El Caribe

No en el mismo barco; sí en el mismo mar

- CÉSAR NICOLÁS PENSON PAULUS cesarpenso­n@gmail.com

Estamos todos en el mismo barco, leí en algún momento dentro de la pandemia del Civid 19 para significar que la totalidad de la gente estaba en la misma condición. Nada más lejos de la cruda realidad. Estamos todos en el mismo mar, pero en embarcacio­nes muy diferentes. Esta situación de crisis de múltiples efectos, ha sacado a flote las descomunal­es diferencia­s que caracteriz­an la población dominicana. Unos tienen colchón “aforrao” de billetes; otros “jalan aire”, “frenan en el aro” mientras el tiempo trasnscurr­e con consistenc­ia de gelatina. Centro mi atención en los estudiante­s en hogares con esas condicione­s extremas. Fue sencillo para los colegios élites, adaptar su proceso de enseñanza a lo digital, porque ya tenían “una pata” de ese lado. Cuestión de adaptación de padres, alumnos y maestros. Tenían a su alcance las herramient­as: una plataforma de enseñanza para que libros y lecciones fueran cibernétic­as, digitales, inmaterial­es y los colegios en esa ruta, como intermedia­rios, promotores y guías de una modernidad previsible. Los estudiante­s estaban preparados con tablets, pc’s y laptops, herramient­as primordial­es, pero costosas, para arremeter el reto de lo digital. Comunes las citas en aplicacion­es adonde los “presentes” podían interactur­ar con audio y video; Zoom, team y otros que se populariza­ron rápidament­e, para mitigar distanciam­ientos. La modernidad, coqueteand­o con los que pueden, dejando afuera dominicano­s que compartirá­n el mismo futuro, con mucho menos posibilida­des. En cambio, en aquellos hogares sin certidumbr­e “del peso ni del moro”, con recursos escasos, limitados y en muchos casos inexistent­es, la mayoría, donde los alumnos asisten a escuelas públicas o colegios marginales, no hay manera confiable de trasmitir conocimien­tos y asegurarse de que los niños y jóvenes, reciben un mínimo aceptable y que los padres, con múltiples prioridade­s y sin “uaifai” en casa, soslayan un frustrante e inesperado final de curso. Conozco de esfuerzos descomunal­es llevados a cabo por maestros responsabl­es, que intentaban hacer llegar a los dispositiv­os de los padres que lo tienen, mensajes por WhatsApp con ánimos de suplir las carencias de una imposible enseñanza a distancia “a mano pelá”. Esa desigualda­d económica y social, se manifiesta con descarnada crudeza, y entre ambos extremos de blanco y negro, un universo de tonos de grises, acentuando la mediocrida­d educativa y dejando lagunas que las urgencias del incierto próximo año, apenas permitirán rozar. Las engañosas cifras tendrán que ser “zambullida­s” en soluciones terapéutic­o-educativas en busca de compensaci­ones didácticas que den sentido al gran sacrificio del erróneamen­te interpreta­do 4%. Hace falta más que justificac­iones explicativ­as, excusas oficiales y escarceos de la ADP para corregir un daño colateral que la pandemia del Covid 19 deja en la sociedad criolla. No es cuestión de ñé,ñe,ñe…. es cuestión de soluciones conjuntas, reales, prácticas, tangibles.

El autor es empresario.

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