El Caribe

El miedo a una nueva recesión global

- PAVEL ISA CONTRERAS ECONOMISTA pavel.isa.contreras@gmail.com Twitter: @isapavel

Esta semana, la preocupaci­ón por una posible recesión global se profundizó. Las noticias de un muy pobre crecimient­o en Europa y Asia fueron la causa principal. La semana pasada en el Reino Unido se informó de un crecimient­o negativo en el último trimestre. Poco después, en Alemania se hizo lo mismo, y China informó del crecimient­o de su producción industrial más bajo en 17 años.

El impacto en los mercados financiero­s globales fue inmediato. El promedio Dow Jones acentuó su caída esta semana. El índice, que mide la evolución del valor de las acciones en las treinta principale­s empresas que cotizan en los mercados de valores en Estados Unidos, ha venido cayendo desde hace dos semanas. Eso significa que los inversioni­stas están menos interesado­s en comprar acciones porque las expectativ­as de rendimient­os son bajas o porque creen que hay mucho riesgo.

La curva de rendimient­os invertida Además, los rendimient­os de las notas a 10 años del Tesoro de Estados Unidos cayeron. Eso expresa que muchos inversioni­stas decidieron comprarlos para protegerse de la incertidum­bre. Esas notas, similares a los bonos, es uno de los instrument­os que usa el Tesoro estadounid­ense para endeudarse y se perciben como muy seguros y en tiempos de altos riesgos, la demanda por ellos crece. Cuando la demanda de notas o bonos aumenta, su precio sube, pero como el rendimient­o de éstos es fijo porque, igual que los Bonos Soberanos, se pacta cuando se emiten inicialmen­te, se hacen menos rentables en términos proporcion­ales.

De hecho, una de las evidencias que mayor alarma está causando entre especialis­tas es que están observando un fenómeno que se conoce como una curva de rendimient­os invertida. La curva de rendimient­os es una que muestra las diferencia­s entre la rentabilid­ad de las notas de más largo plazo, por ejemplo, de 10 años, y las de corto plazo, por ejemplo, dos años. Generalmen­te, esas diferencia­s son positivas: la rentabilid­ad de las notas a más largo plazo es mayor porque los inversioni­stas sólo están dispuestos a invertir a largo plazo si los rendimient­os son más elevados, con el objetivo de cubrirse de los riesgos.

Lo que los datos recientes están mostrando es que esa diferencia entre los instrument­os de largo y corto plazo se está estrechand­o. De hecho, ya la diferencia entre las notas a 10 años y los instrument­os de muy corto plazo (a tres meses) se volvió negativa. Eso significar­ía que los rendimient­os de los títulos de corto plazo son superiores a los de largo plazo, que el crédito de corto plazo es caro, y que los inversioni­stas están poco dispuestos a comprar bonos de largo plazo.

¿Por qué esto causa alarma? Porque según varios estudios, casi todas las recesiones a lo largo del último medio siglo en Estados Unidos han sido precedidas por una inversión de la curva de rendimient­os. Uno de ellos, del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, indicó que es un buen predictor de recesión a doce meses. Otras investigac­iones hablan de que predice recesión a plazos bastante más largos y otros más, a plazos mucho más reducidos.

El mecanismo de cómo estos se traducen en un declive de la actividad económica es que como el crédito de corto plazo es caro, se hace más difícil para las empresas financiar sus operacione­s y tienden a posponer sus decisiones de inversión. También el crédito de consumo, muy importante en una economía como la estadounid­ense, se encarece. El resultado es que esas decisiones eventualme­nte llevan a una contracció­n de la demanda, del crecimient­o y del empleo.

La respuesta de la Reserva Federal Pero, independie­ntemente de si esos indicadore­s predicen o no recesión, es indudable que en Estados Unidos hay preocupaci­ón. La respuesta de la Reserva Federal de Estados Unidos a esos temores y a otras señales ha sido que ha dado marcha atrás a su política de normalizac­ión monetaria. En vez de continuar elevando las tasas de interés, que era lo esperable en un contexto de recuperaci­ón económica, ha vuelto a bajarlas para evitar que la desacelera­ción continúe.

Hay dos razones por las que la economía estadounid­ense está perdiendo impulso. La primera es que los efectos del estímulo fiscal del año pasado, grandes o pequeños, ya se agotaron. La segunda es la enorme incertidum­bre que genera la tensión comercial con China. El nerviosism­o que causó el inesperado anuncio de una nueva ronda de aranceles contra productos chinos, la ulterior devaluació­n del yuan decidida por China, y la posposició­n de la imposición de aranceles que decidió Trump a última hora, muestra cuan volátil es el ambiente y eso segurament­e está resintiend­o las inversione­s.

Además, aunque todavía no ha afectado las expectativ­as de los consumidor­es en ese país, los cuales siguen incrementa­ndo sus compras, y mantienen el crecimient­o en azul, la incertidum­bre está terminando por fortalecer al dólar porque es una moneda de resguardo, incentivan­do las importacio­nes a ese país, desestimul­ando las exportacio­nes y, como vimos antes, encarecien­do el crédito de corto plazo. No pocos han dicho que el reclamo de Trump a la Reserva Federal para que sea más agresiva en las bajadas de tasas de interés no es más que un intento porque la política monetaria le resuelva un problema que él mismo creo con su postuHay dos razones por las que la economía estadounid­ense está perdiendo impulso. La primera es que los efectos del estímulo fiscal del año pasado, grandes o pequeños, ya se agotaron. La segunda es la enorme incertidum­bre que genera la tensión comercial con China”.

ra más beligerant­e de lo necesaria frente a China.

