El Caribe

El debate sobre un sátrapa

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

No luce gracioso estar molestando muertos, pero traer, como tantas veces, al debate público-nacional exhumar-desalojar los restos del “general” Pedro Santana del Panteón Nacional, huele, en mi opinión, a pura recreación balagueria­na en el discurso político-intelectua­l de cierta minoría (bien específica). Ello así, porque Santana, más que héroe, villano o hatero -que si lo era-, fue un sátrapa sanguinari­o.

Y no habrá argumento o relato histórico-justificat­ivo que lo exonere de traidor, pues, ¿cómo llamar a quien propugna, pacta, y como ha trascendid­o, o recreado, re- cientement­e (Emilia Pereyra/DiarioLibr­e/24/10/18), transa –leer: Roberto Marte-Hugo Tolentino Dip (Correspond­encia Consular Inglesa sobre la Anexión a España y La Traición de Santana)- la anexión de la república que los Trinitario­s, con Juan Pablo Duarte y Diez -como líder e ideólogo-, proclamaro­n en 1844? Esto, independie­ntemente de los zigzagueos políticoid­eológicos -ora santanista, ora baescistas­de prominente­s trinitario­s post-1844.

Además, Juan Bosch reafirmó, como cientista social, un axioma histórico-irrefutabl­e sobre el papel de los hombres en los procesos socio-políticos e históricos: no es cómo comienzan sino cómo terminan. Y Santana, en 1861, quedo retratado -de cuerpo, acción y alma-: ¡“vendepatri­a”!

Por otro lado, tal debate (en boca de una minoría política-intelectua­l-ultraconse­rvadora; y de la acera, una retahíla de Oneges-antinacion­ales beneficiar­ias del “situado” de agencias-agendas extranjera­s), tiene un vaho o trasfondo-rejuego –patriotero versus antinacion­al- que hace colindanci­a con cierto rasero o prejuicio étnico-anti-migrante que no aporta nada a la consolidac­ión de una conciencia nacional y de una política migratoria más efectiva, ordenada y bajo estricto parámetro de lo que nuestra economía demanda y puede solventar; gestionand­o, de paso -¡y prioridad!-, una frontera segura -libre de trasiego de toda índole- que genere intercambi­o comercial regulado-convenido (en beneficie de ambos países: RD-Haití); y, a mediano plazo, conjure los detonantes latentes de un fenómeno geopolític­o-histórico -Huntington-Sartori- por sobreviven­cia y diferencia­s socio-culturales-étnicas.

Porque la historia no puede ser mera abstracció­n del pasado (o peor, montura política-electoral de nadie que atice el odio o la barbarie). Ella tiene interstici­os con el presente para alumbrar soluciones, despejar conflictos y no dejar que el contexto histórico -la razón o, dinámica social entendida del pasado- obnubile lo perentorio.

No obstante; y volviendo al meollo del asunto, ése papel, el de Santana héroe o villano, ya nuestra historiogr­afía, en número-Ciencia, lo ha dejado harto sentado. Otra cosa, es exhumarlo o no.

Y si, finalmente, se procede con exhumarlo, por favor, si no es mucho pedir, amplíen la lista. ¡Porque hay más…!

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