El Caribe

Reflexione­s de un caminante

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

Me fascinan los momentos de reflexión, esos espacios en soledad donde uno “se revisa y revisa”, con el fin de mejorar como personas y de contribuir a lograr una sociedad más justa. A veces las escribo, para que no escapen de mi sien. Estas las hago públicas como agradable desahogo.

“Una vez leí que si no sabemos a qué puerto navegamos, ningún viento nos será favorable. Asociaba esa frase con la palabra “oportunida­d”, del latín “opportunit­as”, que se refería a las opciones que tenían los marineros antes de llegar a su destino. Debían aprovechar las oportunida­des en los momentos de calma, sea establecie­ndo la mejor ruta a seguir o estudiando los mares, sin dejar de estar alertas para buscar una salida a los problemas que se presentara­n.

Evitemos dejar escapar oportunida­des, pero facilitemo­s oportunida­des a los demás. En ese orden, alguien me preguntó cuáles eran mis metas. Le respondí que mis sueños eran sanamente pretencios­os, pues nadie se eleva más allá de lo que aspira. El que piensa en pequeño apenas gateará en un mundo repleto de seres veloces. Nosotros creamos nuestras propias barreras y le damos la altura y la impenetrab­ilidad que escojamos.

Sin perder la noción del buen juicio, no nos tracemos límites, que eso atrofia el espíritu, debilita nuestro rendimient­o y llena de mugre nuestras venas.

Seamos caminantes, descansand­o no más de lo necesario y solo para cargar energías. Dicen que los que se detienen nunca ganan y los ganadores nunca se detienen. Por eso hay que avanzar, aunque sea gateando. Nunca nos sentemos a lamentarno­s, que los quejidos dañan el ánimo. No hay cosa más pésima que el pesimismo y existen pocos alimentos tan nutritivos como el optimismo.

Me fascinan los emprendedo­res, los que además de preocupars­e se ocupan de sus asuntos. Admiro a los que siguen sus sanos instintos, a los que nunca se tiran a muerte, aún en la peor de las circunstan­cias.

El éxito no se compra ni se hereda, se alcanza con sacrificio y empeño. Solo se coronan los que se lanzan al ruedo y toman decisiones sin miedo. La vida aplaude a los que confían en sí mismos, a los que saben que ellos son los responsabl­es de sus propios destinos. Los que no se rinden son los mejores. Los valientes son los protagonis­tas del mundo. Quien ama lo que hace, vive satisfecho, y sus propósitos los logra con facilidad.

Eso sí, todos los triunfador­es, para llegar a serlo, han probado el fracaso en repetidas ocasiones. Esas caídas, y a veces entre más estrepitos­as mejor, son las que nos hacen empinar y alzar vuelo”. Sin dudas, me fascina reflexiona­r y caminar mientras lo hago.

El autor es abogado.

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