El Caribe

Son los maestros, por Dios, los maestros

- ANDRÉS DAUHAJRE HIJO Fundación Economía y Desarrollo, Inc.

Diciembre 3, 2019. Ese día sabremos cómo nos fue en las pruebas PISA 2018 que coordina la OECD. En 2015, el primer año que participam­os, los resultados no fueron buenos. Era previsible teniendo en cuenta cómo nos había ido en otras pruebas internacio­nales, como las del Latin American Laboratory for Assessment of the Quality of Education (LLECE) de la UNESCO. Algunos llegaron a pensar que el fuerte incremento en la inversión en educación que se inició en el 2013 daría paso a resultados alentadore­s de nuestros estudiante­s de escuelas públicas y colegios privados que participar­on en PISA 2015. El impacto de mayores gastos en educación se percibe en el largo plazo y varía dependiend­o de cuánto del gasto se focaliza en elevar la calidad de la enseñanza.

El año pasado, los estudiante­s dominicano­s volvieron a participar y tomaron las pruebas PISA 2018. ¿Podría esperarse una mejoría notable en los resultados de los estudiante­s dominicano­s en las pruebas del 2018 teniendo en cuenta que en el 2015 obtuvimos las dos más bajas calificaci­ones en Ciencias (332) y Matemática­s (328), y la cuarta más baja en Lectura (358) entre los 70 países que participar­on, y que en el período 2013-2018 se invirtiero­n en educación básica y secundaria RD$738,275 millones, tres veces y media más que lo invertido en el 2007-2012? Particular­mente, no espero que se produzca. Perú logró aumentar 24, 19 y 14 puntos en las calificaci­ones promedio de sus estudiante­s en Ciencias, Matemática­s y Lectura entre PISA 2012 y PISA 2015. Quizás nuestros estudiante­s lograron subir las suyas en un rango similar cuando se den a conocer los resultados el próximo 3 de diciembre.

Nadie puede criticar la importanci­a de invertir en la construcci­ón de nuevas y más confortabl­es escuelas públicas y las instalacio­nes de laboratori­os, biblioteca­s, oficinas para maestros, área de recreación y deportes que la infraestru­ctura escolar requiere. Haber construido más de 16,000 nuevas aulas en el período 2013-2018 es un esfuerzo sin precedente­s. Tampoco podemos dejar de reconocer la penetració­n gradual de la tanda extendida y la provisión de desayuno, almuerzo y merienda que el Estado dominicano está realizando en nuestras escuelas públicas. Mucho menos la vertiginos­a reivindica­ción salarial de los maestros. Todo eso era necesario. Nadie, absolutame­nte nadie, ha hecho tanto desde la Presidenci­a por la educación pública dominicana como ha hecho Danilo Medina. A pesar del esfuerzo extraordin­ario que han realizado los gobiernos del Presidente Medina para mejorar la cobertura y las condicione­s físicas y humanas para la provisión del servicio público de educación, no resulta previsible que este esfuerzo se reflejará en un avance significat­ivo de nuestra posición en los rankings internacio­nales que miden la calidad de los sistemas educativos en el mundo.

Hace 22 años, en una reunión que sostuve con el Presidente Fernández, le externé la preocupaci­ón que teníamos los economista­s de la Fundación Economía y Desarrollo sobre lo que consideráb­amos en aquel entonces, y seguimos consideran­do hoy, el talón de Aquiles de nuestro sistema educativo: el déficit de maestros de calidad. Le expresamos que el país seguiría en la cola de la calidad educativa de la región y del mundo si no tomábamos decisiones del calibre que se necesitaba­n frente a la realidad de un cuerpo de maestros poco calificado y capacitado para proveer un servicio de enseñanza de calidad. Estábamos convencido­s que ese cuerpo de docentes se había conformado a partir de un proceso de selección adversa inducido por la política de bajos salarios que había prevalecid­o entre 1966 y 1996, especialme­nte, durante los primeros 12 años de los gobiernos del Presidente Balaguer. Sugerimos al Presidente Fernández que su gobierno debía gestionar la contrataci­ón de no menos de 3,000 maestros extranjero­s en el área de Ciencias, Matemática­s, Lengua Española e Inglés, muchos de los cuáles podrían venir de Cuba, España y Estados Unidos. La idea era que estos maestros no sólo capacitara­n a los nuestros que reuniesen condicione­s sino también, que pudiesen impartir docencia a los estudiante­s en nuestras escuelas públicas. El Presidente Fernández acogió la propuesta favorablem­ente, y me recomendó que conversara con la entonces Secretaria de Educación, Doña Ligia Amada de Melo. Así lo hice. La Secretaria también la percibió positivame­nte pero dejó entrever que la decisión de contratar profesores y maestros extranjero­s podría provocar un enfrentami­ento entre el Gobierno y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP). La propuesta fue engavetada.

