El Caribe

La oratoria y nuestros candidatos presidenci­ales

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

Los que tenemos algunos años, independie­ntemente de nuestras simpatías políticas, nos deleitábam­os escuchando los discursos de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, cada uno con sus caracterís­ticas. Ellos eran los únicos protagonis­tas del espectácul­o, no se requerían artistas que les ayudaran como contrapart­e, ni luces, ni recursos por montón: el público iba de manera voluntaria a aplaudir a sus héroes.

Mis allegados saben que desde joven me apasiona la oratoria, un género literario que más o menos aprendí del padre Ramón Dubert, un sacerdote jesuita cuyas prédicas llegaban al corazón de la feligresía. Me encanta estar frente a un micrófono, tratando de cautivar al auditorio. Por ello converso con frecuencia sobre la oratoria de nuestros candidatos presidenci­ales en la actual campaña electoral.

La finalidad de la oratoria es convencer por medio de la elocuencia, que es la capacidad de persuadir. En el campo de la política, cada uno tiene su estilo de captar seguidores: ¿cual es que funciona en la actualidad? No cabe dudas de que los tiempos han cambiado en casi todas las actividade­s y gustos der ser humano y la oratoria no escapa a ello.

Hasta hace algunos años, impresiona­ban mucho los oradores barrocos, de ideas rebuscadas, de metáforas indescifra­bles, emuladores de Cicerón, que citaban de memoria páginas completas de libros clá

Partiendo de lo expresado: ¿cuál es nuestro candidato presidenci­al que tiene un discurso más acorde con el siglo XXI, en especial con el sentir de las nuevas generacion­es? Reconocien­do las virtudes de los 3 principale­s, me inclino por Gonzalo Castillo”.

sicos que el pueblo escuchaba y aunque los aplaudía no los entendía. Por igual, eran normales los discursos largos, de horas interminab­les, repletos de datos, marcadamen­te ideológico­s, abrazando izquierdas o derechas, solidarizá­ndose con el Norte o el Sur.

Ahora la oratoria efectiva es la que le llega a la gente de inmediato, sin complicaci­ones, siempre de forma clara y sencilla, la de lenguaje llano y coloquial, con una duración razonable, donde se diga todo lo necesario en el menor tiempo posible. Y a esto se agrega que el orador, para ser creíble, su trayectori­a debe ser ejemplo de lo que afirma y ofrece. En ese sentido, una vez leí que no hay nada más espantoso que la elocuencia de una persona que no habla la verdad.

En un mundo donde la tecnología y la rapidez van de la mano, donde todo se transforma en un santiamén, el político que por medio de la palabra aspira a convencer y a tener éxito debe adaptarse a esta realidad, en lo cual me incluyo, también en mi condición de abogado y ente social.

Entonces, partiendo de lo expresado: ¿cuál es nuestro candidato presidenci­al que tiene un discurso más acorde con el siglo XXI, en especial con el sentir de las nuevas generacion­es? Reconocien­do las virtudes de los 3 principale­s, me inclino por Gonzalo Castillo.

El autor es abogado.

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