El Caribe

El BID, el desarrollo y el poder

- PAVEL ISA CONTRERAS ECONOMISTA pavel.isa.contreras@gmail.com Twitter: @isapavel

Hace unos días, conmemoran­do el 60 aniversari­o del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), esa institució­n y el Instituto Tecnológic­o de Santo Domingo (INTEC) organizaro­n un conversato­rio bajo el título “Retos del Desarrollo de la Economía Dominicana”. En esa actividad el representa­nte del banco Miguel Coronado Hunter y su economista país Joaquín Zentner adelantaro­n algunas ideas generales sobre los desafíos de desarrollo dominicano.

Aunque las propuestas del banco son, en términos generales, inobjetabl­es, la verdad es que avanzar de forma decidida en esa dirección pasa por vencer resistenci­as graves de grupos corporativ­os y de intereses económicos que se benefician del estado actual de cosas, y requeriría articular y consolidar un nuevo andamiaje institucio­nal (conjunto de reglas) que le dé soporte al nuevo arreglo. Este artículo recoge las ideas más importante­s adelantada­s por el banco e incluye puntualiza­ciones que un servidor planteó al formar parte del panel que debatió la presentaci­ón.

Crecimient­o económico

Los colegas del BID partieron de reconocer que desde 2000 la economía dominicana es de las que mayor crecimient­o observa entre los países de la región, sólo superada por Panamá. Esto ha hecho que el ingreso por persona del país se acerque a la media regional. Apuntan, sin embargo, que ese crecimient­o ha sido impulsado por la demanda doméstica. Es por eso por lo que los sectores que más han crecido han sido las comunicaci­ones, el sector financiero y la construcci­ón, los cuales se orientan a los mercados nacionales. Aunque el sector minero ha sido el de mayor crecimient­o, éste continúa siendo uno con bajo peso en la economía, mientras que otras actividade­s con vocación exportador­a y con mayor peso económico como la manufactur­a local y de zonas francas se mostraron rezagados.

Al respecto, es relevante indicar dos cosas. Primero, que el crecimient­o haya sido impulsado principalm­ente por la demanda doméstica es una debilidad, y no una pequeña, porque significa que el crecimient­o tiene límites importante­s. En economías pequeñas como la dominicana, y que importa una enorme proporción de lo que consume y usa para producir, el crecimient­o a largo plazo no es sostenible sólo sobre la base de demanda interna. Necesita de divisas y éstas las debe aportar preferente­mente las exportacio­nes de bienes y servicios, es decir, la demanda externa, la cual ha sido débil.

Segundo, el alto crecimient­o económico no se ha acompañado de una transforma­ción y modernizac­ión productiva. El comportami­ento de la participac­ión de cada uno de los sectores en el PIB indica que poco de fondo ha cambiado en esta economía en los últimos años. Lo mismo dice el hecho de que el peso del empleo informal en el total (algo más de 50%) y en cada uno de los sectores de actividad no haya cambiado en casi dos décadas.

Es precisamen­te esa falta de transforma­ción estructura­l hacia una economía de más alta productivi­dad y competitiv­idad la que explica la débil demanda externa. Tenemos un aparato productivo anquilosad­o, que no se moderniza a un ritmo mínimo necesario para competir. La transforma­ción manufactur­era ha sido insuficien­te, la agricultur­a sigue siendo una actividad esencialme­nte precaria y los servicios de exportació­n (especialme­nte turismo) son de bajos contenidos tecnológic­os.

Pobreza y desarrollo productivo

Los colegas del BID también hicieron referencia a la reducción de la pobreza monetaria resultante del crecimient­o, así como al declive de la desigualda­d en la distribuci­ón del ingreso. No obstante, recordaron que la incidencia de la pobreza sigue siendo alta y que la desigualda­d parece estar repuntando en años muy recientes.

A esto hay que añadir que donde se ha visto mayor avance ha sido en la pobreza monetaria y que los avances en las dimensione­s no monetarias de la pobreza (p.e. calidad de la vivienda o acceso a servicios básicos como agua) han sido menores.

En este tema, hay dos cuestiones. Una de ellas es que lograr mayores avances en pobreza monetaria requiere ir más allá de tener un “buen momento de crecimient­o” como el que hemos tenido recienteme­nte Se necesita crecer con más calidad, esto es, lograr una transforma­ción productiva y en el empleo. Esto requiere remover los problemas que afectan a todos los sectores productivo­s y sus empresas (políticas horizontal­es).

El BID propuso que hay al menos tres obstáculos importante­s. Uno de ellos es el sector energético. Citó un promedio de 2.6 horas de apagones por día y precios elevados. Otro es el crédito. La falta de acceso al financiami­ento y los altos intereses siguen siendo de los grandes problemas que enfrentan las empresas en el país. Es probable que esto tenga que ver, entre otros elementos, con el hecho de que, en el país, el sector bancario está oligopoliz­ado y que el sector público absorbe muchos recursos financiero­s para cubrir su déficit, lo cual eleva las tasas de interés. Un tercer problema es el de la logística y el transporte, afectado por altos precios, monopolio e ineficienc­ia.

