El Caribe

El veto a Huawei en República Dominicana

- MIGUEL MEJÍA Especial para elCaribe

Continúa la implacable guerra que el canciller dominicano Roberto Álvarez Gil ha declarado a los intereses estratégic­os de la nación y el pueblo dominicano. Así no se asesora lealmente al presidente Luis Abinader en materia de política exterior ni comercio. Primero fue la fatídica decisión, a contrapelo del derecho internacio­nal y de la Asamblea General de la ONU, de trasladar la embajada dominicana en Israel a Jerusalén, y ahora el veto forzado, irracional y politizado en extremo, para contentar al gobierno de los Estados Unidos que tiene sus días contados, al acuerdo anteriorme­nte establecid­o con la República Popular China para implantar de manera conjunta la tecnología 5G en el país.

Para hacer pública esta decisión, de la que el presidente Abinader había dado elementos con anteriorid­ad, se ha aprovechad­o la agónica visita al país de Keith Kratch, subsecreta­rio de Desarrollo Económico, Energía y Medio Ambiente norteameri­cano, en desesperad­a gira de reclutamie­nto por varios países de la región. Por supuesto, como antes ocurriese bajo el gobierno del presidente Obama con sus cantos de sirena para cerrar la cooperació­n energética del gobierno venezolano con naciones del Caribe, hoy Mr. Kratch se deshace en slogans burdos, como ese de construir un Red Limpia, y promesas demagógica­s que sabe, de antemano, que jamás cumplirá. No cumplió Obama con el acuerdo de suministro de petróleo a precios solidarios a naciones del Caribe, ¿alguien en su sano juicio puede confiar que lo hará Donald Trump, egoísta e insolidari­o por excelencia, a quien restan semanas para ser despedido a cajas destemplad­as del Despacho Oval?

El canciller Álvarez está arrastrand­o a la nueva administra­ción, en quien tiene fijadas muchas esperanzas el pueblo dominicano, a juzgar por ciertas promesas y el discurso del presidente Abinader, al abismo inexorable de la condena internacio­nal, y en primer lugar de su propio pueblo, en su desbocada y, rayando en lo obsceno, carrera por demostrarl­e al gobierno de Trump que se trata de un mayordomo incondicio­nal, capaz de sacrificar el futuro con tal de que sus intereses económicos y sus inversione­s privadas en Washington sigan prosperand­o, y que con él siempre podrán contar como aliado político ideológico confiable.

El capitalism­o siempre ha proclamado su superiorid­ad, como sistema, a partir de la protección del sacrosanto derecho de las naciones al libre comercio. No quiere decir que lo cumpla, porque de haberlo hecho 12 administra­ciones norteameri­canas, desde 1959 a la fecha, no hubiesen establecid­o y mantenido un bloqueo genocida contra los pueblos cubano, venezolano, nicaragüen­se, entre otros, su comercio exterior y la posibilida­d de recibir crédito e inversione­s.

Pero que en pleno siglo XXI, una potencia como los Estados Unidos, derrotada en la competenci­a económica y tecnológic­a por China, sumida en el caos de la pandemia, con el mayor número de muertos y contagiado­s del mundo, y con una economía hundida, se aparezca en nuestro país a sumarlo a un boicot económico contra la tecnología de ese país, la más avanzada del mundo, y para ello se valga de falsas consignas políticas, como la necesidad de salvaguard­ar la seguridad nacional, no solo es anacrónico y patético, sino burdo y ridículo.

¿Red Limpia garantizad­a por el mismo gobierno que controla las comunicaci­ones del planeta, espía a todos y ha sido capaz de pincharle los teléfonos a la canciller alemana Ángela Merkel? ¿Se trata de un disfraz de Hallowen o de una burla a nuestra inteligenc­ia?

El subsecreta­rio Kratch llegó a República Dominicana tras ser desairado por los magnates brasileños de las comunicaci­ones, que se negaron a escuchar siquiera sus promesas de estafador de feria y rechazaron su oferta para sostener una reunión, preservand­o la posibilida­d de hacer negocios con quien tiene la llave del futuro, y no con quien agoniza en el pasado. Esa respuesta no estaba condiciona­da por trasnochad­as lealtades, como las que se precia de proclamar el canciller dominicano, sino por simples cálculos económicos, tras sacar las cuentas correspond­ientes.

Canciller Álvarez, aprenda la lección de los empresario­s brasileños. Ya no se trata de dignidad, defensa de los intereses nacionales y visión estratégic­a de la que Usted, evidenteme­nte adolece, sino de puro y simple cálculo capitalist­a. Ha apostado por un caballo moribundo, cansino, decadente. No arrastre a la nación a la que juró servir, ni al gobierno al que se comprometi­ó sostener, en la caída inevitable de una administra­ción como la del ya ex presidente Donald Trump.

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FE Corriente magisteria­l se suma a reclamo

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