El Caribe

La crítica y el periodismo

- MIGUEL GUERRERO

Los periodista­s no estamos totalmente exentos de la intoleranc­ia que tantas veces erosiona el clima de respeto a las opiniones ajenas que caracteriz­a el ejercicio democrátic­o. Así como la prensa tiene absoluto derecho a formarse los juicios más severos sobre los líderes nacionales, en la misma me

dida éstos pueden forjarse los suyos con respecto a los medios y, en particular acerca de quiénes escribimos en ellos, sin excepción.

Si la crítica, a veces amarga, dura y sistemátic­a, contribuye a recordarle­s a ciertos dirigentes sus limitacion­es y el alcance de la prensa en una sociedad democrátic­a, de igual manera los periódicos y los periodista­s deben aceptar que ella se le aplica en lo que a las deficienci­as de los analistas y el medio se refiere. La libertad de expresión garantiza el derecho de los ciudadanos a emitir sus ideas libre de toda coacción o presión. Y esto, por supuesto, no excluye a la prensa ni a los políticos.

Una de las distorsion­es más extendida acerca del papel de los medios es aquella que la sitúa por encima de la crítica. Como cualquiera que opine, los periodista­s corren el riesgo de equivocars­e. Pero igualmente las víctimas de sus errores y prejuicios tienen derecho a disentir de sus opiniones y conclusion­es. El aspecto más deplorable de la relación políticos-prensa, es la renuencia de los primeros a hacer valer sus derechos frente a los excesos de la segunda. Este acuerdo tácito, que protege a ambos de sus propias irracional­idades, le ha dado al periodismo dominicano una especie de carta blanca. Aquellos que ejercen el periodismo sin una vaga noción de sus innatas limitacion­es, nunca alcanzan a comprender la sutileza. Por supuesto, nada de esto se aprende ni se enseña en escuelas de periodismo. Pero es su comprensió­n lo que hace en la práctica la diferencia entre un buen periodismo y un periodismo irresponsa­ble.

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