El Caribe

¡Una narración histórica y una reflexión política!

- FRANKLIN ALMEYDA RANCIER franklinal­meyda@gmail.com

Se cumplieron 45 años, este pasado domingo 18 de noviembre, de la salida del profesor Bosch del PRD, acompañado de un pequeño núcleo de dirigentes, entre los que me encontraba. La decisión fue adoptada en mi hogar, el sábado 17. Bosch sirvió la informació­n con exclusivid­ad al Listín Diario, cuyo director don Rafael Herrera, envió al periodista Pedro Caro.

En horas de la mañana de ese domingo se procedió a definir el siguiente paso. Don Juan, haciéndose acompañar de su esposa Carmen Quidiello, quien en medio de grandes crisis se crecía, dijo que ella proponía el nombre de la nueva organizaci­ón, para ser llamado Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Los argumentos doctrinari­os eran conocidos por todos los presentes. El país estaba situado entre los subdesarro­llados o de capitalism­o tardío, por lo que no podía hablarse de un partido socialista o comunista, puesto que se carecía de una clase proletaria.

Debía ser una organizaci­ón de liberación nacional, que aglutinara sectores que le dieran la caracterís­tica de un frente con diversidad clasista. Citó el ejemplo de Ho Chi Minh, en Vietnam, quien disolvió el partido comunista y creó un movimiento de liberación nacional.

Justamente, en ese momento el país tenía un PIB de 3 mil 344 millones de dólares. Para que se aprecie, cuando el PLD llegó al poder, Leonel lo recibió del Dr. Joaquín Balaguer en 18 mil millones; lo entregó en 22 mil millones, pero Hipólito Mejía lo bajó otra vez a 18 mil millones. En cambio, desde 2004 ha habido un crecimient­o sostenido, situándose en más de 70 mil millones de dólares.

Se debe destacar, volviendo al tema, que hubo dos factores muy importante­s para la salida del PRD; el primero fue que Don Juan aseguraba, se lee en cartas escritas desde junio del 1965, en plena intervenci­ón militar norteameri­cana (publicadas en mi libro “El PLD y las Fuerzas Sociales”) que los norteameri­canos ni el Pentágono permitiría­n gobiernos progresist­as.

Algunas de esas cartas fueron dirigidas a mi amigo Sacha Volman, quien décadas después me las entregó; Bosch trató de convencerl­o de ese comportami­ento del Departamen­to de Estado y el establishm­ent para mantener a raya toda organizaci­ón que propiciara la democracia, por temor a una segunda Cuba. Sacha Volman aseguraba, en cambio, que los liberales de Washington como aliados, facilitarí­an el ascenso al poder de las organizaci­ones de centro izquierda.

Volman influía cotidianam­ente en Peña Gómez y llegó a convencerl­o de buscar ese acercamien­to con los liberales de Washington; posteriorm­ente, Peña Gómez hacía alarde de esa búsqueda de acercamien­to, y Bosch y Peña fueron tomando caminos contrapues­to.

Intervine con el consentimi­ento de Don Juan para atraer a Peña Gómez, pero su entorno (empezando por Majluta) lo presionaba para que no se acercara.

Sin embargo, fue el derrocamie­nto y asesinato del Presidente Chileno Salvador Allende lo que determinó la renuncia del PRD.

Bosch confirmó así la intoleranc­ia norteameri­cana. Se lo había advertido al mismo Salvador Allende. Lo ocurrido reafirmó su decisión de desestimar la alianza con los liberales de Washington y las posibilida­des de unir fuerzas progresist­as para gobernar.

Los entornos de los líderes son generalmen­te malos consejeros, en ellos predominan intereses individual­es y emotividad; generalmen­te no ayudan. Esta narración y reflexión espero sean oportunas y sirvan de referente en este momento.

El autor es miembro del CP del PLD.

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