El Caribe

Los niños indigentes de RD

- CARLOS NINA GÓMEZ carlosnina­gomez@yahoo.com

Sé, y no es un cumplido propio de la diplomacia periodísti­ca o de índole política, que al escribir el presente artículo no espero ninguna reacción positiva. Es decir, que aunque en todos los estratos de la sociedad dominicana se conoce -al dedillo, como suelen decir los españoles- la realidad que abate a cientos de miles de niños harapiento­s, indigentes y arropados por la pobreza más extrema, no se les hará caso a los argumentos aquí expuestos.

Pero, tengo que remachar respecto al dramático caso. Porque la humana, creo, así lo exige.

Además, es necesario que en República Dominicana aparezcan algunos “samaritano­s” - que quizás lo hayan, principalm­ente en organismos del Estado- que vayan en auxilio de esa niñez infeliz y olvidada.

Hace unos meses escribí del espinoso tema. Porque hay que insistir sobre esta dramática situación que viven los llamados “niños de la calle”.

Precisar que es una realidad que afecta a la mayoría de los países de América Latina y la región del Caribe.

Pero mientras esa niñez harapienta, indigente, sin ninguna protección, sigue latente en este Tercer Mundo, por estos mismos lares contamos con súper millonario­s, que disfrutan de abundantes fortunas. De sus sólidas arcas nada aportan para la protección de esos infelices niños y adolescent­es.

No obstante, resaltar que el Fondo de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (UNICEF), organismo creado para protección de la niñez, no frena su lu- sensibilid­ad cha en favor de ese amplio segmento del universo.

En República Dominicana tenemos entidades que hacen grandes esfuerzos para esa misma niñez olvidada tenga alguna esperanza, especialme­nte en las áreas de la educación, alimentaci­ón y salud.

La UNICEF, sobre los niños que vemos en calles y avenidas, explica: “Niños de la calle son aquellos que están relacionad­os con algún tipo de actividad económica, que va desde la mendicidad a la venta modesta. La mayoría de ellos vuelve a casa de pujar metal al final del día y contribuye con sus ingresos a la economía familiar. Ocasionalm­ente pueden asistir a la escuela y normalment­e mantienen cierto sentido de comunidad familiar”.

El CONANI, creado para darles protección a los niños huérfanos e indigentes, que ni siquiera tienen ni dónde dormir, también busca hacer menos calamitosa su triste estatus social.

Hay que reclamarlo con firmeza: En nuestro país se necesita que a esos niños indigentes se les ofrezca la indispensa­ble protección.

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