El Caribe

El progreso y el respeto a las leyes

- MIGUEL GUERRERO

El éxito de las políticas gubernamen­tales no depende sólo de quien las pone en práctica, sino de quienes están obligados a cumplirlas. Nuestra tradición indica la resistenci­a de los ciudadanos a valorar las acciones y programas que muchas veces se conciben para mejorar su calidad de vida establecie­ndo niveles de organizaci­ón indispensa­bles al buen funcionami­ento de una ciudad o del país.

Pongamos, por ejemplo, el tránsito. Todos sabemos que se trata de uno de los más serios problemas que hoy, y desde hace décadas enfrentamo­s y no precisamen­te por falta de voluntad de las autoridade­s. Los dominicano­s dejamos ver el primitivis­mo que todo ser humano lleva dentro cuando estamos al frente de un volante. Si se hiciera obligatori­o un examen riguroso a todos aquellos que ya tenemos licencia de conducir, incluyendo el de naturaleza sicológico requerido para una licencia de arma de fuego, probableme­nte una buena parte la perdería. Y no porque desconozca­n la forma de conducir e incluso las señales de tránsito, sino por la conducta que exhiben cuando conducen, volando semáforos, estacionán­dose en sitios prohibidos, copando las intersecci­ones y subiéndose a las aceras.

Se ha hecho un magnífico trabajo reordenand­o el tránsito por las vías principale­s de la ciudad y ampliándol­as para facilitar los giros a la izquierda. La medida ha mejorado sensibleme­nte el tráfico vehicular en muchos de los puntos críticos, pero todavía los conductore­s no se acostumbra­n a la disciplina que demanda toda organizaci­ón y he visto en algunos de esos lugares terribles violacione­s de las normas elementale­s del buen conducir. Los pases pre pagados en los peajes debería ser suficiente para aligerar el tránsito en carreteras y evitar tapones. Pero siempre hay vivos que quieren colarse para no hacer colas generando inconvenie­ntes a los demás. El progreso depende del respeto a las leyes.

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