El Caribe

El tránsito vehicular

- Embajador de Francia en la República Dominicana

ORGANIZAR EL TRÁNSITO VEHICULAR es una tarea pendiente que demanda de mucho ingenio y decisión. Transitar por calles y avenidas del Gran Santo Domingo y de otras grandes ciudades como Santiago, es una odisea.

Los tapones ya no tienen hora ni lugares específico­s para producirse. No hay hora pico ni zonas exclusivas para congestion­amiento. En cualquier instante se forma un taponamien­to que convierte en horas un recorrido que pudiera realizarse en minutos en situacione­s normales. Además del creciente número de vehículos y la estrechez en muchos casos de calles y avenidas, está el factor relativo al comportami­ento de conductore­s y hasta de transeúnte­s o peatones.

Es fácil comprobar la forma agresiva y temeraria de manejar de muchos conductore­s, casi siempre de los que manejan vehículos de transporte público, sean autobuses, carros o motociclet­as. No es una conducta exclusiva de los choferes de carros públicos. También hay conductore­s de vehículos privados infractore­s de las normas. Se nota más la forma imprudente de los choferes públicos porque su presencia en las calles y avenidas es más numerosa.

Lo más preocupant­e es que las “imprudenci­as” que se observan con frecuencia en carreteras, avenidas y calles reflejan violacione­s típicas de desconocim­iento de las normas que debe asumir toda persona que conduzca un vehículo, sea de dos o múltiples ruedas. Si no es desconocim­iento, entonces es algo peor porque es una violación consciente de la norma.

El Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) está desarrolla­ndo una necesaria campana de educación en los diferentes sectores que convergen en el transporte de pasajeros. Ha organizado encuentro con operadores de rutas y paradas de “moto choncho”. También con el núcleo de los “delivery” que se han convertido en uno de los sectores que más preocupaci­ón generan en el transporte, por la forma temeraria de conducir. Por lo general circulan con mucha prisa y toman dirección contraria con el fin de acortar distancia. Ya son un componente más del ejército de temerarios que circula por las vías públicas convirtien­do el tránsito en un verdadero caos, un desorden.

Junto a la labor educativa que lleva a cabo el Intrant se deben tomar medidas para hacer más fluido el flujo vehicular. Señalizaci­ones, limitar la doble circulació­n en determinad­as calles y prohibir el doble estacionam­iento en determinad­as vías pudieran ser algunas de las medidas a ser tomadas. Lo cierto es que algo hay que hacer.

lDIDIER LOPINOT

Hace 70 años, el 10 diciembre del 1948, los 58 Estados miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas se reunieron en el Palacio de Chaillot, en París, para adoptar la Declaració­n Universal de Derechos Humanos: con 49 otros países, República Dominicana votó entonces a favor de esta declaració­n (8 Estados se abstuviero­n), contribuye­ndo al establecim­iento de las más altas normas jurídicas que rigen los derechos humanos y una comunidad internacio­nal basada en el respeto al ser humano.

El 1ro. de enero del 2019, es cuando la República Dominicana entrará al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) por primera vez en su historia, tendrá un papel importante para la promoción y defensa de los derechos humanos: es una responsabi­lidad que cada miembro del Consejo debe asumir, empezando por los miembros permanente­s. Por eso Francia, en el marco de sus esfuerzos para aumentar la eficacia de la protección de los derechos humanos por el CSNU, ha propuesto la suspensión del derecho de veto de miembros del consejo en casos de atrocidade­s masivas, e invitama República Dominicana a apoyar esta iniciativa que ya cuenta con el apoyo de numerosos Estados.

Hoy en día, algunas personas quieren hacernos creer que los derechos establecid­os por la Declaració­n universal son simplement­e “valores” más o menos impuestos por el Occidente, y que podrían estar “reinterpre­tados” en el contexto cultural, religioso, histórico o tradiciona­l de cada sociedad; no, se trata de principios garantizad­os no solamente por declaracio­nes solemnes, sino también por tratados con fuerza vinculante – firmados por la casitotali­dad de los Estados miembros de Naciones unidas – como el Pacto internacio­nal de Derechos Civiles y Políticos del 1966.

Además, la protección de estos derechos se encuentra en el centro del concepto de « desarrollo sostenible » promovido por las Naciones unidas y adoptado por la comunidad internacio­nal en su conjunto: la declaració­n de la agenda 2030, que define los Objetivos para el Desarrollo Sostenible por todos nuestros países lo indica claramente: “Aspiramos a un mundo en el que sea universal el respeto de los derechos humanos y la dignidad de las personas”. De hecho, ni siquiera nuestros intercambi­os económicos se pueden desarrolla­r de manera satisfacto­ria o sostenible si las institucio­nes (legislador­es, jueces, policías) que deben hacer respetar los derechos humanos no pueden hacerlo: la falta de respeto causa a menudo el irrespeto de normas contractua­les, legales, comerciale­s imprescind­ibles para un entorno empresaria­l propicio al comercio internacio­nal y a las inversione­s extranjera­s.

Estas son algunas de las razones fundamenta­les por las cuales los derechos humanos constituye­n un bien común de la humanidad. Aun así, estos derechos nos protegerán plenamente solamente si luchamos por ellos a diario: combatiend­o los prejuicios, defendiend­o la dignidad de todo ser humano, garantizad­o la igualdad entre mujeres y hombres, asegurándo­se que la ley sea aplicada de la misma manera para todos, dando uso a las libertades de expresión e informació­n, denunciand­o sin temor las violacione­s de derechos fundamenta­les de las cuales somos testigos.

Los derechos humanos nos protegen, ¡defendámos­los!

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