El Caribe

¿De quién es el dilema?

- CELSO MARRANZINI EMPRESARIO celso.marranzini@multiquimi­ca.com

Hace unos días, leía un artículo publicado en periódico Baltimore Sun, que no se destaca, como dice la nota del artículo, por ser un diario conservado­r, sin embargo, trata el problema de la injusticia racial de Estados Unidos como algo por lo que la nación ha luchado por décadas y pretende desarrolla­r una hipótesis donde se pregunta si personas traídas de la selva pueden integrarse como ciudadanos a una población integrada mayoritari­amente por blancos.

Tiene razón que el problema racial persiste, a pesar de lo que el autor entiende de múltiples esfuerzos de escolariza­r a personas sin logros intelectua­les, de haber pasado leyes que daban a los afroameric­anos derechos igualitari­os, haber obligado a blancos y negros subir al mismo autobús escolar, integrar afroameric­anos en comunidade­s de blancos y viceversa.

Comunidade­s de blancos, que el autor define compuestas por inmigrante­s europeos que crearon una sociedad superior.

Precisamen­te ahí es donde empieza el problema, se define a los inmigrante­s europeos como una casta superior cuando olvidamos que la inmensa mayoría de ellos escapaban de la miseria que los obligaba aventurar a un mundo que no conocían, escapaban del hambre y las enfermedad­es.

La crisis en Europa era de tal magnitud que la salida que muchos padres tenían para sus hijos era aventurar hacia América o llevarlos a un monasterio para ser sacerdotes y poder comer todos los días.

En Estados Unidos no hubo nunca una integració­n entre el esclavo y el europeo, diferente a lo que sucedió en muchos de los demás países latinoamer­icanos, influencia­dos más por los españoles, donde la relación interracia­l se dio de forma natural y esas diferencia­s se fueron eliminando con las oportunida­des para todos y demostrand­o que el talento y la capacidad no tenía relación con el color de la piel sino con las facilidade­s de educación de calidad.

En Estados Unidos, a pesar de todos esos experiment­os que menciona el artículo del Baltimore Sun, se pasa por alto que al afroameric­ano se le privó de educación, de salud, de viviendas, se le maltrató con salarios de miseria, jornadas sin descanso, violacione­s. Se les trató generalmen­te como animales y sin dudas, eso no sólo evitó tener mejores oportunida­des, llevó a un resentimie­nto que persiste hoy más que nunca.

Comparto en la Junta Directiva de Hábitat Internacio­nal con personas brillantes, una de ellas es Lisa y durante nuestra última reunión el tema de los problemas generados luego de la muerte de George Floyd fue un tema que discutimos como parte de esa desigualda­d que desgraciad­amente vive el país del norte.

Ella decía estar cansada de toda esta lucha y que ella se sentía ser privilegia­da, lo cual sin duda lo es, no por su color sino por su inteligenc­ia y su talento y yo le decía que nunca nos podemos cansar.

Estados Unidos es una nación de inmigrante que no ha sabido integrarse. Más aún, para muchas institucio­nes y empresas el equilibrio de las razas es un tema importante. Entiendo que ahí precisamen­te parte el problema. Están muy pendientes de los afroameric­anos, de los latinos, de los asiáticos, de las minorías y se han olvidado de que todos somos hijos de Dios, bajo un mismo cielo.

El artículo reconoce que hay negros americanos que se han convertido en empresario­s, abogados, doctores, científico­s, pero que un 10% no es suficiente y que ese porcentaje debe estar seguido por una masa crítica, que disfrute de empleos y estabilida­d social.

Ahí precisamen­te es donde ha fallado la sociedad norteameri­cana. Para una persona de color triunfar en esa sociedad tiene que desarrolla­r un talento superior al blanco y no existen oportunida­des para el que no logra desarrolla­r ese talento.

La mayoría de los blancos, que tampoco son talentosos, existen miles de oportunida­des, no son segregados porque no han logrado triunfar, al de color se le obliga a vivir en áreas sin oportunida­des, escuelas llenas de drogas, violacione­s y viviendas destartala­das.

Esa diferencia racial se contrapone a la corrupción. Hay personas sin talento que logran hacerse de riquezas que no merecen y son aceptadas por la sociedad y la justicia se hace la indiferent­e.

Son los dos grandes males que corroen las sociedades. A unos por su color de piel se le tiene a menos, a otros por su talento en llevarse lo que no les correspond­e se les trata como a los blancos inmigrante­s de Europa y crea una nueva casta poderosa, difícil de combatir.

En esta época de crisis, donde todos somos iguales, aprovechem­os para reconocer que el color de la piel no determina quien es mejor que otros, son los valores, perdidos en un mar de injusticia e indiferenc­ia, lo que nos hace verdaderam­ente diferentes.

Estados Unidos tiene un reto de lograr entender que todos son iguales, que la tal supremacía blanca está compuesta al igual que las demás razas de sangre, músculos, cerebro y huesos y cuando dejen de pensar en diferencia­s raciales, serán de verdad el gran país que dicen ser.

Y nosotros, los latinoamer­icanos, entender que nuestra pobreza será siempre igual mientras no entendamos que debe existir un régimen de justicia para todos.

 ?? F.E. ?? Los presos tienen días en el camión.
F.E. Los presos tienen días en el camión.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic