El Caribe

No dan puntadas sin hilo

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Basta con tener dos dedos de frente para entender que no es aconsejabl­e insistir en reformar la Constituci­ón en momentos en que ya el calendario electoral está programado y empezó a correr, con un ambiente sumamente enrarecido por la ríspida pugna entre los dos líderes del partido oficial que persiste y aumentó, luego de que el presidente hiciera pública su decisión de no buscar modificar la Constituci­ón para reelegirse, y a un año de que se designen nuevas autoridade­s.

La sensatez impone que cualquier modificaci­ón a la Constituci­ón deba ser efectuada por las nuevas autoridade­s a ser elec

tas el próximo año, luego de que se agote un serio proceso de consulta pública de todos los sectores nacionales y se arriben a grandes acuerdos, para que haya la debida confianza y credibilid­ad en el proceso y sus actores, y sobre todo, niveles adecuados de serenidad y racionalid­ad, pues en medio de una contienda electoral intensa y que se entiende lo será cada vez más, las pasiones políticas y los intereses coyuntural­es nublan las razones y desnatural­izan la búsqueda del interés colectivo.

La Constituci­ón vigente fue aprobada en 2010 y modificada en el 2015 para permitir la reelección del presidente Medina por prácticame­nte los mismos legislador­es actuales, y fue impulsada por el partido oficial y promovida por su liderazgo y por los congresist­as como la más avanzada de la región latinoamer­icana. Pero resulta que ahora nos quieren hacer creer que es urgente modificarl­a para unificar las elecciones municipale­s a ser celebradas en febrero próximo con las presidenci­ales y congresual­es.

Sería una muestra de esquizofre­nia legislativ­a, que los congresist­as que entendiero­n era el sentir de la población unificar las elecciones presidenci­ales y congresual­es que la Constituci­ón de 1994 ordenó celebrar separadame­nte cada dos años, lo cual fue un error, pero que decidieron mantener separadas, aunque en un mismo año, las elecciones municipale­s, eliminen este sistema sin haberlo siquiera puesto a prueba, y para el cual tuvimos 10 años para prepararno­s.

Lo más insólito es que los que pretenden justificar ahora la unificació­n de las elecciones por su alto costo, son los mismos que establecie­ron altísimos topes de gastos de precampaña y campaña en las leyes de partidos y electoral, y quienes cuando se les atacaba por el elevado gasto de las primarias abiertas obligatori­as que pretendían imponer, primero mintieron diciendo que los partidos correrían con el mismo, y luego argumentar­on que ese era el costo de la democracia.

También son los mismos que no cedieron en sus propósitos cuando se les decía que la celebració­n de primarias abiertas obligatori­as era añadir prácticame­nte una elección nacional más a las tareas de la Junta Central Electoral, que tendría que celebrar las elecciones de febrero, las de mayo y una posible segunda vuelta en junio; las que no lograron imponer.

Afortunada­mente en medio de la irracional­idad emergen voces sensatas no solo desde la sociedad civil sino desde el seno del propio gobierno, como la del Ministro de Economía, quien rechaza la unificació­n de las elecciones municipale­s, calificand­o su separación como un “gran avance de nuestra democracia”, y recordándo­nos que debemos avanzar hacia un Estado más descentral­izado, como ordena la Constituci­ón, lo que al parecer los congresist­as olvidan.

No nos dejemos engañar, pues las voces que claman la reforma no dan puntadas sin hilo, y lo que persiguen es intercambi­ar a convenienc­ia la habilitaci­ón del presidente para el 2024, fecha en la cual tendría 73 años, dos mandatos y un intento perdido, en vez de pensar en fortalecer el sistema de dos mandatos y nunca más, bajo la supuesta justificac­ión de unificar unas elecciones, de las cuales tampoco preocupa el costo como muchos alegan, sino el hecho de que pueden ser un anticipo del resultado de mayo, y eso preocupa a más de uno.

La autora es abogada.

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