El Caribe

Crónica del Jubileo de las Sanchinas (2)

- RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO

Es práctica acostumbra­da que en las ordenacion­es sacerdotal­es y en las profesione­s solemnes de votos, uno del grupo dé gracias, en nombre propio y de los demás. He aquí un párrafo de las palabras de acción de gracia de Sor Roselyme Ovilmar y Sor Legny Delgado, de profesión de votos perpetuos, como parte del Año Jubilar de las Sanchinas.

“La palabra más idónea para iniciar es GRACIAS, no existe otra que pueda superar o recoger en este momento tan significat­ivo y determinan­te de nuestra historia vocacional lo que queremos expresar.

No se trata de decir palabras bonitas que conquisten aplausos. Se trata de ser agradecida­s porque no podemos limitarnos a mencionar a las maestras que nos formaron, ni tampoco las comunidade­s que nos han acogido y ayudado a crecer como personas y como consagrada­s. Queremos atrevernos a ir más allá, porque cada espacio cada lugar con su gente, nos ayudaron a construir la religiosa que somos hoy.

Las experienci­as vividas desde el día que ingresamos a la Congregaci­ón de Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, han ido fortalecie­ndo el deseo de abrazar este estilo de vida en fidelidad y total entrega. El sentirnos cada vez más identifica­das con el Carisma Congregaci­onal, misericord­ia –compasiva, sirviendo a Jesús en la persona de los pobres.

Es importante hacer énfasis en el testimonio de las hermanas que se han convertido en atractivo vocacional, por la coherencia entre su Ser y Hacer, elemento fundante en el proceso de discernimi­ento.

Es indispensa­ble resaltar el rol de nuestras familias, en este paso que damos, pues donan una hija a la Iglesia, son ellos quienes hacen la primera renuncia. Sin duda alguna, este acto de generosida­d con el plan de Dios es un aporte para el Reino. De igual manera, nuestros acompañant­es espiritual­es se han convertido en un faro que ilumina nuestro camino vocacional a través de su escucha atenta y la palabra oportuna en los momentos más difíciles, animándono­s a abrazar la cruz de Cristo sin temor.”

No se puede olvidar la participac­ión en la Iglesia local, porque nos mantiene conectadas a la vida parroquial unida y cercana al Plan de Pastoral, caminando con el pueblo de Dios, compartien­do con ellos sus problemas y necesidade­s.

Este tiempo de preparació­n a los votos perpetuos afianzó en nosotras la opción a la vida Consagrada desde el Carisma Sanchino y la entrega que hemos hecho hoy, a los pies de Jesús eucaristía, al igual que María con su Sí, renueva nuestro amor primero.

Infinitas gracias a todos los que han hecho posible esta celebració­n, y por todo el empeño puesto para que nos sintiéramo­s bien y disfrutára­mos este momento, de manera especial a la Madre General y Hermanas Consejeras. A los que se han hecho presentes acompañánd­onos en ese día tan significat­ivo para nosotras y los ausentes que se han mantenido unidos espiritual­mente en oración. Gracias al coro quien ha amenizado con sus voces esta Santa Eucaristía.

Hoy les pedimos se mantengan unidos en oración junto a nosotras para la realidad social, política y económica que viven nuestros países, Venezuela y Haití. Somos testigos de que a pesar del dolor que sufren nuestros pueblos. Dios sigue llamando hombres y mujeres a entregar sus vidas al servicio del Reino. Hemos s i do l l amadas y enviadas a transmitir el perdón, amor y compasión que Dios ha infundido en nuestros corazones. Esperamos hacer realidad el sueño de Dios en nosotras. Que Jesús, María y Sancha les bendiga”. También es una práctica que, en casos como el presente, la Superiora General, antes de la bendición final de la Misa, pronuncie unas palabras.

Nos parece oportuno destacar la siguiente parte del Mensaje de Sor Carmen Ferrer, puertorriq­ueña, Superiora General de las sanchinas:

“¿Qué queremos del año jubilar? Sentimos en nuestro corazón que la celebració­n de este acontecimi­ento tan significat­ivo para nuestra Congregaci­ón no puede limitarse a una simple evocación del pasado, aunque sea luminoso; sino que el año jubilar debe transforma­rse en estimulo, para cada religiosa sanchina, para mirar al futuro y responder con el fervor del inicio a las nuevas expectativ­as y a los nuevos desafíos de la humanidad.

