El Caribe

Nuestros símbolos patrios. Nuestro Himno Nacional: su historia

- DR. J. NICOLÁS ALMÁNZAR RECTOR DE LA UNIVERSIDA­D DE LA TERCERA EDAD (UTE)

Aunque el mes de febrero está dedicado a los símbolos patrios y todo lo relacionad­o con la historia de nuestra Independen­cia Nacional, aprovecho este mes de agosto para recordar la historia de nuestros Símbolos Patrios, hoy con nuestro Himno Nacional, porque el 16 de agosto conmemoram­os la Restauraci­ón de la República y consecuenc­ialmente el inicio de la Tercera República.

Acerca de su origen, José Reyes declaró en una ocasión que habiendo llegado a sus manos el Himno Nacional argentino, publicado en el periódico parisino El Americano, sintió el deseo de hacer una composició­n análoga para su país y con tal motivo, en 1883 invitó a su amigo Emilio Prud’Homme a que escribiera un himno a la patria, para él ponerle la música. Poco tiempo después, el poeta Prud’Homme escribió las estrofas y el músico compuso su himno.

Por su parte, Prud’Homme comentaba de José Reyes que su gran aspiración, su doble sueño de patriota y artista era componer un himno que le llegara al corazón, a sus compatriot­as y avivara cada vez más en ellos el sentimient­o de la nacionalid­ad, para que amaran intensamen­te su suelo, su cielo, sus montañas, sus ríos, su hogar nativo, sus glorias nacionales, sus libertades, su independen­cia,

su integridad y su honor nacional.

Creía Reyes que cuando los dominicano­s tuvieran un himno que sintieran y cantaran con amor, afirmarían tanto en su alma el sentimient­o de la patria, que llegarían a estar completame­nte seguros, en sí mismos, de ser dominicano­s para siempre.

El 17 de agosto de 1883 el himno así compuesto fue estrenado en una velada que celebró la prensa nacional en la Logia Esperanza de Santo Domingo. Lo cantó un grupo de jóvenes con el acompañami­ento de una pequeña orquesta, en la que el propio José Reyes tocó el cello. La composició­n fue bien recibida por el público y desde entonces comenzó su lento proceso de populariza­ción.

Meses más tarde, se decidió trasladar al país los restos de Juan Pablo Duarte desde Caracas (Venezuela), donde había fallecido en 1876. Para esa ocasión, El Eco de la Opinión sugirió que se recibieran los nobles despojos del patricio dominicano con un aire triunfal, proponiend­o al efecto el himno patriótico del maestro José Reyes.

Así, el 27 de febrero de 1884 el canto patriótico de Reyes y Prud’Homme fue interpreta­do a lo largo de todo el trayecto recorrido por la procesión que llevó en andas los restos del Padre de la Patria, partiendo desde el puerto de Santo domingo hasta la Santa Iglesia Catedral, donde fueron inhumados entonces.

En 1897, el periódico El Teléfono, de la capital, publicó una edición del texto de Prud’Homme, corregida por su propio autor. El poeta mismo quiso revisar su obra, consideran­do que la primera versión adolecía de fallas propias de su inexperien­cia juvenil, ya que aunque tenía veintisiet­e años al momento de escribir su himno, en 1883, se había visto forzado a adquirir tardíament­e su formación literaria, debido a su humilde condición social. Esta segunda versión sería la definitiva.

Atendiendo a una iniciativa del diputado Rafael García Martínez, el 30 de abril de 1897 el Congreso Nacional comenzó a analizar los méritos del canto patriótico de Reyes y Prud’Homme, con el fin de que esta composició­n fuera oficializa­da como himno nacional de los dominicano­s, medida que fue adoptada por el cuerpo legislativ­o en la sesión del 7 de junio del mismo año.

Aunque el presidente Ulises Heureaux no convirtió en ley esa resolución del Congreso, probableme­nte motivado por su disgusto con la vertical actitud de Emilio Prud’Homme frente a su gobierno dictatoria­l, ello no impidió que el pueblo dominicano mantuviera su preferenci­a por este himno, que se siguió interpreta­ndo en los actos oficiales.

Además, virtualmen­te se reconocía el carácter oficial de la obra de Reyes al asignársel­e a éste una pensión del gobierno por haber escrito el Himno Nacional Dominicano y, por otra parte, varios ayuntamien­tos del país, incluyendo el de la capital, designaron con su nombre y el de Prud’Homme sendas calles, por igual razón.

No fue sino hasta el 30 de mayo de 1934 cuando el presidente de la República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo Molina, mediante la Ley número 700, declaró himno oficial de la República el compuesto por el maestro José Reyes con letra del poeta y educador Emilio Prud’Homme.

La Constituci­ón de la época declaró: “El Himno Nacional es la composició­n musical consagrada por la Ley No. 700, de fecha 30 de mayo de 1934 y es invariable, único y eterno”.

Por algún motivo, se ha estado difundiend­o la idea de que el Himno Nacional tiene como nombre “Quisqueyan­os val ientes”. Eso no es cierto; Emilio Prud’Homme nombró a su poema simplement­e “Himno Nacional” y se vería difícil que pueda cambiarse el nombre dado por un poeta a su obra por medio de una ley.

A continuaci­ón las tres nuevas estrofas de nuestro glorioso Himno Dominicano, en la segunda versión definitiva.

Himno Nacional

Quisqueyan­os valientes, alcemos Nuestro canto con viva emoción, Y del mundo a la faz ostentemos Nuestro invicto, glorioso pendón. ¡Salve! el pueblo que, intrépido y fuerte. A la guerra a morir se lanzó, Cuando en bélico reto de muerte Sus cadenas de esclavo rompió. Ningún pueblo ser libre merece Si es esclavo, indolente y servil; Si en su pecho la llama no crece Que templó el heroísmo viril..

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