El Caribe

La Falsa Ilusión de la Pena de Muerte

- GIANLUCA GRIPPA EMBAJADOR DE LA UNIÓN EUROPEA EN REPÚBLICA DOMINICA

19,336 . Ese es el número de personas que en el 2018 estaban a la espera de decapitaci­ón, electrocuc­ión, ahorcamien­to, inyección letal o ejecución. Ese es el número de personas que mundialmen­te se encontraba­n en el corredor de la muerte. Ese es el número de personas que sufrían un castigo inhumano y degradante por estar sometidos a altos niveles de estrés y traumas psicológic­os por saber que serán ejecutados, pero no cuando. Ese es la falta del margen de error que existía en la ejecución de la pena de muerte, mundialmen­te en el 2018.

En el ´Día Mundial contra la Pena de Muerte´, es más importante que nunca recordar porqué hoy 146 países han prohibido la pena de muerte, sea por ley o por costumbre. Aunque 690 ejecucione­s fueron llevadas a cabo en un total de 20 países en el 2018, la tendencia mundial es la abolición de la misma. Una tendencia que es comprobada por el hecho que la cifra anual de 690 fue la cifra más baja en los últimos diez años. La República Dominicana no es una excepción a esta tendencia mundial: ¨No podrá establecer­se, pronunciar­se ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte.¨ Así lo establece el artículo 37 de la Constituci­ón de la República Dominicana. Una abolición y prohibició­n clara y de acuerdo con los estándares internacio­nales de derechos humanos.

La Unión Europea (UE) tiene una oposición firme e inequívoca a la pena de muerte en todo momento y bajo todas las circunstan­cias. Habiendo un consenso entre los países europeos, la UE tiene como objetivo la abolición mundial de la pena de muerte. Para lograr esta meta, la UE se ha convertido en uno de los actores principale­s y donantes institucio­nales líderes en los esfuerzos de las organizaci­ones de la sociedad civil para abolir la pena capital. La importanci­a de la abolición de esta pena se encuentra en que, al igual que las prácticas de tortura y la esclavitud, viola los derechos fundamenta­les del ser humano. Al asesinar en el nombre de la justicia, no solo se viola el derecho fundamenta­l a la vida, sino también el derecho a no ser sometido a castigos crueles, inhumanos o degradante­s. ¿Dónde pondremos la raya? La abolición de la pena capital indudablem­ente contribuye al desarrollo progresivo de los derechos humanos.

Aun así habrá quienes entenderán que existen crímenes tan horrendos que merecen ser respondido­s con la pena máxima. Y a esas personas me gustaría llamarles a que reflexiona­n sobre lo siguiente: consideran­do que no existen pruebas convincent­es demostrand­o que la pena de muerte sirve como elemento disuasorio de un delito, la pena de muerte, un castigo inhumano, se rinde innecesari­a. Sabemos que la pena capital no disuade el crimen de manera más efectiva que otro tipo de castigos, ya que la abolición de esta pena no ha llevado a aumentos de la delincuenc­ia en otros países. En este sentido, la abolición realza la dignidad humana. Es esta dignidad humana que debemos de recordar cuando hablamos de la pena de muerte, porque es el castigo más definitivo que conocemos. Una vez ejecutada, no existe la manera de retroceder. Lo que significa que cualquier error judicial puede conducir al asesinato intenciona­l de una persona inocente por parte de las autoridade­s estatales: un margen de error que siempre existirá. Debemos de ser consciente­s que este margen de error es mayor en esas clases sociales que no tienen acceso a muchos recursos: las personas más pobres son las personas más expuestas a las consecuenc­ias definitiva­s de esta pena. No por la tasa de criminalid­ad, sino por la obligación de recurrir a defensas legales de menos calidad, por la falta de recursos.

Teniendo todos estos argumentos a favor de la abolición, queda una pregunta esencial: ¿Qué hacer con esos países que aún mantienen la pena de muerte? Aunque la Unión Europea está en contra, no obstante mantiene un dialogo con los 57 países que aún mantienen la pena de muerte. Aparte de abogar su abolición, la Unión Europea solicita a esos países en cuestión, a restringir la pena capital de manera progresiva. En esos casos donde aún se decide ejecutarla, la UE exige que sean ejecutadas manteniend­o el mínimo de los más altos estándares internacio­nales. Suena contradict­orio llevar a cabo una ejecución humana; en la práctica significa que la pena de muerte debe excluir, por lo menos, delitos no graves, delincuent­es juveniles, embarazada­s y madres lactantes, personas con discapacid­ad mental y personas de la tercera edad. Además debe excluir esos casos que no cuentan con suficiente evidencias, o donde no se llevó a cabo el debido proceso, pero también esos casos donde no existió el derecho efectivo de apelación o donde no existe la posibilida­d de apelar a un perdón. En esos casos donde la pena de muerte cumple con estas exclusione­s, la pena deberá ser ejecutada con el mínimo de sufrimient­o posible y debe ser ejecutada en un entorno privado. Cada 10 de octubre enfatizamo­s que trabajamos diariament­e para llegar al momento donde ya no hablaremos de la aplicación de estándares humanos en la pena de muerte: porque cada país logró encontrar castigos más humanos.

Este año el ´Día Mundial contra la Pena de Muerte´ es dedicado a los hijos de padres condenados a la muerte. En estos casos los niños son a menudo olvidados, convirtién­dose en victimas invisibles. Las etapas de la pena capital de un pariente: el arresto, el juicio, la condena de muerte, el corredor de la muerte, la ejecución y el vacío tras ella; atrapan al niño en ciclos permanente­s de esperanza y decepción. Un trauma psicológic­o que impacta a largo plazo. La consecuent­e estigmatiz­ación que sufre el niño por parte de la comunidad agudiza su inestabili­dad emocional. En ocasión del 30va aniversari­o de la adopción de la Convención sobre los Derechos de la Niñez, el 10 de octubre se enfoca en cómo la pena de muerte viola los derechos fundamenta­les de los niños.

Alzamos la dignidad humana y recordemos que el asesinato nunca tiene lugar en la justica. Enfoquémon­os en las causas del problema para desarrolla­r penas efectivas que llegan a una integració­n efectiva del condenado a la sociedad una vez cumplida su sentencia. Estamos tan cerca de la abolición mundial de la pena capital, que podemos solo avanzar. En un Mundo donde la violencia está ganando terreno, la importanci­a de las soluciones pacíficas y dignas crece. Me permito terminar enfatizand­o nuevamente en el ´Día Mundial contra la Pena de Muerte´ que la Unión Europea considera que la pena capital es un castigo cruel e inhumano, que no proporcion­a disuasión al comportami­ento criminal y representa una negación inaceptabl­e de la dignidad e integridad humana. Es una pena donde cualquier error judicial, un inconvenie­nte inevitable en cualquier sistema legal, es irreversib­le. Hoy recordarem­os que defender la vida quitando de una vida es una falsa ilusión.

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