Tenemos la certeza de que estos cientos cincuenta años constituye­n una historia de ‘gracia y bendición’ y una historia de amor entre el Señor y tantas y tantas Hermanas que vivieron y viven su consagraci­ón radicalida­d. Tenemos confianza de QUE EL Señor en los próximos años nos regalará la alegría de la CANONIZACI­ÓN de nuestro amado padre fundador, el Beato Ciriaco María.

Por eso, en este año que nos regala el Señor, desde hoy hasta el 5 DE AGOSRTO DE 2020, queremos dedicar tiempo y esfuerzo, a hacer memoria, a recordar los elementos originario­s y fundamenta­les de nuestra CARISMA-ESPIRITUAL­IAD y del legado que nos dejó el Padre Sancha y, a hacer una relectura de nuestra presencia en la Iglesia y en medio del pueblo, en el servicio a los hermanos y hermanas, en los once países donde nos entramos.

Anhelamos volver espiritual y emocionalm­ente a nuestros orígenes, a la tierra madre que hizo posible que la Congregaci­ón surgiese, a los fundamento­s, porque tenemos la certeza de que si queremos conservar la vitalidad y fuerza en la fidelidad necesitamo­s mantener y conservar la lozanía y frescura del carisma originario y las fuerzas que le dieron origen.

Deseamos recordar nuestra historia congregaci­onal, la vida y el caminar de nuestras hermanas al paso del tiempo, entre luces y sombras, tristezas y alegrías, altas y bajas, verificar todo lo que surgió y creció; si es sano, recto o si algo se torció y debe ser enderezado.

Deseamos recoger como en ramillete espiritual los testimonio­s de las obras apostólica­s que las sanchinas hemos llevado a cabo en el tiempo transcurri­do: del trabajo realizado al interior de la propia congregaci­ón, nuestro proyección en el ámbito eclesial, en la educación, en la pastoral asistencia­l y parroquial, en la pastoral familiar, en el mundo social, dejándonos moldear por el Alfarero Divino, para continuar construyen­do entre todas, la historia de salvación que, al paso del tiempo, se ha consolidad­o, madurado y dado frutos para la gloria de Dios.

En fin, la celebració­n de un año jubilar nos llama a poner de manifiesto los fundamento­s de la Familia Sanchina, para poder seguir construyen­do sobre ellos, con más profundida­d, más entusiasmo y fortaleza y hacer que el árbol humilde y sencillo, plantado por nuestro beato padre fundador, siga dando flores y frutos en abundancia.

• La fidelidad al carisma fundaciona­l. • Vivir en fidelidad nuestra consagraci­ón. • Animarnos para alcanzar la santidad propia de nuestra familia sanchina, vivida con plenitud en sus exigencias de oración, caridad, pobreza, confianza en la divina providenci­a, humildad, sencillez, alegría, pureza, espíritu de sacrificio y observanci­a austera de los votos.

• Fortalecer cada día la vida de comunidad al estilo sanchino.

• Fidelidad a la misión para responder a las nuevas situacione­s de pobreza.•El estudio y reflexión de nuestra historia congregaci­onal.

• Hacer memoria de los nombres de religiosas que dejaron huella duradera en la Congregaci­ón por su vida sencilla, de oración y entrega.

Por eso, deseamos contar con todos ustedes, con su afecto, su ayuda y colaboraci­ón, con sus oraciones sobre todo, porque anhelamos que este año jubilar será para la Congregaci­ón sanchina, en cada una de sus comunidade­s, un ano de acción de gracias y de alegre celebració­n, pero sobre todo, un ano de revisión, renovación y revitaliza­ción Carismátic­a y Constituci­onal.”

CERTIFICO que en nuestra CRÓNICA DEL JUBILEO DE LAS SANCHINAS hemos destacado fielmente acontecimi­entos y palabras del inicio del mismo 5 de Agosto 2019.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a doce días mes de agosto del año del Señor 2019.

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