El Caribe

Ojo con la inversión en Educación

- NELSON ENCARNACIÓ­N nelsonenca­r10@gmail.com

El anuncio formulado el lunes por el presidente Luis Abinader y el ministro de Educación, Roberto Fulcar, acerca de la enorme inversión que se hará para garantizar el desarrollo del año escolar por vía virtual es sin lugar a dudas una noticia impactante.

Lo es en sí misma por el anuncio formal del comienzo de la docencia, paralizada como consecuenc­ia del obligado distanciam­iento físico, lo mismo que han hecho casi todos los países que, atendiendo a las recomendac­iones de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), han decidido recurrir al método virtual.

Es decir, que nosotros estamos en consonanci­a con lo que esta terrible realidad impone al mundo para cuidar la salud de profesores y alumnos.

Pero también impacta por la inversión de 27 mil millones de pesos en la adquisició­n del equipamien­to tecnológic­o para emprender la educación virtual. Esa inversión supone un esfuerzo extraordin­ario para el joven Gobierno, pues estamos consciente­s de las precarieda­des presupuest­arias del país.

Ahora bien, sobre esa ambiciosa inversión en adquisició­n de computador­as, tabletas y otros equipos, debemos advertir a las nuevas autoridade­s que tienen que cuidarse de no caer en las redes de los enclaves que hicieron del Ministerio un botín que beneficiab­a de manera preferente a clanes específico­s de suplidores.

Y lo voy a explicar. Para la gente que se mueve en esos vericuetos de las ventas al Estado sabe que en Educción algunas empresas se las han arreglado para ganar la mayoría de las licitacion­es, procesos de compras menores y comparació­n de precios, mediante maniobras tortuosas.

Estas han consistido en la creación de 15, 20 y hasta 30 compañías que si bien aparecen a nombre de distintas personas, el rastro se les puede seguir a una misma dirección física o se les pueden hacer cruces que van a concluir en una vinculació­n indisolubl­e.

En consecuenc­ia, su modo de operar consiste en lanzar todas esas empresas a competir en un mismo proceso, cuyo resultado es previsible, ya que compiten entre sí, dejando a quienes lo hacen de manera individual con sus posibilida­des reducidas al mínimo.

Pero hay otra vertiente de la cuestión que es igual de grave, pues tienen la habilidad de licitar como grandes suplidores y al mismo tiempo en el porcentaje que se ha establecid­o para las pequeñas y medianas, con lo cual logran acaparar las ventas.

Hago estas disquisici­ones con la esperanza de que esa práctica sea enfrentada por las nuevas autoridade­s educativas, consciente de que esas mañas han echado raíces en muchas institucio­nes del Estado, en primer orden en Educación, dado el volumen de recursos destinados a compras y contrataci­ones que allí se maneja. Tomen nota en Contrataci­ones Públicas.

El autor es periodista.

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