Aún así dudamos
Cada vez que algún obstáculo aparece en nuestro camino, el pesimismo y la sensación de que todo está perdido, nos impide darnos cuenta de todos los recursos de que disponemos, no sólo para vencer ese obstáculo, sino cualquier otro que pretenda retrasarnos.
No importa cuántas veces antes, nos hayamos repuesto de las situaciones más terribles, siempre que se presentan, nuestra reacción es la misma: Darlo todo por perdido.
Confiamos en todos, menos en nosotros mismos.
Apostamos al éxito de otros, estamos tan seguros de que ellos lograrán todo aquello que se propongan, como lo estamos de que para nosotros será imposible. No confiamos en nosotros, no nos creemos capaces de alcanzar una meta y por lo tanto, no nos atrevemos, ni siquiera a soñar.
No existe nadie menos confiable e incapaz que uno mismo.
Dudamos de nuestras capacidades, talento, fuerza, coraje, fortaleza. Dudamos de nuestra inteligencia, de nuestra, a veces descomunal, fuerza interior. No creemos en nuestra resistencia.
Aún después de mil caídas y de habernos puesto de pie otras mil veces más, dudamos si podremos volver a levantarnos cuando nos volvemos caer.
Sin importar cuantas veces hayamos vencido, ante cada nueva batalla, la duda y el temor anulan nuestras defensas.
Dudamos siempre. No importa cuántas veces hayamos ganado, eso no tiene nada que ver.
No nos creemos capaces de nada, aun cuando podemos contar cientos de experiencias que ponen de manifiesto nuestra extraordinaria resistencia, que dejan al descubierto nuestro espíritu fuerte y voluntarioso.
Dudamos, dejamos que el miedo y la desconfianza se adueñen de la situación, dejándonos incapaces de reaccionar, impidiéndonos pensar con claridad.
Nos morimos en la víspera. Nos sentimos derrotados antes de comenzar la batalla.
Somos sordos y ciegos. No escuchamos a aquellos que nos aman, a esos que creen en nosotros, aquellos que ven en nosotros las virtudes y cualidades, que uno mismo jamás podrá ver.
Dudamos, pero al menos, aún llenos de temor e inseguridad, lo intentamos y cuando logramos nuestro objetivo, siempre somos los más sorprendidos.
Siempre dudaremos, sin importar las dimensiones de nuestras hazañas, ni el tamaño de las pruebas superadas.
Aun así dudamos, aunque sólo hayan pasado horas, después de haber logrado lo que se creía inalcanzable.