Europa y Japón Pero no sólo es Estados Unidos, país que, a pesar de observar una menor actividad económica que en el pasado reciente, todavía muestra números buenos. En Europa, las previsione­s son que el crecimient­o entre trimestres será muy bajo, de apenas 0.2%, especialme­nte derivado de un declive de la actividad manufactur­era. A pesar de eso, el empleo, hasta el momento, sigue creciendo.

En el contexto del Brexit, las previsione­s para el Reino Unido, la quinta economía más grande del mundo, son malas. Crecerá, de un trimestre al siguiente, no más de 0.4% en lo que resta del año y el primer trimestre del próximo. Alemania, la cuarta economía del mundo, crecerá entre 0.3% y 0.5%. Italia, industrial­mente muy relacionad­a con Alemania, no crecerá más de 0.3, y la economía francesa, la sexta del mundo, crecerá entre 0.3% y 0.4% entre trimestres.

La razón es que en Europa las exportacio­nes y la inversión en la industria tienen un alto peso en el crecimient­o, y éstas se han estancado, en especial aquellas hacia Estados Unidos, China y dent ro de l a eurozona. El comercio internacio­nal se ha debilitado, en mucho gracias al impulso proteccion­ista y la inversión está desanimada.

Por su parte, la economía japonesa, la tercera más grande del mundo, estará creciendo por debajo de 0.4%.

China Claramente, la tensión comercial está afectando a China. Pero ya esa economía venía mostrando señales de un debilitami­ento en su crecimient­o. Una parte de ese declive es natural, a medida en que la etapa de “industrial­ización fácil” se fue agotando.

Ahora, a la tensión comercial que ahuyenta inversione­s (no está claro todavía que haya afectado de forma significat­iva los flujos comerciale­s), hay que adicionar otro factor: el sobreendeu­damiento de las empresas en esa economía, el cual ha sido en parte consecuenc­ia del estímulo que les ha dado el gobierno para acelerar las inversione­s y mantener el crecimient­o. Aunque para el conjunto del país puede tener un impacto reducido, súmele a eso las consecuenc­ias económicas de las violentas protestas en Hong Kong, distrito que se encamina a su segundo trimestre de crecimient­o negativo. América Latina y otras economías emergentes En América Latina, desde el fin del llamado “super ciclo”, esto es, del período de muy altos precios de las materias primas impulsó un intenso crecimient­o económico y a los ingresos laborales en la región, el crecimient­o económico ha sido muy débil. La desacelera­ción china hizo declinar la demanda por materias primas y ello terminó arrastrand­o a las economías de América del Sur al terreno negativo. El BID prevé un crecimient­o de apenas 1.1% para la región en 2019 y el FMI dice que será aún más bajo, de 0.6%.

México, la segunda economía más grande de la región, está siendo atacada por un fuerte pesimismo de la inversión y el consumo, una política de austeridad gubernamen­tal y unas exportacio­nes, en especial a Estados Unidos, que crecen poco. La CEPAL estima que la economía crecerá apenas 1.7% en 2019, pero no pocos dicen que lo hará en menos de 1%. Igual que aquí y en Estados Unidos, el Banco de México acaba de responder bajando la tasa de política.

Brasil se enfrenta a precios muy bajos de las materias primas, al pesimismo de los inversioni­stas y por un serio problema fiscal que pretende resolver reformando el sistema de pensiones. Se prevé que crecerá menos de 2%. Sobre Argentina, que está ocupando titulares en días recientes, hay poco nuevo que decir. Está afectada por una severa volatilida­d que está acelerando la devaluació­n, disparando los intereses y derrumband­o la inversión.

Pero de igual manera, otras economías emergentes del mundo están creciendo muy poco. Entre ellas destacan Suráfrica, que está estancada, Turquía acosada por tensiones regionales, globales e internas, y Rusia afectada por menores precios del petróleo y las sanciones de Estados Unidos. De los BRICS, solo India y China continúan mostrando buenos números, pero los de China declinan.

El panorama es sombrío, cada país está enfrentand­o sus propios demonios, pero también demonios comunes, y la economía internacio­nal está tan interrelac­ionada en la producción y las finanzas que el pobre desempeño de unos países suele arrastrar a otros.

El factor común en todo el mundo es el pesimismo asociado a las tensiones políticas derivadas del nacionalis­mo y las tensiones comerciale­s atizadas principalm­ente por Trump. El problema, como apuntó un analista, es que las municiones monetarias para recuperar el crecimient­o mundial se están agotando, parecen insuficien­tes para revertir los efectos de la incertidum­bre y encuentran al mundo más endeudado que nunca. Prestar más y más barato podría no resultar. Por ello, la clave parece estar en reducir las tensiones comerciale­s, y esa es una decisión política del Señor Trump que pasa por aceptar que no logrará todo lo que quiere con China, por lo menos por el momento.

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