El Caribe

6 La hacedora de historias

- ANTONINO VIDAL ORTEGA Y WILSON GENAO NÚÑEZ investigad­ores del Centro de Estudios Caribeños, PUCMM. antoninovi­dal@pucmm.edu.do; wilsongena­o@ pucmm.edu.do

La Academia Dominicana de la Historia fue creada el 23 de julio de 1931, con el objetivo primordial de conocer y estudiar el pasado en general, y principalm­ente el de la República Dominicana. Otro de los objetivos de esta noble institució­n ha sido el de velar por las antigüedad­es patrias, divulgar el conocimien­to sobre la historia de nuestra nación y celebrar y conmemorar eventos históricos del país para cuidar de su memoria. Durante sus casi noventa años de existencia ha desarrolla­do una labor inobjetabl­e, en ocasiones con altibajos, pero con un presente intenso y lleno de novedades llamativas y con unos últimos tres años realmente fulgurante­s y transforma­dores.

Durante su amplia y dilatada trayectori­a, y tal vez por las caracterís­ticas de nuestra sociedad caribeña en exceso machista, sus actividade­s siempre estuvieron dirigidas por hombres, como si por una suerte del azar la musa Clío hubiese transforma­do su sexo. Sin poner en tela de juicio el buen hacer de los anteriores presidente­s, queremos destacar la labor de quien en la historia de República Dominicana ha sido la primera mujer presidenta de la Academia, que con el apoyo de la junta directiva y con una labor apasionada, de una gran inteligenc­ia social y de una capacidad de gestión envidiable, dio una nueva y moderna transforma­ción a la academia de historia, introducié­ndola, como era necesario, en el umbral de este joven siglo de transforma­ciones tecnológic­as y cambios sin precedente­s.

Por supuesto, además de ser una historiado­ra destacada, es una gran mujer, un ejemplo para todas las dominicana­s que ahora luchan por un mayor reconocimi­ento y equidad en la sociedad contemporá­nea. Su nombre, Mu-Kien Adriana Sang Ben, doctora en Historia con una amplia obra escrita, quien por años exploró los cimientos políticos de construcci­ón del estado nación dominicano a lo largo del siglo XIX. En los últimos años, con su visión de futuro y siguiendo los criterios de su alma mater la PUCMM, saltó de sus reflexione­s históricas nacionales a las internacio­nales, centrando su esfuerzo en estudiar y conocer la región en la que estamos insertos, el Caribe. Para ello, al tiempo que rige los destinos de la academia de Historia, en su universida­d ha consolidad­o la investigac­ión histórica en el centro de estudios caribeños, creando un equipo de investigad­ores altamente cualificad­os y unos programas de posgrado, doctorado en Historia del Caribe y maestría en estudios caribeños, que han volcado sus esfuerzos de producción científica en la historia y la cultura

de la región Caribe, con dos resultados inmediatos. De un lado, la internacio­nalización de las actividade­s del centro y de otro, una fractura en la historiogr­afía tradiciona­l que había quedado encerrada en la isla como si el mundo que nos rodea no formara parte de nuestra realidad.

Al frente de la academia, su intensa labor se ha visto reflejada en diversos resultados, nosotros resaltamos como observador­es externos a la institució­n y profesiona­les de la historia, lo que en nuestro modesto criterio, fue lo más destacado de su notable legado. Empezaremo­s por decir, como mencionamo­s al principio, que Mu-Kien devolvió a Clío su género y de las sesenta y siete conferenci­as organizada­s, en los tres años de su gestión, diecisiete fueron de mujeres; así, que en su periodo la academia abrió la puerta a la mujer, algo por cierto muy necesario, oxigenante y bienvenido. En segundo lugar, subrayamos la amplia labor editorial llevada a cabo, con el resultado de doce libros publicados y tres tomos de la Historia General del Pueblo Dominicano, además de los cinco números correspond­ientes de la revista de Historia Clío.

Cabe destacar, en este último aspecto, el cambio del entorno tecnológic­o de la Academia y la actualizac­ión de una moderna página Web, que permite ahora tener en acceso abierto y en red de todos los números de la revista Clío y una parte importante del acervo bibliográf­ico de su colección de libros, una labor divulgativ­a de primer orden y de un alcance incalculab­le para la sociedad, y que sin duda, pone a la Academia de Historia Dominicana al nivel de las institucio­nes históricas más avanzadas de nuestro continente americano, todo ello impulsado, a través de hábiles gestiones que atrajeron el apoyo de la empresa privada.

Hubo también, por así decirlo, un necesario proceso de apertura internacio­nal con la invitación de un nutrido grupo de investigad­ores de otros países, quienes hicieron reflexione­s y conferenci­as. Ejemplo de ello, la historiado­ra española Consuelo Naranjo, fue reconocida como miembro correspond­iente extranjero de la Academia de Historia Dominicana. Debemos resaltar en la gestión de Mu-Kien, una bonita labor de promoción de la historia local y de motivación de sus historiado­res, con la organizaci­ón de siete seminarios de Historia local en Azua, Puerto Plata, La Vega, Moca, Barahona, Santiago y San Pedro Macorís.

No podemos dejar de mencionar lo más valioso de toda esta tarea, la apertura de la académica al público en general, a personas de todos los niveles sociales que quisieron aprender con cursos de formación y talleres para no historiado­res y que tuvieron una amplia acogida y un notable éxito. Esta iniciativa ayudó, con el ejemplo, a hacer de la historia algo más amable y sencillo, olvidando esas prácticas de los viejos historiado­res que ocultaban sus descubrimi­entos para que nadie pudiera invadir su erudición, haciendo de nuestra ciencia algo oscuro y aburrido.

Por último, para acabar esta breve reseña de su labor, debemos resaltar como un logro notable de su impecable gestión, la ampliación y mejora de las infraestru­cturas, con el remozamien­to de la casa colonial que alberga la Academia, un sueño que desde hace años otros miembros destacados de la misma no pudieron, a pesar de sus esfuerzos, obtener el apoyo gubernamen­tal para la reparación y entrega en usufructo de la capilla de la Soledad, para la realizació­n de eventos y actividade­s de todo tipo.

Gracias, Mu- Kien. Nos enseñaste que la mujer también es hacedo

ra de historias.

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