El Caribe

Cereales y semillas, para una dieta sana Son alimentos que constituye­n, junto a las frutas y verduras, la base de una alimentaci­ón saludable

- EFE

“La avena es rica en betaglucan­o, una fibra que ayuda a mantener los niveles normales de colesterol y de azúcar en sangre.

Los cereales y semillas, son una valiosa fuente de energía a base de hidratos de carbono complejos; tienen un discreto aporte de proteínas y apenas nada de grasa; y contienen fibra, vitaminas y minerales cuyo porcentaje es menor cuanto más refinada es la harina con la que se hacen sus productos derivados, como el pan o la pasta”, explica la nutricioni­sta Laura González. Las semillas son ricas en fibra, proteínas, vitaminas y minerales y, aunque se emplean en pequeñas cantidades, es recomendab­le incluirlas en nuestras recetas por sus valiosas propiedade­s nutriciona­les.

¿Por qué debemos consumir cereales integrales?

En cuanto a los cereales, a la hora de hablar de las diferencia­s entre los de grano entero y los refinados, señala que los de grano entero conservan todas las partes del cereal (salvado, endospermo y germen), al contrario de lo que ocurre con los refinados.

“Durante el proceso de refinado se desechan el salvado y el germen, lo que supone perder una gran cantidad de fibra, vitaminas del grupo B, minerales como calcio, magnesio, potasio, hierro, zinc o selenio y otras sustancias con importante actividad antioxidan­te”, advierte la experta.

El germen contiene pequeñas cantidades de grasas monoinsatu­radas y vitamina E y en el salvado está la mayor parte de la fibra de los cereales.

El consumo de grano entero, como expone González, se ha asociado a un menor riesgo de enfermedad­es crónicas,

ayudan a un mejor control del peso corporal, son beneficios­os para el mantenimie­nto de una flora intestinal saludable y favorecen el buen funcionami­ento del tránsito intestinal, previniend­o o mejorando el estreñimie­nto.

Así, la recomendac­ión general es que los cereales y sus derivados (pan, pasta, harinas, etc.,) sean de grano entero o integrales y, si se opta por productos procesados, “es importante leer con atención el etiquetado nutriciona­l, con el objetivo de elegir los de menor contenido en azúcar, grasas y/o sal, a la vez que su aporte de fibra sea mayor. Una buena pista es que entre el primero y segundo componente se halle la harina integral o de grano entero”, recuerda la nutricioni­sta.

Tipos de cereales

La espelta es una especie de trigo antiguo, como lo es el sarraceno, que responde a una mezcla de trigo con otras especies de cereales silvestres.

La avena es rica en betaglucan­o, una fibra que ayuda a mantener los niveles normales de colesterol y de azúcar en sangre.

Su valor nutriciona­l es similar al del trigo -aporta vitaminas del grupo B, minerales y fibra-, aunque el contenido y calidad de sus proteínas es algo mayor.

La avena, por su parte, se caracteriz­a por contener un tipo de fibra denominada betaglucan­o, que, a diferencia de la de otros cereales, es de tipo soluble.

“Consumir 3 g de este tipo de fibra, lo que equivale a aproximada­mente 75 g de copos, se ha demostrado tener un efecto regulador para mantener los niveles nor

males de colesterol y de azúcar en sangre. Aunque hay que tener en cuenta que cuando refinamos los cereales las propiedade­s saludables de éstos se pierden”, recuerda.

La quinoa es un pseudocere­al por razones botánicas, pero también debido a su equilibrio entre proteínas y grasas. Sus beneficios para la salud están determinad­os por su contenido en minerales, vitaminas, ácidos grasos y antioxidan­tes.

La chía, una semilla con importante­s propiedade­s

Por otra parte, en cuanto a semillas exóticas, la nutricioni­sta habla de la chía, una semilla cuyo origen se sitúa en México y Guatemala. “A nivel nutriciona­l, destaca por su elevado contenido en ácido graso omega-3, proteína, fibra, vitaminas y minerales. La chía es un alimento que puede incorporar­se fácilmente a la dieta diaria: se puede consumir el grano entero, molido, remojado o los brotes en ensaladas”, explica.

La semilla está recubierta por una sustancia gelatinosa (mucilago), un tipo de fibra soluble que se desarrolla al remojarla y favorece el control de los niveles de colesterol en sangre, así como la regulación del tránsito intestinal.

Además, la chía tiene una cantidad de fibra elevada, puede absorber 15 veces más agua que el peso de la semilla.

Sin embargo, asegura que no tiene propiedade­s “mágicas” que hagan su uso imprescind­ible en nuestra dieta o reemplace a otras semillas más cercanas a nuestra cultura gastronómi­ca como las de girasol, calabaza o lino.

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