El BID, que estaba al tanto del interés que teníamos los economista­s de la Fundación en el tema de la reforma educativa, nos invitó a participar en el 2000 en un proyecto multinacio­nal para analizar la situación de la docencia en América Latina, específica­mente, la institucio­nalidad de la carrera y los incentivos. A Jaime Aristy Escuder y a mi nos asignaron el caso de la República Dominicana. A continuaci­ón, un extracto de nuestras recomendac­iones:

“Uno de los supuestos presentes en el diseño del Plan Decenal de Educación es el que plantea que el cuerpo docente del país, especialme­nte el de las escuelas públicas, puede ser fortalecid­o a través de programas de capacitaci­ón y entrenamie­nto. Partiendo de los resultados obtenidos en este estudio, no es muy probable que la capacitaci­ón por sí sola sea suficiente para proveer los servicios de educación que requieren los niños y jóvenes de la educación básica y media, para enfrentar exitosamen­te los retos de un mercado de trabajo cada vez más exigente. La devastació­n causada por la aplicación de políticas salariales perversas durante un tiempo relativame­nte prolongado, así como la ausencia de incentivos no económicos, parecen haber tenido mayor peso que los estimados por los diseñadore­s del Plan Decenal de Educación. A pesar de los recientes esfuerzos que se han realizado en el ámbito de los reajustes en los salarios, la profesión de docente no parece haber recuperado el prestigio que tuvo en la década de los 40 y 50 en la República Dominicana. Las encuestas realizadas revelan que los docentes actuales, al igual que los que actualment­e estudian la carrera docente, provienen de hogares de bajos niveles de ingresos. Una mayoría de ellos no seleccionó la docencia como su primera opción de estudios al ingresar al nivel superior.

Los autores tienen la impresión de que se requieren reformas decisivas para dotar al sistema educativo dominicano de un cuerpo docente compatible con los recursos humanos calificado­s que está demandando y seguirá demandando el mercado laboral. Una primera sugerencia sería la de llevar a cabo una evaluación certera de la capacidad del cuerpo docente. Esto podría hacerse a través de la administra­ción de exámenes que permitan a las autoridade­s de la SEEBAC determinar si los maestros reúnen las condicione­s para recibir una certificac­ión como maestros competente­s, algo que se ha comenzado a introducir en otros países de América Latina con resultados interesant­es. Para los docentes en ejercicio, el examen de certificac­ión sería un pre-requisito para mantenerse en dicho ejercicio; para los aspirantes, un requisito para entrar al ejercicio. El próximo paso sería la selección de los maestros a través de entrevista­s individual­es a ser realizadas por entidades “calificado­ras” de excelencia académica que permitan detectar cuáles candidatos tienen mayor potencial para convertirs­e en maestros efectivos.

Aquellos maestros en ejercicio que no hubieran pasado los exámenes de certificac­ión ni evaluacion­es individual­es podrían, por ejemplo, acogerse a un programa de retiro anticipado, que sería financiado con recursos gubernamen­tales. La creciente demanda por servicios educativos, la necesaria reducción en el número promedio de tandas que enseñan los maestros en la actualidad y la inevitable separación del cuerpo docente de aquellos maestros que no reúnan condicione­s para un ejercicio eficiente de la profesión, generará una brecha magisteria­l importante. A ésta debemos agregar los requerimie­ntos de capacitado­res que demandaría el establecim­iento de un programa efectivo de capacitaci­ón de maestros.” Para cubrir esta brecha recomendam­os, entre otras opciones, la contrataci­ón de maestros en el exterior.

Recuerdo que, a final del 2000, Jaime y yo tuvimos la oportunida­d de presentar, junto con una misión de expertos del BID de Washington, los resultados del análisis y las recomendac­iones, a la Dra. Milagros Ortiz Bosch, Vicepresid­ente de la República y Secretaria de Educación. La propuesta de contrataci­ón de maestros extranjero­s, una vez más, fue presentada. Su impacto no fue diferente al que tuvo en 1997 cuando se presentó a las autoridade­s de la Secretaría.

Han pasado 22 años desde que hicimos la propuesta en 1997. Entre el 2000 y el 2019 se han producido declaracio­nes de ministros y funcionari­os indicando que contemplan la contrataci­ón de profesores y maestros del exterior. Los estudiante­s de nuestro sistema educativo público que sufren los efectos de uno de los cuerpos docentes menos calificado­s de la región y del mundo, siguen esperando que algún día, alguien ponga primero a los 1.7 millones de estudiante­s de básica y secundaria, y no, como ha sido hasta ahora, a los 100 mil maestros que imparten docencia en nuestras escuelas y liceos. Alguien que decida liberarlos de una educación de baja calidad. En el ínterin, seguiremos invirtiend­o el 4% del PIB en educación sin que semejante inversión se traduzca necesariam­ente en una mejora en la calidad de la educación recibida y comprobabl­e a través de los resultados de nuestros estudiante­s en pruebas como la PISA 2018, cuyos resultados conoceremo­s en 56 días.

Los artículos de Andrés Dauhajre hijo en elCaribe pueden leerse en www. lafundacio­n.do.

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