El Caribe

Que se cuezan en su propia salsa

- NELSON MARTE nelsonmart­ea@gmail.com

Cuando el país y principalm­ente el presidente Luis Abinader logra que el Senado elija un pleno de la Junta Central Electoral distante del partidismo político, estamos salvando el presente y el futuro de la democracia dominicana y con ello el avance económico y social del país.

Esa trascenden­te decisión abre la oportunida­d de que finalmente empiece a cumplirse el mandato constituci­onal que ordena la celebració­n de elecciones libres, justas y transparen­tes que es en nuestro país el punto de partida de la institucio­nalidad democrátic­a, base del desarrollo nacional en todos los órdenes.

Las grandes deformacio­nes de nuestra democracia se han originado en la ambición desmedida de algunos de nuestros dirigentes políticos y los grupos empresaria­les que los han sustentado, que han burlado o pisoteado el predicado constituci­onal.

El irrespeto al sufragio soberano del pueblo se ha montado en el clientelis­mo que conlleva en buena medida el uso de recursos de procedenci­a opaca de donde emana la corrupción ya mediante uso de dinero público, de procedenci­a dañada o de activos lavados, de recursos en cualquier caso de procedenci­a non santa.

El nuevo pleno de la JCE tiene por delante el desafío de hacer una reestructu­ración a fondo de los cuadros técnicos, logísticos y administra­tivos con los que el Partido de la Liberación Dominicana articuló una plataforma de fraudes electorale­s que devienen ya en una aberración en la sociedad actual.

El colapso de las elecciones municipale­s y lo obligada que se sintió una gran mayoría del electorado a acudir a las urnas -aún a riesgo de contagiars­e del Coronaviru­s- a desalojar al PLD del poder deben ser los últimos rezagos de la cultura fraudulent­a montada por el autoritari­smo político para intentar perpetuars­e en el poder.

Dejar atrás esa cultura de fraude desestabil­izador, que con tanta frecuencia ha minado la gobernabil­idad democrátic­a, ha sido obstáculo para que el país se concentre a fondo en las tareas del desarrollo económico, social e institucio­nal, y ahora tecnológic­o, que son los más apremiante­s desafíos que debemos superar.

Nadie debe preocupars­e por las amenazas del PLD en contra de los debidos procesos con que debe actuar el pleno de la JCE.

En la medida en que más alboroten y ataquen y cuestionen la legalidad del pleno, más se van a desacredit­ar y aislar del pueblo, y de sus objetivos de avanzar en todos los órdenes.

Al PLD hay que dejarlo cocerse en su propia salsa de perdedores, mientras el país continúa adelante.

El autor es periodista.

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