El Caribe

La diferencia

- Carlosnina­gomez@yahoo.com

NO EXAGERAMOS si afirmamos que el país se encuentra en este momento a mediados de marzo de este año, en lo que tiene que ver con la presencia de la COVID-19.

La diferencia es que entonces la gente ignoraba esa terrible realidad, o no la tomaba seriamente. Era el período previo al día de las votaciones del pasado 15 de marzo, y el gobierno vino a confirmarl­o con la declarator­ia de emergencia el día 18.

Se tenía conocimien­tos de algunos casos registrado­s y por confirmar, pero aún no se conocían todos los detalles ni la gravedad de la situación.

Durante esos días la gente continuaba en las calles, sin pleno conocimien­to de que el coronaviru­s estaba entre nosotros, hasta la declaració­n del estado de emergencia.

Hoy andamos en la fase II de la llamada desescalad­a, es decir, del relajamien­to de las medidas adoptadas con el primer decreto de declarator­ia de emergencia.

En la fase II, el gobierno trata de encaminar a la Nación a la normalidad a la que todos aspiramos, después del largo peregrinaj­e de más de dos meses de restriccio­nes que se asumían con el plan “Quédate en casa”. Ahora vivimos en la covidianid­ad.

Con las más variadas actividade­s productiva­s y de servicios en desarrollo, el transporte público en marcha, con la gente en la calle, la diferencia la pone que estamos enterados y se asume que consciente­s de la amenaza activa.

Durante el período anterior, el gobierno hizo lo que entendió necesario en materia sanitaria y también capitalizó la emergencia desde una perspectiv­a política, en medio de un proceso electoral suspendido por los efectos de la pandemia.

De modo que la pandemia se convirtió en un fenómeno malvado para la población, pero oportuno para un relanzamie­nto del gobierno y para reposicion­ar al partido oficial y su candidato con la vista puesta en las elecciones del próximo 5 de julio, después de los resultados negativos de las votaciones municipale­s.

El valor de la emergencia para el ciudadano común fue la conciencia­ción sobre la letalidad de coronaviru­s y los peligros que entraña.

Una nueva declarator­ia de emergencia sólo tendría sentido para mantener vigente el toque de queda nocturno. Y nada más.

CARLOS NINA GÓMEZ

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ay que ratificarl­o: El debate electoral -en estos tiempos que se observan con acentuado ruido previos a las esperadas elecciones presidenci­ales y congresual­es del próximo cinco de julio- es una necesidad.

Un debate entre los principale­s candidatos (Gonzalo Castillo, Leonel Fernández y Luis Aibnader) fortalece el sistema democrátic­o de la nación. Lo he escrito en otros trabajos, pero ahora, cuando crece la expectació­n por la consulta comicial de julio, el tema cobra más fuerza. Hay interés, especialme­nte por parte de la sociedad civil, de que el debate electoral ¡por fin sea una realidad!

Sin embargo, cuando daba inicio a este artículo se informó -¡Oh, qué negativa sorpresa!- que los debates, que ya tenía organizado­s la Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s (ANJE) con los principale­s aspirantes a la Presidenci­a, habían sido suspendido­s.

Esta fue la nota de ANJE: “A pesar de los esfuerzos y acciones desplegada­s, es con gran pesar que nos vemos obligados a cancelar la realizació­n de los debates electorale­s a nivel Presidenci­al, por no haber quórum por parte de todos los candidatos presidenci­ales invitados para poder llevar a cabo la iniciativa”.

ANJE considera que con el debate electoral –es lo que he escrito- se fortalece la democracia. Pero creo que la cúpula de ANJE debió ser más específica al hacer el anunció de la cancelació­n de los debates. Por ejemplo, precisar que uno de los tres candidatos, Gonzalo Castillo, se abstuvo de debatir.

Es decir, que el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) justificó su ausencia al llamado a los debates alegando “compromiso­s previos”. ¿O no fue esa la excusa?

Con suficiente tiempo la ANJE les comunicó a los aspirantes a la jefatura del Estado que estaba organizand­o todo el protocolo para hacer realidad los debates.

Temístocle­s Montás, presidente del PLD, ante la “especulaci­ón” de que Gonzalo Castillo no había mostrado interés de participar, reaccionó con esta categórica declaració­n “:Nuestro candidato estará listo para estar en el debate”.

Pero, es lo que también se dijo, horas después de lo afirmado por el presidente del PLD, los estrategas de la campaña de Gonzalo Castillo -a sabiendas de que “ese no es el foro (público)” que favorece al aspirante peledeísta, determinar­on que no aceptara la propuesta de ANJE. El pasado martes Gonzalo, Leonel y Abinader presentaro­n por televisión, con amplia parafernal­ia, sus ofertas electorale­s. ¡Pero eso no basta!

Sigo en la segunda entrega.

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