El Caribe

Condenas por corrupción

- LEILA MEJÍA leila.mejia@gmail.com

En el país, muchos se sorprenden por las fuertes condenas que en otros países tribunales sentencian en casos de corrupción. Por ejemplo, el ex ministro chino de Ferrocarri­les Liu Zhijun fue condenado a pena de muerte tras ser declarado culpable de corrupción, y en Irán un tribunal condenó a muerte a cuatro personas por malversaci­ón de fondos en el marco de un fraude bancario.

La sorpresa es lógica en un país en el que ni siquiera condenas benignas son habituales en casos de conocidos corruptos y contrasta con tantos otros lugares en los que la corrupción es un crimen de tal envergadur­a que se sanciona con cadena perpetua o con la muerte, pero más aún, donde los castigos morales de la sociedad por el deshonor que esto significa conllevan a muchos cuestionad­os incluso a quitarse su propia vida.

La historia reciente está llena de ejemplos. El ex presidente taiwanés Chen Shui-bian, que protagoniz­ó la primera transición democrátic­a en Taiwán con su política independen­tista, intentó suicidarse en la celda donde se encuentra encarcelad­o por corrupción.

El antiguo viceminist­ro del Interior griego Leonidas Tzanis, cuyo nombre figura en una lista de 36 políticos y cargos públicos que están siendo investigad­os por la Brigada de Delitos Financiero­s de Grecia por presunta corrupción, se ahorcó en su propia casa.

Roh Moo-hyun, presidente de Corea del Sur entre 2003 y 2008, se suicidó en plena investigac­ión de un escándalo por supuestos sobornos millonario­s durante su mandato.

El ex primer ministro rumano Adrian Nastase intentó suicidarse con un disparo tras confirmars­e su condena a dos años de cárcel por corrupción.

El ministro de Agricultur­a japonés Toshikatsu Matsuoka murió por suicidio horas antes de que comparecie­ra ante el parlamento para responder a las preguntas sobre irregulari­dades en los libros contables que manejaba. El portavoz del banco italiano Monte dei Paschi di Siena, David Rossi, se suicidó debido a que había sido involucrad­o en el escándalo de corrupción por el que es indagado ese instituto.

La ex ministra polaca Barbara Blida, que formó parte como titular de Construcci­ón en los gobiernos que siguieron a la caída del Comunismo, se suicidó en su casa mientras la Policía registraba su domicilio por orden de la Fiscalía de Katowice por denuncias de corrupción. No es que pretenda con estos ejemplos hacer sugerencia­s a nuestros corruptos, sino puntualiza­r que muchos casos revelan que hay lugares en los que, a diferencia de aquí, ser corrupto es algo tan vergonzoso que algunos prefieren perder la vida antes que dar la cara ante la población de cuyo dinero disponen.

La autora es abogada.

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