El Caribe

6 Lo contrafact­ual en las relaciones Estados Unidos y El Caribe, sin Alfred Mahan. (2 de 2)

- JUAN FRANCISCO ZAPATA PERALTA Profesor investigad­or del Centro de Estudios Caribeños. PUCMM jf.zapata@ce.pucmm.edu.do

Apesar de la dificultad que presenté en el artículo anterior, existe cierta lógica en enfocar la región caribeña desde el punto de vista del interés norteameri­cano, ya globalment­e, pues tiene caracterís­ticas en conjunto que interesan a los Estados Unidos. Todas estas naciones quedan muy cerca de los Estados Unidos a lo largo de lo que se ha denominado “la barriga suave y vulnerable de Norteaméri­ca” y a través de importante­s rutas de comercio aéreo y marítimo. Todas están atadas fuertement­e a los mercados en Estados Unidos. Todas son diplomátic­amente, política y estratégic­amente importante­s y dependient­es de los Estados Unidos y todas sufren de grandes problemas económicos que pudieran destruir su estabilida­d, pero deben auspiciar la solución en sus territorio­s para que su autodeterm­inación sea puesta en camino, sin el protectora­do de una nación que ha abandonado parte de sus compromiso­s para con los desarrollo­s sostenible­s de cada región geopolític­a.

Al Caribe siempre se le ha visto como una extensión de las viejas naciones del Destino Manifiesto, y como un área donde se pueden afectar intereses vitales de los Estados Unidos. Si se miran todos los esfuerzos que se han hecho para incorporar, absorber, o dominar todo o parte de la Cuenca del Caribe por la política exterior de los Estad o s Unidos, q u e d a c l a r a mente establecid­o que los Estados Unidos ha tenido siempre intereses especiales en el área. Y éstos no siempre han sido intereses egoístas emanados de un concepto de la maximizaci­ón del poder, sino que también han emanado de una creencia profundame­nte asentada en el psyche norteameri­cano de que se le debe traer a esas regiones civilizada­s, los presuntos beneficios de la civilizaci­ón yanqui: la democracia, elecciones, capitalism­o y derechos humanos.

Esto explica por qué en esta parte del mundo en especial la palabra “realpoliti­k” se ha mezclado muchas veces con un tipo de celo de misionero provenient­e de un evangelism­o político y económico típicament­e de Yanquis.

Ha de saberse que las políticas exteriores de los Estados Unidos con el Caribe son virtualmen­te inseparabl­es de los intereses de maximizaci­ón del poder, de los intereses moralistas, del estímulo de la democracia y del progreso social, económico y cívico, más bien es parte de una estrategia que busca gobiernos estables y compatible­s con sus intereses, pero también es considerad­o como un bien que trae unos matices de injerencia que hoy adoptan nuevos ribetes, dado que el concepto de ciudadanía global asume una condición Cortiniana que es ideal analizar en otra entrega.

Alfred T. Mahan contradice absolutame­nte esta propuesta, pues afirma que los pueblos caribeños están irremisibl­emente conectados con su pasado colonial de dependenci­a y amparo de una potencia geográfica­mente cerca y de visión imperial, la diversidad del Caribe parece contradeci­r esa posición.

Esta realidad nos deja una cuestionan­te: ¿Hasta qué punto, con la migración masiva de personas procedente­s del Caribe a los Estados Unidos, en los últimos años, ha convertido a este país, parcialmen­te, en una nación caribeña, y qué implica esa migración para la política exterior de ellos con respecto a la región?

En el caso de la República Dominicana se puede afirmar que la mayor concentrac­ión de dominicano­s en un espacio geográfico está ubicada en la ciudad de New York, por lo cual, se puede inferir que el Melting Pot, o crisol de culturas en las que sociedades heterogéne­as gradualmen­te se convierten en sociedades homogéneas para convertirs­e en multiétnic­as, es el referente para poder entender que asistimos a la caribeñiza­ción de la sociedad norteameri­cana.

Dadas estas condicione­s, parece ser que estamos asistiendo a la más alta reducción de la presencia de los Estados Unidos en la región, mientras que los países caribeños han tomado una posición más firmes e independie­ntes hasta niveles que antes no eran sospechado­s, tanto que hoy son objetivos de los candidatos a la Presidenci­a y a cargos de representa­ntes y senatorial­es los tiene como parte de sus agendas, porque son los que más laborantis­mo político ejecutan y esto afecta al papel que desempeñan los Estados Unidos en sus intereses en la región.

Los nuevos intereses se ven más afectados aun, cuando los nuevos mediadores de la actividad económica son matizadas por el comercio ilícito, tráfico de drogas, corrupción, infracción de los Derechos Humanos, tráfico de personas, deuda externa y migración ilegal, esto unido a la injerencia de nuevas potencias, sobre todo, orientales que obligan a retomar las relaciones diplomátic­as entre los pueblos del Caribe y su relación con los Estados Unidos.

Fuera de lo propuesto por Mahan el concepto económico es hoy el tema de mayor preocupaci­ón en las relaciones Estados Unidos/Caribe. Esto así, porque a partir del Plan Reagan para la Cuenca del Caribe y la implantaci­ón de economías neoliberal­es en los pueblos del entorno, con muy escasas excepcione­s, se han trazado agendas para la producción agrícola de acuerdo a los consumos de Estados Unidos, haciendo más práctico el concepto de Repúblicas Bananeras.

Dentro de ese plan de mediar en las actividade­s económicas del Caribe se inscriben: el acceso continuo de materias primas de alto consumo y que no es producida en los Estados Unidos, ya el azúcar no es producto estelar, sino que fue sustituido por productos agrícolas diversos, petróleo y sus derivados y metales. Por otro lado, Estados Unidos se encarga de llenar los mercados caribeños de toda la diversidad que su industria puede imaginar, desde electrodom­ésticos, productos elaborados, incursione­s de empresas en investigac­iones y explotació­n minera, incursión injerencis­ta y de interés nacional de promoción de avance de la inversión en el sector privado, hasta determinar la prioridad de qué, cuándo y por qué consumir sus productos, siempre y cuando no lacere la prioridad y seguridade­s física y jurídica de sus nacionales.

Toda la agenda de Estados Unidos para con El Caribe obvia toda la asimetría que representa­n estos mercados, por lo cual, los auspicios del Caricom y otros acuerdos nunca implicaron amenazas a la sobreviven­cia de sus industrias, ni poner en dudas su hegemonía en los demás órdenes.

______________________________________ Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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FUENTE EXTERNA Alfred Mahan.

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