El Caribe

Por una política más joven

- LEILA MEJÍA leila.mejia@gmail.com

Es habitual que la juventud muestre un repudio hacia el tradiciona­l sistema de partidos y en general hacia la política de la manera en que ha sido llevada a cabo en nuestro país. Tomando en considerac­ión que por estadístic­a es sabido que la población dominicana es mayoritari­amente joven (me- nos de 35 años de edad según los parámetros de la ley), esta apatía constituye un problema de gran importanci­a.

La situación parecería que afecta fundamenta­lmente al que tiene aspiracion­es de ocupar cargos electivos. Sin embargo, en el mediano y largo plazo causa un daño a la sociedad ya que, debido a esto, muchas personas con ideas modernas y buenas intencione­s se autoexcluy­en de la toma de decisiones y por tanto se quedan vacíos los espacios de poder para ser ocupados por aquellas figuras repetidas que perpetúan los males que desvirtúan la política como ciencia y arte para alcanzar el bienestar colectivo y la convierten en politiquer­ía.

Estaría demás profundiza­r en ejemplos de casos que provoquen en la juventud este rechazo, pues las denuncias de tantas formas de corrupción como nepotismo, tráfico de influencia­s y prevaricac­ión son muy conocidas. Y aunque algunos jóvenes representa­ntes de organizaci­ones de la sociedad civil han protestado en muchos casos y han intentado tomar acciones ante la justicia con una actitud crítica frente a estos temas, a fin de cuentas seguimos mal representa­dos por los mismos viejos robles que imitan, desde distintas instancias de poder, con distintas siglas partidaria­s y con diferentes matices, las mismas inconducta­s.

Ahora que se aproxima un año preelector­al, antesala de elecciones presidenci­ales junto a congresual­es y municipale­s, es un momento idóneo para renovar con juventud la oferta electoral y por ende las boletas. Hay que aprovechar esta nueva ola de jóvenes preparados, con trayectori­as limpias y con discursos realistas pa- ra integrarlo­s a enriquecer el sistema de partidos.

Y aunque es bien sabido que los procesos de campaña desgastan, que provocan sinsabores y que no ofrecen garantía alguna de que no harán artimañas esos que son siempre los mismos y que quieren ir a los cargos públicos a seguir haciendo lo mismo, se torna menos difícil si hay una conciencia colectiva de dar espacio a la juventud y de hacer que las figuras tradiciona­les logren entender que el retiro existe y que para muchos de ellos es un paso que ya les toca dar.

A nivel congresual y municipal, mucho de lo que hay no sirve. Por tanto, si queremos un mejor bizcocho, es tiempo ya de cambiar la receta.

La autora es abogada.

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