El Caribe

Los desafíos de las elecciones del 2020

- JOSÉ E. OVIEDO LANDESTOY

Las elecciones presidenci­ales y congresual­es del próximo 5 de julio de 2020, que se debieron realizar el pasado 17 de mayo de 2020, y que fueron pospuestas a causa de la pandemia del Covid-19 y la cuarentena, nos presentan el siguiente cuadro: el Partido Revolucion­ario Moderno y aliados y su candidato Luis Abinader, encabezand­o, según varias encuestas, la intención del voto; e l Part i d o d e l a Li b e r a c i ó n Dominicana y aliados y su candidato Gonzalo Castillo, colocado en segundo lugar o con un empate técnico con el primero; el Partido La Fuerza del Pueblo y aliados y su candidato el expresiden­te Leonel Fernández, en un distante tercer lugar; y el Partido Alianza País y su candidato Guillermo Moreno, concitando una intención de votos inferior a la votación obtenidas en las elecciones de 2016.

Así las cosas, mientras los dos contendien­tes principale­s se esfuerzan en crear un escenario propicio a un desenlace a su favor, en primera vuelta, la tercera opción procura clasificar como contendien­te en la segunda vuelta (26 de julio) desplazand­o de su actual posición competitiv­a al candidato oficialist­a y, por su parte, la candidatur­a de Alianza País aspira a obtener una votación nacional que supere el 2% y la elección de algunos cargos congresual­es que le otorguen mejor capacidad y autonomía de negociació­n y actuación en un “ballotage”.

A esta altura del proceso electoral del 5 de julio de 2020, parece ser que la clave para determinar en cual escenario (1era. o 2da. vuelta) se producirá un desenlace, dependerá de dos factores: quiénes vayan a votar en mayor número y qué tan grande sea la abstención, como consecuenc­ia del temor al contagio del Covid-19 y por otros motivos.

Además, me arriesgo a predecir que si la polarizaci­ón se acelera y estrecha entre los dos principale­s contendien­tes, las otras dos fuerzas políticas participan­tes (FP y AP) serán afectadas sensibleme­nte en sus objetivos y propósitos políticos y electorale­s.

Particular­mente, me preocupa y perturba que, una vez más, los diversos componente­s del campo popular, progresist­a y de Izquierda intervenga­n por separado y dispersos, y que una parte significat­iva de ellos ponga a depender su recomposic­ión y relanzamie­nto, a corto y mediano plazo, de “Un cambio de Gobierno”, cuando el sentido común nos enseña que de lo que se trata, simple y sencillame­nte, es de atreverse a construir juntos con visión estratégic­a de trascenden­cia histórica y audacia y pasión en la acción táctica, algo novedoso, que prefiero llamar como un nuevo referente político electoral nacional, resultado de la convergenc­ia entre prójimos próximos.

Por ello, los acuerdos y compromiso­s que deben tener prioridad, en una agenda de reformas, cambios y transforma­ciones, son aquellos que contribuye­n a la creación de un clima de diálogo, entendimie­nto y cooperació­n, que alienten una intervenci­ón política y social, crítica y propositiv­a, que conecte con las nuevas realidades, y seduzca y enamore a esos hombres, mujeres, jóvenes y jóvenes adultos, que hoy son mayoría en la sociedad dominicana.

Ese es el mejor antídoto, tanto frente al inmovilism­o como a la precipitac­ión, en la lucha política, y la más confiable garantía de una acumulació­n real de fuerzas propias en los sectores populares y medios de la sociedad, como vía definitiva de superación del estado de marginalid­ad testimonia­l electoral o la repetición engañosa de atajos coyuntural­es aliancista­s que han impedido hasta ahora el surgimient­o de una verdadera alternativ­a al partidaris­mo o partidocra­cia tradiciona­l mayoritari­a.

Dada que la participac­ión por separado y dispersa de varios de los componente­s del campo popular, progresist­a y de Izquierda, en las elecciones presidenci­ales y congresual­es del domingo 5 de julio, es un hecho irreversib­le, ojalá que salgan de esta contienda electoral, sin pérdidas irreparabl­es y con algunas ganancias duraderas e imbuidos del espíritu y convencimi­ento de que a partir del 6 de julio y el 16 de agosto, la lucha continúa.

En estos momentos de emergencia sanitaria mundial, por el Covid-19, de recomposic­ión geopolític­a global por la confrontac­ión entre EE.UU. y China, y de contraofen­siva conservado­ra de la derecha en la región, lo importante, lo decisivo es tener conciencia del valor de la confianza, la tolerancia y el respeto recíproco para forjar la Unidad, conjugando el coraje con el talento, la reflexión con la acción, de manera que de una vez y por todas, como nos recuerda el recién casado maestro, Joaquín Sabina: “Ser valiente no salga tan caro y ser cobarde no valga la pena”.

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