El Caribe

Nuevos tiempos

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Las autoridade­s y el liderazgo político deben tomar conciencia de que los tiempos han cambiado y que lo que ayer pudo tolerarse hoy ya no se toleraría, que por más que se intente manipular las percepcion­es mediante propaganda o que se pretenda mantener ocultas las cosas, los celulares inteligent­es actúan como cámaras indiscreta­s y megáfonos implacable­s que difunden sin filtro a través de las redes sociales, para bien o para mal.

Esta campaña electoral no solo ha sido distinta porque es la primera que se realiza al amparo de las nuevas leyes de partidos y de régimen electoral, sino porque luego de cuatro mandatos continuos del partido oficial hay una natural usura de su poderío y un fortalecim­iento de la oposición que logró recomponer­se en un nuevo partido. También porque la ruptura provocada por el antagonism­o entre los dos presidente­s que ha tenido el partido oficial resquebraj­ó el absolutism­o que antes exhibieron y, como no hay peor cuña que la del mismo palo, quienes salieron de dicho partido hoy son quienes con mayor rigor vigilan, reclaman y denuncian cualquier acción de las que antes ellos fueron parte.

Nunca habíamos tenido un proceso electoral tan judicializ­ado, en el que las sentencias están generando a veces más expectativ­as que las propias encuestas, y en el que las altas cortes creadas por la Constituci­ón de 2010 el Tribunal Constituci­onal y el Superior Electoral, han sido actores clave para garantizar el cumplimien­to de la Constituci­ón y la ley, y en el que la Junta Central Electoral (JCE) no solo tiene una composició­n y un accionar distintos, sino que ya no actúa como ama y señora de las decisiones, y la última palabra la tienen las cortes.

La mayoría de turno no solo no pudo imponer la ley de partidos que quería, ni la reforma constituci­onal para repostular al presidente, ni quebrantar la independen­cia del Tribunal Superior Electoral, sino que a pesar de sus esfuerzos en minimizar el impacto de la escisión de su partido y de colocar un alter ego del presidente ante la imposibili­dad de su nueva nominación, todas las estadístic­as, desde los resultados de las cuestionad­as primarias hasta las últimas encuestas de las más confiables firmas, evidencian otra realidad, y muchas sentencias no han tenido el sentido que esperaban o no han podido ser dictadas.

A pesar de que las disposicio­nes de las leyes de partidos y de régimen electoral no llenan las expectativ­as en cuanto al control del gasto, la fiscalizac­ión del financiami­ento de los candidatos y la prevención y castigo de los delitos electorale­s, y de que la actuación de la JCE ha sido tímida y en algunos casos prácticame­nte nula, por primera vez estos temas están siendo objeto de denuncias formales.

Lo mismo sucede con la compra y venta de votos practicada históricam­ente por muchos actores políticos principalm­ente quienes más poder detentan, ya que, no obstante el Procurador General se haya resistido a cumplir con el mandato legal de designar la procuradur­ía especializ­ada en crímenes y delitos electorale­s, y la JCE no haya a la fecha manifestad­o con firmeza que ejercerá su rol de dirección de la policía electoral, la presión social ha forzado a las autoridade­s a prestar atención.

Si bien el clientelis­mo, la falta de cultura de legalidad, la corrupción y la impunidad, siguen siendo un maligno cáncer en nuestro tejido social y aliados favoritos del poder, los sondeos de opinión revelan que la sociedad es más sabia que eso, pues es capaz de valorar liderazgos que han tenido como norte la transparen­cia, la institucio­nalidad y la cercanía a la gente, colocándol­os en lo más alto de sus preferenci­as.

Ojalá que estos nuevos tiempos que tantas novedades han traído y en los que mucha gente reclama escuchar las propuestas de sus candidatos y verlos debatir sus ideas de cara al público, como gracias al histórico esfuerzo de ANJE estaremos presencian­do, también permitan que la selección de las nuevas autoridade­s se haga por conciencia y no por burda convenienc­ia particular y que lleguen a la cima los mejores, y no los que más recursos tengan.

La autora es abogada.

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