Por nosotros mismos

ORGANIZACIONES SOCIALES, religiosas, organismos de protección, el liderazgo político, los medios de comunicación, exhortan con el mejor ánimo a la ciudadanía para que adopte una actitud adecuada durante estos días en que tantas personas viajaban a diferentes destinos. Es decir, que mantenga un comportamiento que no ponga a riesgo su propia seguridad ni la de terceros.

Asimismo, los organismos y aparatos del Estado que tienen la competencia para ofrecer y brindar protección en carreteras, caminos, playas, balnearios, en fin, dondequiera que se concentra gente, hacen un extraordinario despliegue para prevenir hechos que lamentar. Esta vez se habla de un operativo que incluye 26 mil policías y no menos de diez mil militares, con sus equipos de comunicación, de prevención y rescate.

Todo eso por la protección de las personas, significa, por la vida de adultos y niños.

Pero todo ese esfuerzo no vale absolutamente nada si los llamados a ser protegidos no escuchan tantos llamados a la moderación, a la prudencia, a un comportamiento propio de seres civilizados, si no hacen lo necesario para que las autoridades puedan cumplir con su misión de protección.

Es decir, que la eficacia de los operativos en estos días de tanta movilidad de gentes no depende sólo de los llamados, de las exhortaciones, de los equipos y vehículos, instrumentos y medios de prevención, y especialmente del dinámico papel de los agentes uniformados y de los voluntarios de la Defensa Civil, si no asumimos una actitud correcta de comportamiento.

No hay que hacer mucho. No hay que poner ningún empeño para evitarse contratiempos. Sólo se requiere la prudencia debida, actuar conforme al sentido común, con la mínima sensatez para entender que la mejor forma de pasar estos días es el sosiego, el comedimiento, y si se trata de disfrutar, hacerlo como mandan las más elementales normas sociales.

Seamos sensatos y ayudemos a las agencias públicas a protegernos. Por nosotros mismos.