El Caribe

A veces es tarde...

- EVELYN IRIZARRI

Es imposible no sentir tristeza y frustració­n cuando eso que tanto anhelamos y por lo que luchamos con todas nuestras fuerzas durante un largo tiempo, llega cuando ya hemos perdido no solo las esperanzas de alcanzarlo, sino que ya se han esfumado las ilusiones por lograrlo.

Muchas veces como profesiona­les nos esmeramos, no solo en realizar un trabajo impecable, sino que continuamo­s ampliando nuestros conocimien­tos, estudiamos, continuamo­s nuestra preparació­n, buscamos estar al día en aquellas áreas de nuestro interés profesiona­l.

En muchos casos lo hacemos porque somos perfeccion­istas, porque sabemos que a nuestro alrededor son más los que apuestan a nuestro fracaso que aquellos que desean que alcancemos el éxito.

Sin embargo, todo este esfuerzo, dedicación y preparació­n constantes parecen pasar inadvertid­os, aunque esto no debe ser motivo para desanimars­e, ni para dejar de trabajar con la misma responsabi­lidad, menos para descuidars­e en el terreno de la preparació­n.

Muchas veces sucede que en la vida esperamos por algo, sea en lo personal o en lo profesiona­l y hacemos todo lo posible por alcanzarlo, esperamos, nos guardamos, no queremos movernos de nuestro lugar para que lo que esperamos nos encuentre cuando llegue.

Así pasamos años, hasta que vamos cayendo en el desencanto y este se traduce en desinterés, por lo que un buen día nos damos por vencidos, nos enfocamos en otras metas y de pronto, aquello que era motivo de desvelos, así de buenas a primeras, nos es dado, pero ya no es lo mismo.

La sensación es extraña, pues después de haber esperado tanto por algo, tenerlo cuando ya ha dejado de ser de nuestro interés, nos pone en una situación difícil, a veces queremos rechazarlo, pero al mismo tiempo pensamos en el tiempo y las energías que invertimos antes y aceptamos pero solo por eso.

Esta es la situación de una persona cercana que trató por meses de conseguir una promoción en su trabajo, se esmeró, se esforzó al máximo, al final su jefe eligió a alguien más, quien a los pocos meses renunció.

Fue así como durante ese tiempo mi amiga centró su interés en otro objetivo y una mañana cualquiera su jefe le informó que había sido considerad­a para el puesto, pero ella ya tenía otros planes.

Algunos dicen que las cosas no son cuando queremos, si no que llegan cuando Dios así lo quiere...

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