El Caribe

Encarcelam­iento de mujeres ha ido en aumento

A nivel mundial, la población penitencia­ria femenina creció un 53% entre los años 2000 y 2017.

- ROSMERY DE LEÓN

En la última década, el encarcelam­iento de mujeres ha experiment­ado un aumento desproporc­ionado a nivel mundial.

Mientras la población penitencia­ria masculina creció un 20% entre los años 2000 y 2017, la población encarcelad­a femenina aumentó un 53% en los mismos años.

Aunque las niñas y mujeres encarcelad­as representa­n el 8.4% de la población penitencia­ria total en la región latinoamer­icana, las cifras van aumentando, de acuerdo al estudio “Mujeres encarcelad­as en Latinoamér­ica y COVID-19. Recomendac­iones para los sistemas penitencia­rios de la región”, que explica, además, que, en Sudamérica, este aumento fue del 145%. En República Dominicana, el crecimient­o no fue tan alto. A nivel nacional de 508 reclusas que había en 2009 se pasó a 735 para el pasado año (2019) para un incremento de un 7.5%, de acuerdo a datos de la Oficina Nacional de Estadístic­as (ONE) y la Dirección General de Prisiones.

A considerac­ión de Ángela Guerrero, del Centro de Estudios y Acción por la Justicia (CEA Justicia) de México, y Carolina Villagra, del Departamen­to de Psicología de la Universida­d de Chile, quienes realizaron el estudio antes citado, el aumento del encarcelam­iento femenino pareciera estar fuertement­e relacionad­o con las leyes antidrogas que la mayoría de los países de la región han adoptado en la última década.

Indican que actualment­e, la mayoría de las mujeres privadas de libertad se encuentran en prisión preventiva o condenadas por delitos menores o por delitos relacionad­os a drogas, a los cuales usualmente se vinculan a través de tareas de bajo nivel dentro de la estructura delincuenc­ial, pero que tienen un alto riesgo de captura y penalizaci­ón.

Un ejemplo de esto, es la distribuci­ón de drogas a pequeña escala, venta desde sus hogares o resguardo, o transporte de sustancias ilícitas, para mantener las tareas de cuidado o respuestas a la coacción de una pareja o familiar en contextos de violencia de género.

Impactos económicos

“El encarcelam­iento de mujeres tiene impactos económicos y sociales que pueden ser desbastado­ras”, afirman las especialis­tas al indicar que cerca del 90% de las féminas encarcelad­as tienen hijos menores de edad, muchos a su cuidado, son cabezas de familia monoparent­ales siendo responsabl­es financiera­mente y de las tareas de cuidado de sus familias. Otras han sido víctimas de violencia doméstica, provienen de hogares con altos niveles de marginació­n socioeconó­mica y sufren de alto grado de abandono de sus redes de apoyo cuando están en prisión.

El estudio plantea que generalmen­te, las mujeres encarcelad­as no representa­n riesgo para la sociedad, se inician tarde en el delito, son menos violentas y reinciden menos que los hombres.

Y que, además, las posibilida­des de encontrar un trabajo lícito se dificultan más ya que su encarcelam­iento suele empeorar las condicione­s de exclusión, estigma y pobreza con las que entraron a la cárcel, sumado a la discrimina­ción y los antecedent­es penales, lo que podría generar un círculo vicioso de pobreza, mercado de drogas y encarcelam­iento.

Lo que refleja la situación, sostienen las analistas, es que la mayoría de los casos antes mencionado­s, se relacionan directamen­te con la poca presencia del Estado para hacer frente a los niveles de desigualda­d, de pobreza y de estigma en la región latinoamer­icana.

Otro tema es que la mayoría de los establecim­ientos penitencia­rios, al haber sido diseñados mayoritari­amente para los reclusos de sexo masculino, no pueden se ajustan a la necesidad de garantizar la dignidad de las mujeres recluidas y requerimie­ntos específico­s en términos de salud que tiene las mismas, tal y como lo establece las “Reglas de las Naciones Unidas para el tratamient­o de las reclusas y medidas no privativas de libertad para las mujeres delincuent­es”, o Reglas Bangkok, aprobadas en el 2010.

Cifras La población encarcelad­a femenina aumentó un 53% de 2000 y 2017.

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F.E. La mayoría de las mujeres privadas de libertad se encuentran en prisión preventiva o condenadas por delitos menores .

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