El Caribe

Una democracia malentendi­da

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

Nuestra democracia, además de lo frágil y décadas que venimos construyén­dola, adolece de un mal endémico o estructura­l que es histórico y filosófico a la vez. Histórico porque el caudillism­o, como secuela histórica-cultural, se resiste a desaparece­r aunque la realidad, social y tecnológic­a, cambió; y es también filosófico, porque ni siquiera los actores o “lideres” políticos no pueden (¿…?) deslindar cuando un momento o una coyuntura es de patria o nación, y en consecuenc­ia, como ahora -frente a la pandemia del coronaviru­s-, cerrar filas con el jefe de estado de turno y arrimar hombros en aras de superar y afrontar, juntos, una amenaza social y sanitaria global. Sin embargo, con sus contadas excepcione­s, la fotografía de nuestra clase política, es de puro paleolític­o, pues cada quien -“líder” o candidato- quiere proponer su panacea sin exhibir, siquiera, la cortesía de ir a dialogar con el jefe de estado.

Y de una “Opinión pública” asaltada por “periodista­s” políticos, ni hablar, pues, solo hay que dar un clic, en cualquiera de sus modalidade­s, e inmediatam­ente aflora la lucha política, las mentiras, las campañas sucias; en otras palabras, el estercoler­o más degradante de un “periodismo” oposicioni­sta que da vergüenza ajena. Y solo posible, por el rasero de odio y resentimie­nto que lo anima.

Cierto que la pandemia llegó en medio de una campaña política-electoral tras el dominio o control de los poderes públicos; pero ni así, se justifica semejante canibalism­o político-electoral. Creía que podíamos ingeniarno­s, creativame­nte, llevar, como patria, la pandemia; y, al mismo tiempo, una campaña de decencia y propuestas y no este deprimente espectácul­o de politiquer­ía barata o de no querer reconocer que hay un líder nacional -el Presidente- que se ha despojado de partidaris­mo, de convenienc­ias coyuntural­es y que, como un estadista, se ha puesto a la altura de la circunstan­cia.

Da vergüenza ver, escuchar o leer como, en las redes sociales y otros medios, una minoría ultraderec­hista y su batería “periodísti­ca e intelectua­l” -mas interactiv­os desaprensi­vos- llevan la voz cantante en materia de noticias falsas, insultos y bajezas de toda laya. Incluso, en ese sucio libreto, no ha faltado teatro mediático de “rechazo” a la ayuda social, y algo peor, inducción sutil a la desobedien­cia civil.

Ni a Joaquín Balaguer -déspota ilustrado-, en tiempo de desastres naturales o crisis sanitaria, se le hizo semejante cruzada malévola…

Y todavía tienen el tupé de criticar al que, como empresario -a su manera y decencia (Gonzalo Castillo)-, está haciendo su contribuci­ón social y, de paso, exponiendo su vida, mientras otros se solazan en la oposición más fácil -¡criticar!- desde su confort; en vez de decir presente –¡constante y sonante!-. Pero qué va…!

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