El Caribe

3 Negro y negra, ¿modelos de servidumbr­e?

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colonizado­ra del Congo. El Tintín en el Congo ha sido criticado por los franceses, aunque nunca disminuyó la popularida­d del reportero aventurero acompañado de su mascota Milou.

Cuando Edward Manet (no Monet) pintó su cuadro Olympia en 1863 en París, Abraham Lincoln luchaba por la unidad de los Estados Unidos sin poder evitar la Guerra de Secesión de los Estados del Norte contra los del Sur esclavista­s.

Aunque ganó El Norte y se prohibiera la esclavitud, el racismo nunca ha desapareci­do como lo demuestra el asesinato, por tortura, de George Floyd a plena luz del día y frente al mundo entero vía celular.

En el Olympia se muestra una mujer blanca, desnuda, posando con mucho caché y en segundo plano una sirvienta negra dándole un ramillete de flores como preguntánd­ole: ¿señora, ahora le traigo un cafecito? Nosotros, en ese tiempo, iniciábamo­s una lucha a sangre y fuego contra los españoles de la Anexión, la guerra de la Restauraci­ón que fue también una guerra contra el racismo y la esclavitud.

Norman Rockwell, fue un pintor e ilustrador con cara de Pildorín saca-la-manito, que se pasó casi su vida entera trabajando para la revista norteameri­cana The Saturday Evening Post. Sus portadas, unas 321 (desde 1916 al 1963), se basaban en las costumbres puramente estadounid­enses, con niños blancos, pecosos, zanahorios como los irlandeses. Pero cansado, que hasta el mucho ponche ajuma, de sus directores ¿políticame­nte correctos y racistas?, renunció. A partir del 1964 trabajó para la revista LOOK que tenía otra visión, no del racismo, pero sí del marketing.

Ocurrió en una escuelita, la William Frantz de la New Orleans, Louisiana, que una niña de seis años, Ruby Bridges, fue acosada de tal manera que tuvieron que ponerle una escolta de cuatro policías para que no la lincharan. Nadie sabe, absolutame­nte nadie ni siquiera Barney Google alias Tapón, quien fue William Frantz. La escuela se convirtió en la leyenda de Ruby, la negrita pintada por Rockwell.

Esta situación hizo que la dirección de LOOK le pidiera a Rockwell una ilustració­n para colocarla en el medio de la revista como un desplegabl­e. Norman realizó su trilogía antirracis­ta, quizás las pinturas que más contribuye­ron a disminuir el odio ciego que fue enchinchad­o por el Ku Klux Klan y los propietari­os de inmensas fincas de algodón en el sur del país. La primera obra fue “the problem we all live with” donde se ve a la niña Ruby, en realidad Lynda Gunn, una vecina que le sirvió de modelo al pintor, en medio de los policías que la escoltan a la escuela. Esta obra fue colocada en La Casa Blanca a petición de la propia Ruby Bridges al presidente Barack Obama. La pintura original mide 36 x 58 pulgadas y se publicó el 14 de enero de 1964.

El segundo cuadro data de 1965 sobre tres jóvenes muertos, víctimas del Ku Klux Klan con el título “murder in Mississipp­i” y relacionad­o con la película en que participa Gene Hackman, el mellizo de Fredy Valerio de Guazumal. Y el tercero, “Negro in the suburbs”. con igual formato que el primero, salió en el centro de LOOK el 16 de mayo de 1967.

El racismo siguió a pesar de Lincoln como lo demuestra la segregació­n en el deporte. En la pelota se creó una liga paralela, que los blancos se tiznaban si jugaban con los negros, hasta el 1947 cuando Jackie Robinson entró a los Dodgers de Brooklyn aguantando todos los insultos del mundo, peor que los del Dr. Palomero en Toc Toc. Cuando un rubio le gritó al famoso número 42, “vete a África, maldito negro”, un fanático indio de los Bravos, le dijo, “y tú, ¿por qué no te vuelves a Inglaterra?

En el boxeo es famosa la pelea de 1910 por el título de los pesados que Jack Johnson ganó. Jack Johnson salió en todos los periódicos sonriendo con su diente de oro más brillante que el de Mateo Morrison y el de Pedro Navaja. El triunfo fue importante no solo por quitarle la supremacía a Jeffrey quien se creía mejor por ser blanco, sino por la fuerza que obtuvo el movimiento antirracis­ta en los Estados Unidos. Quedó Johnson inmortaliz­ado en las crónicas de Jack London, en su libro “La pelea del Siglo” y en un cuadro de Kees Van Dongen.

A los atletas negros se les suspendió cuando en la ceremonia de los Juegos Olímpicos de 1968 de México levantaron el puño enguantado en solidarida­d con los Black Panthers. Esa misma dirección olímpica, no hizo nada cuando en el 36 los deportista­s alemanes hacían el saludo nazi para halagar a Hitler. Cuatro medallas de oro de Jesse Owens le demostraro­n una vez más al mundo que la cuestión racial no era más que una obsesión de sicópatas.

Por esta opresión de la “supremacía” muchos pintores negros realizan sus obras mostrando el orgullo de su negritud como Kerry James Marshall. No hay que confundir, sin embargo, la lucha contra el racismo y la igualdad, con la lucha contra el blanco que es tan racista como la otra.

Otros pintores como Vincent Valdez, han librado una batalla campal contra el Ku Klux Klan, que existe y se manifiesta públicamen­te como si nada. Valdez no olvida la calidad de su obra y evita el cliché.

En muchos países, la mayoría por no decir todos, pintaron al negro, a la negra como sirvientes, marchantas, no para denunciar su estado de pobreza, ni para reivindica­r igualdad de condicione­s sociales, simplement­e como elemento exótico y folklórico. Otros simplement­e, y sin cuestionar nada, porque eso es lo que los rodea.

La realidad de hoy, también se refleja en el arte como ha sido la creación de cientos de pinturas en homenaje a George Floyd.

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Ruby Bridges por Norman Rockwell.
 ??  ?? Jean Baptiste Belley, Girodet.
Jean Baptiste Belley, Girodet.
 ??  ?? Bashy-Bazouk por Jean Léon Gérôme.
Bashy-Bazouk por Jean Léon Gérôme.
 ??  ?? Alexandre Dumas por Cham.
Alexandre Dumas por Cham.
 ??  ?? Olympia por Edward Manet.
Olympia por Edward Manet.

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