La diferencia
NO EXAGERAMOS si afirmamos que el país se encuentra en este momento a mediados de marzo de este año, en lo que tiene que ver con la presencia de la COVID-19.
La diferencia es que entonces la gente ignoraba esa terrible realidad, o no la tomaba seriamente. Era el período previo al día de las votaciones del pasado 15 de marzo, y el gobierno vino a confirmarlo con la declaratoria de emergencia el día 18.
Se tenía conocimientos de algunos casos registrados y por confirmar, pero aún no se conocían todos los detalles ni la gravedad de la situación.
Durante esos días la gente continuaba en las calles, sin pleno conocimiento de que el coronavirus estaba entre nosotros, hasta la declaración del estado de emergencia.
Hoy andamos en la fase II de la llamada desescalada, es decir, del relajamiento de las medidas adoptadas con el primer decreto de declaratoria de emergencia.
En la fase II, el gobierno trata de encaminar a la Nación a la normalidad a la que todos aspiramos, después del largo peregrinaje de más de dos meses de restricciones que se asumían con el plan “Quédate en casa”. Ahora vivimos en la covidianidad.
Con las más variadas actividades productivas y de servicios en desarrollo, el transporte público en marcha, con la gente en la calle, la diferencia la pone que estamos enterados y se asume que conscientes de la amenaza activa.
Durante el período anterior, el gobierno hizo lo que entendió necesario en materia sanitaria y también capitalizó la emergencia desde una perspectiva política, en medio de un proceso electoral suspendido por los efectos de la pandemia.
De modo que la pandemia se convirtió en un fenómeno malvado para la población, pero oportuno para un relanzamiento del gobierno y para reposicionar al partido oficial y su candidato con la vista puesta en las elecciones del próximo 5 de julio, después de los resultados negativos de las votaciones municipales.
El valor de la emergencia para el ciudadano común fue la concienciación sobre la letalidad de coronavirus y los peligros que entraña.
Una nueva declaratoria de emergencia sólo tendría sentido para mantener vigente el toque de queda nocturno. Y nada más.
CARLOS NINA GÓMEZ
H(1 de 2)
ay que ratificarlo: El debate electoral -en estos tiempos que se observan con acentuado ruido previos a las esperadas elecciones presidenciales y congresuales del próximo cinco de julio- es una necesidad.
Un debate entre los principales candidatos (Gonzalo Castillo, Leonel Fernández y Luis Aibnader) fortalece el sistema democrático de la nación. Lo he escrito en otros trabajos, pero ahora, cuando crece la expectación por la consulta comicial de julio, el tema cobra más fuerza. Hay interés, especialmente por parte de la sociedad civil, de que el debate electoral ¡por fin sea una realidad!
Sin embargo, cuando daba inicio a este artículo se informó -¡Oh, qué negativa sorpresa!- que los debates, que ya tenía organizados la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) con los principales aspirantes a la Presidencia, habían sido suspendidos.
Esta fue la nota de ANJE: “A pesar de los esfuerzos y acciones desplegadas, es con gran pesar que nos vemos obligados a cancelar la realización de los debates electorales a nivel Presidencial, por no haber quórum por parte de todos los candidatos presidenciales invitados para poder llevar a cabo la iniciativa”.
ANJE considera que con el debate electoral –es lo que he escrito- se fortalece la democracia. Pero creo que la cúpula de ANJE debió ser más específica al hacer el anunció de la cancelación de los debates. Por ejemplo, precisar que uno de los tres candidatos, Gonzalo Castillo, se abstuvo de debatir.
Es decir, que el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) justificó su ausencia al llamado a los debates alegando “compromisos previos”. ¿O no fue esa la excusa?
Con suficiente tiempo la ANJE les comunicó a los aspirantes a la jefatura del Estado que estaba organizando todo el protocolo para hacer realidad los debates.
Temístocles Montás, presidente del PLD, ante la “especulación” de que Gonzalo Castillo no había mostrado interés de participar, reaccionó con esta categórica declaración “:Nuestro candidato estará listo para estar en el debate”.
Pero, es lo que también se dijo, horas después de lo afirmado por el presidente del PLD, los estrategas de la campaña de Gonzalo Castillo -a sabiendas de que “ese no es el foro (público)” que favorece al aspirante peledeísta, determinaron que no aceptara la propuesta de ANJE. El pasado martes Gonzalo, Leonel y Abinader presentaron por televisión, con amplia parafernalia, sus ofertas electorales. ¡Pero eso no basta!
Sigo en la segunda entrega.