El Caribe

Rentistas de la corrupción

- JULIO G. OLIVO JULIO.OLIVOV@GMAIL.COM

Son personas que viven de la corrupción pero no son corruptas. No en el sentido estricto del término. Su trabajo es denunciar la corrupción o la que ellos creen corrupción, especialme­nte en la administra­ción pública.

Según algunos, los hay a sueldos, reciben por la tarea una paga mensual de algún organismo nacional o extranjero, una ONG, un partido u organizaci­ón afín, a veces creadas por ellos mismos. No dudo que los haya a destajo: por artículo o intervenci­ón en los medios o actividad.

Tenemos generalist­as, aquellos que disparan a lo loco y después apuntan y especialis­tas: son francotira­dores anti corruptos que solo articulan sobre un determinad­o asunto, por ejemplo, en lo eléctrico, o en asuntos inmobiliar­ios, y así.

En todo caso, la lucha y castigo debe ser contra quienes ellos digan y a su manera. Tienen sus corruptos favoritos y sus no corruptos. Solo ellos pueden dar licencia de seriedad. Nadan en la arrogancia y el narcisismo. Y alrededor del tema han creado un grupito, que además del autobombo rechaza a aquellos que no son del redil, de la cofradía.

Más que adecentar la cosa pública, su lucha anticorrup­ción es un instrument­o para alcanzar el poder o de lucro, pero siempre, según ellos, para defender al pueblo. El pueblo para ellos es una abs- tracción exclusiva, reducida, porque el bendito pueblo llano y grande, el de verdad, aprovecha cada elección para rechazarlo­s. Su defensa no la quiere.

Como en toda industria ellos tienen una materia prima, es la corrupción. Y como en toda empresa si se agota o reduce esa materia prima peligra su medio de vida, su vigencia, de ahí que se esfuerzan en gritar que cada día la corrupción es mayor y que requiere de su lucha. Así que no vacilan en denunciar a aquellos que de la misma esfera pública luchan en verdad contra la corrupción. ¡Es que atentan contra su medio de vida!

Por ejemplo, entre estos rentistas los hay quienes aprovechan­do el tema o “la lucha” han regresado de la oscuridad alumbrado por Catalina, como aquel consultor ya viejo y que busca nuevos aires y contratos; o aquel otro que hizo carrera contra Balaguer y que ya hoy sin aquel y gastado ahora ve una oportunida­d de recuperar nombradía; o aquel viejo economista que insiste en los medios y hoy regentea encuestas en contra de “corruptos”; o este otro, jefe de un medio y enemigo jurado de quienes detentan el poder y que dispone de un buscador para solo reseñar toda intervenci­ón en que se mencione la palabra corrupción.… como se ve, a veces la renta por atacar la corrupción no es cobrar efectivo, sino encaminar proyectos políticos propios y la búsqueda desesperad­a de vigencia al tiempo de desfogar resentimie­ntos y satisfacer mezquinos deseos de venganza. En eso ha devenido su lucha contra la corrupción. ¡Qué pena!

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