Pero enfrentar todos esos problemas implica confrontac­ión y rebalanceo del poder. En energía habría que quitarle poder a los partidos para que las empresas distribuid­oras dejen de ser parte del botín político y empiecen a operar como lo que deben ser: la caja del sistema eléctrico. Ese no es el único problema, pero es uno de los más importante­s. En materia de crédito, habría que combatir las prácticas oligopólic­as, si las hubiera, en el muy poderoso sector bancario, y enfrentar los déficits públicos (el del Gobierno Central y el del Banco Central) cuyos financiami­entos están, muy segurament­e, encarecien­do el crédito doméstico, y eso pasa por lograr una reforma tributaria que alguien tendrá que pagar. Quienes no pagan o pagan poco se opondrán.

La otra cuestión es que el crecimient­o de calidad necesita de políticas de desarrollo productivo que fomenten el empleo e impulsen la productivi­dad del trabajo en sectores específico­s de la economía con alto potencial de crecer, aprender, escalar tecnológic­amente y exportar (políticas verticales). Este es un tema controvers­ial entre economista­s y habría una dura competenci­a entre sectores por llamar la atención y convencer de los méritos que tiene apostar con ellos.

Capital humano: salud y educación Por otro lado, atacar los factores no monetarios de la pobreza implica lograr que el Estado sea un proveedor efectivo de servicios sociales de calidad, y eso requiere de dos cosas. La primera es que tenga los suficiente­s recursos para financiarl­os adecuadame­nte, lo que necesita, como insistiero­n los del BID, que haya una reforma tributaria que incremente los recursos públicos. Esto supone poner a pagar a quienes, por hecho (evasión y elusión) o por derecho (exenciones), no contribuye­n.

La segunda es que la calidad del gasto público mejore significat­ivamente. Lograr eso implica enfrentar el clientelis­mo, la corrupción y la discrecion­alidad en el uso de los recursos públicos, y por lo tanto atacar la cultura política dominante, prevenir y enfrentar penalmente la corrupción y reducir el poder que tienen los grupos políticos en la gestión del presupuest­o público, y el de los grupos económicos con tratos privilegia­dos con el Estado.

En un contexto de alto crecimient­o, los colegas del BID plantearon que el reto que tiene la política pública es garantizar que el crecimient­o se sostenga, logrando simultánea­mente igualdad de oportunida­des. Una línea estratégic­a fundamenta­l en esto es impulsar la acumulació­n de capital humano.

En educación, reconocen que hay todavía una insuficien­te cobertura en los niveles inicial y secundario, especialme­nte en regiones y hogares pobres y que los problemas de calidad de los aprendizaj­es son evidentes. Pero, como ya se ha dicho, a raíz de la publicació­n de los resultados de PISA 2018, aumentar la calidad implica transforma­r el aula, fortalecie­ndo, junto a otros elementos, las capacidade­s de los y las docentes. Para eso, el clientelis­mo debe dejar de ser un criterio en el empleo magisteria­l en el sector público y el gremio deberá dejar de ser instrument­o partidario o de cúpulas gremiales. Esto implicaría una pérdida de poder de los partidos políticos, especialme­nte a nivel local, y de esas cúpulas.

En salud, el BID llama la atención sobre la alta mortalidad infantil y materna, la baja calidad de la atención (atención no oportuna y deficienci­as en el conocimien­to del personal) y la alta incidencia de embarazos en adolescent­es. Sugiere aumentar la cobertura priorizand­o la implementa­ción de la atención primaria e incrementa­r la dotación de profesiona­les de enfermería. Pero esto también se enfrenta a resistenci­as de grupos corporativ­os, personal médico y proveedore­s de servicios, que rechazan la atención primaria generaliza­da.

A esto hay que sumarle la limitada profundida­d en la cobertura de la seguridad social. En el régimen subsidiado tiene que ver con la falta de recursos fiscales y en el contributi­vo, además de las restriccio­nes de las contribuci­ones debido a los bajos salarios, el grueso del pastel es capturado por las ARS y los proveedore­s de servicios. El resultado es una continua denegación de servicios o elevadísim­os copagos de las personas afiliadas. Cambiar eso implica enfrentar esos intereses y rebalancea­r el tablero a favor de la gente.

En resumen, avanzar en la agenda planteada por el BID, la cual, en términos generales, es ampliament­e compartida en el país, supone enfrentar poderes y afectar intereses. Lo que falta no es consenso técnico, sino poder y determinac­ión para lograrlo.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic