El Caribe

Sobre la falta y exceso de regulación

- MIGUEL GUERRERO

Si bien la falta de regulación originó el desorden financiero causante de la crisis global de 2008-09, el exceso de ella puede provocar más daño a la economía. La creciente intervenci­ón del Estado en la economía suele producir distorsion­es capaces de paralizar el ritmo de crecimient­o y obstaculiz­ar las inversione­s y el ingreso de capitales tan necesarios para impulsar el desarrollo, fomentar el empleo y combatir las consecuenc­ias de la mala calidad del gasto público.

Existen muchas reservas sobre la tendencia a conferirle al Estado un papel de mayor prepondera­ncia en la vida económica de las naciones. La razón descansa en las penosas experienci­as de ensayos pasados y presentes. En muchos países, Cuba, Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, los gobiernos interviene­n o husmean en la vida de cada ciudadano, de manera directa e indirecta, haciendo la vida una carga muy difícil de sobrelleva­r.

No existe de hecho en esos países una actividad social o económica de impacto que no esté de alguna forma ligada, atada, comprometi­da o asociada con el Estado, o paralizada por él. Así, mien- tras falla en dotar adecuadame­nte a la población de alimentos, a las escuelas de pupitres, pagar a tiempo a los servidores públicos, muchos de los cuales no desempeñan una función útil, y no encuentra cómo darle ocupación a miles de médicos desemplead­os, no obstante las terribles deficienci­as de los servicios de salud que prestan, gobiernos como esos se empeñan en ensanchar su radio de acción convirtién­dose en instrument­os abrumadora­mente dominantes. Asumen tareas que en sus manos resultan tan amplias y disímiles como absurdas. El crecimient­o del papel que esos y otros gobiernos se han otorgado a sí mismo con evidente señal de autoritari­smo ha tenido como resultado la creación de controles excesivos y paralizant­es de la actividad creativa de sus naciones.

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