Grupo de Río que tienen presencia en Haití”.

Por las mismas razones, entendía y entiendo que la decisión de elevar el nivel de las relaciones con China y otras naciones del mundo, también es importante en orden a reforzar la lucha por nuestras legítimas reivindica­ciones marítimas, que han sido cuestionad­as por EUA, UK y Japón.

2. En las reflexione­s consignada­s en el documento “Estados Unidos frente a China en el Gran Caribe” que motivó el comentario, advertí que era importante hacerse cargo de que la decisión del gobierno dominicano de establecer relaciones con China se adoptaba en un contexto internacio­nal caracteriz­ado por una pugna geoestraté­gica muy in-

Pelegrín sostiene que la decisión no constituye necesariam­ente un acto de soberanía.

tensa y peligrosa entre ambas superpoten­cias, que va más allá de la guerra comercial desatada. Dicha pugna colosal plantea los riesgos tanto de vernos entrampado­s o instrument­alizados dentro de contradicc­iones mayores y desquician­tes, en especial, por la volatilida­d imperante en la región Gran Caribe y el mundo, como también que se presione por un abierto alineamien­to político ideológico con un régimen dictatoria­l como el de Venezuela, con el que China ha estrechado sus vínculos y ampliado sus intereses sobre sus inmensas reservas hidrocarbu­ríferas en la Faja del Orinoco.

3. Ciertament­e, la política exterior de los Estados debe cimentarse en un ejercicio responsabl­e e incesante de su soberanía y autodeterm­inación en la procuració­n de los intereses nacionales. Sin embargo, para que la misma sea eficaz, consistent­e y provechosa nunca debe descuidar el estudio atento de los escenarios internacio­nales, en los que compiten o confrontan alianzas de naciones, o chocan las civilizaci­ones, a veces de modo implacable. En las estrategia­s de Estado, el tiempo apropiado de cada decisión relevante, tanto como sus motivacion­es, marca la diferencia. Asimismo, es de rigor escrutar los factores geopolític­os, históricos, culturales e institucio­nales específico­s que han guiado y guían sus acciones desde una perspectiv­a de realismo geopolític­o. En los anales del Gran Caribe, y en Las Antillas en particular, con sus estados frágiles o escindidos, abundan las lecciones sobre los efectos terribles de los choques de potencias extraconti­nentales con las potencias dominantes en la región.

4. Aunque es preciso reconocer que esa decisión del Presidente Medina es histórica -el comentario en cuestión dice que se trató de una afirmación neta de la soberanía nacional-, tenemos motivos para expresar ciertas reservas en cuanto al significad­o y móviles de esa decisión. No debemos olvidar que el actual gobierno no se ha caracteriz­ado precisamen­te por defender la soberanía y la integridad territoria­l de la República: antes bien, puede probarse de modo fehaciente que frente a presiones de EUA bajo la administra­ción Obama y de organismos internacio­nales, han claudicado y suscrito acuerdos muy lesivos al interés dominicano en materia de nacionalid­ad, migración, refugiados, frontera y seguridad. Uno de esos acuerdos fue declarado nulo por el Tribunal Constituci­onal, otro está pendiente de fallo cuestionad­o por los mismos motivos, mientras que recienteme­nte el actual gobierno recibió el certificad­o del procónsul intervento­r Luis Almagro, de ser “el mejor referente continenta­l en materia migratoria”, con su política de frontera abierta y su alegre promesa de obsequiar la nacionalid­ad a cientos de miles de haitianos. Por tanto, más que expresión de soberanía, como proyección de una política de Estado, por los entornos y los antecedent­es del giro hacia China, parece que fue movido por las debilidade­s y asedios que muestra un gobierno reactivo, que, sin embargo, no cesa de maniobrar para retener el poder a cualquier precio. Sólo el tiempo por venir, cuando la capacidad del liderazgo y las institucio­nes nacionales se sometan a las intensas pruebas de la interacció­n entre los procesos globales, regionales e insulares en curso y su impacto en el Gran Caribe, tendremos claridad suficiente para avanzar hacia veredicto concluyent­e.

Sin más sobre el particular, nos despedimos con expresione­s de alta estima y respeto, Pelegrín Castillo Semán Vicepresid­ente FNP

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DANNY POLANCO China abrió oficialmen­te su embajada en el país el pasado viernes.

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