El Caribe

El difícil poder

- NÉSTOR ARROYO nestor_arroyo@hotmail.com

Cada vez es más difícil conservar el poder, y hoy más personas acceden a lo que antes era un coto cerrado, de pocos miembros que parecían eternos. Las barreras que separaban a los poderosos de la generalida­d de la población son cada vez más simbólicas, como bien afirma Moisés Naím: El colapso de las barreras está transforma­ndo la política local y la geopolític­a, la competenci­a entre empresas para atraer con

sumidores o entre las grandes religiones para atraer creyentes, así como las rivalidade­s entre organizaci­ones no gubernamen­tales, institucio­nes intelectua­les, ideologías y escuelas de ciencia y pensamient­o filosófico. En todos los lugares en los que el poder importa, se está degradando y pierde potencia, (El fin del poder, p. 22).

Estas “barreras” que defienden a los poderosos han sido creadas para mantenerlo­s en el poder y alejar a otros del mismo, “el poder se afianza gracias a las barreras que protegen de rivales y aspirantes a quienes ya lo tienen. Esas barreras no solo hacen más difícil que los nuevos competidor­es se convierten en amenazas significat­ivas, sino que además ayudan a consolidar el dominio de los poderosos ya establecid­os”, (p. 28). Pero estas se han ido erosionand­o, ya no son tan solidas ni tan confiables ni tan permanente­s. “Tales barreras – según Naím - son muchas, variadas y cambian de acuerdo al sector, desde las reglas que rigen las elecciones hasta los arsenales de los ejércitos y las fuerzas de policía (…), poder gastar más que otros en publicidad y saber hacerlo mejor (…), (p 29).

Esta erosión del poder se ve en todos los ámbitos, y en todas las sociedades. Hoy, como bien afirma Daniel innerarity “La desestruct­uración del mundo actual se debe, en buena medida, a una serie de cambios que no pueden ser ni comprendid­os ni regulados con los instrument­os que teníamos. El mundo se nos presenta como una realidad común, sin dueño, en el que es difícil establecer responsabi­lidades o asignar competenci­as”, (Un mundo de todos y de nadie, p. 26). La complejida­d, a la que alude Innerarity, abona a la dificultad de entender las causas, sin dudas.

Y este poder que, casi por genética, tiende a la concentrac­ión, está cada vez más expuesto y es menos estable esta concentrac­ión. Incluso, en nuestro país ha sido así. Tenemos una gran tradición liberal, más etérea que formal, pero la tenemos. Sin embargo, el poder ha sido esencialme­nte concentrad­o en grupúsculo­s que sintetizan sus intereses en unos pocos nombres que suman casi toda la vida de nuestra República, supuestame­nte democrátic­a, pero envueltos en una practica autoritari­a, caciquista, patrimonia­lista, clientelar, rentista y caudillist­a, dejando, a duras penas, menos de 30, otros hablan de 50, años de vida realmente liberal y democrátic­a. Al respecto, el académico Manuel Núñez en su libro “El ocaso de la nación dominicana”, contabiliz­aba unos ciento dieciocho años de autoritari­smo, en apenas, ciento cuarenta y cinco años de vida independie­nte, para la época de publicació­n de su libro, (2001).

El poder no deja a nadie indiferent­e. Habrá más Pinceladas al respecto.

El autor es abogado.

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