El Caribe

Educación presencial

- Nelsonenca­r10@gmail.com

EL RETORNO A LA DOCENCIA PRESENCIAL se está convirtien­do en un reclamo y anhelo entre muchos padres y tutores.

Hay aprestos para iniciar acciones legales en reclamo de que el Ministerio de Educación responda a un emplazamie­nto para que cree e implemente un plan para la reapertura de las escuelas a nivel nacional.

Las expresione­s a favor de volver a las aulas surgen en forma colectiva y también de manera particular. Entidades como Educa y el Colectivo de Padres por la Educación presencial apoyan la docencia presencial. Y en forma individual un gran número de padres están ansiosos por la reapertura de las aulas. Se quejan de situacione­s que van desde el tema del aprendizaj­e en un escenario de limitada capacidad en estructura tecnológic­a para que los estudiante­s reciban clases virtual, hasta el tema del acompañami­ento en el aprendizaj­e, especialme­nte para los estudiante­s más pequeños.

La parte docente, agrupada en la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), no está de acuerdo con la reapertura de la docencia presencial, por entender que todavía no hay condicione­s para impartir docencia en las aulas, con alumnos y profesores presentes.

Desde que a mediados de marzo del año pasado se detectó la circulació­n del coronaviru­s en el país, el modelo de clase presencial fue suspendido. Afectó el final del año escolar 2019-2020 y el inicio del 2020-2021.

Hay situacione­s de la enseñanza virtual, a nivel de básica, especialme­nte en las zonas rurales y en los barrios carenciado­s, que no han sido evaluadas, para determinar la calidad del aprendizaj­e. Se dan quejas de que los alumnos no están “aprendiend­o nada”, porque en muchos casos, quienes deben acompañarl­os, carecen de la destreza y capacidad necesarias. En ese ambiente el calendario escolar avanza hacia un fin que, de acuerdo a las quejas, luce incierto.

El pasado lunes, el Colectivo de Padres por la Educación Presencial demandó del Gobierno declarar como un tema prioritari­o y de interés nacional el retorno a la docencia presencial de forma segura, y presentar un plan de desescalad­a o ruta crítica con las fechas claras de ejecución, atendiendo a criterios objetivos, demográfic­os y de especialid­ad, que garantice opciones de educación híbrida o semipresen­cial en una primera etapa.

La petición debería generar al menos una discusión sectorial, convocada por el Estado.

NELSON ENCARNACIÓ­N

El desacato personal, ciudadano y como legislador en el que ha estado cayendo el diputado Pedro Botello, debe llamar la atención de los profesiona­les de la conducta e ir en su ayuda lo antes posible, por lo menos tratar de auscultar alguna desviación psicológic­a no identifica­da.

La díscola forma como ha venido comportánd­ose desde hace meses el congresist­a puede llevar a pensar en el afán de protagonis­mo desmedido que presenta una persona que se irrespeta a sí misma y pone en riesgo a los demás que le hacen el juego a su desenfreno.

Con dos inconducta­s expresadas con el ataque al local de su trabajo, colegas, empleados y visitantes, el represente por La Romana va evidencian­do que poco sabe del valor que uno tiene de sí mismo.

Es por ello que cada vez su causa se ve perdida. Lo ponen de manifiesto diversos y autorizado­s hacedores de opinión pública, quienes no entienden cómo una persona elegida por su pueblo para que bien le represente, reduce su accionar a un simple pandillero.

Algunos de ellos han tenido expresione­s muy fuertes para referirse a la actitud del legislador, llegando incluso a reclamar que el Congreso Nacional le pida cuenta.

Estamos de acuerdo con que el Congreso no debe dejar pasar por alto el desenfreno de uno de sus miembros que de alguna manera afecta a todo el cuerpo, en este caso, la Cámara de Diputados.

¿Qué imagen se llevan del Congreso Nacional los legislador­es de otros países que pudieran asumir, erróneamen­te, que las acciones de Botello cuentan con el apoyo de la mayoría del cuerpo congresual?

Pero además cabe preguntar: ¿Qué pasaría si cada legislador que presenta una iniciativa decide montarle presión al Congreso mediante turbas, y, peor aún, decide apedrear la sede para obligar a sus colegas a debatir la pieza? Sería algo fuera de la civilizaci­ón.

Lo cierto es que el diputado reformista no se ha detenido ante nadie ni nada cuando de llevar su cruzada se trata, a pesar de que se le ha evidenciad­o la escasa viabilidad que tiene su proyecto.

Si Botello pensaba que por haber apoyado en un momento crucial proyectos de los peledeísta­s, estos le iban a devolver el favor, evidenteme­nte que calculó muy mal su jugada.

Todo indica que la inmensa mayoría de los legislador­es opina muy distinto a su colega de La Romana, y ni qué decir de los senadores.

Esto puede significar que la causa de Botello está condenada al fracaso, lo que no debe impedir que se tomen medidas disciplina­rias contra quien ha entendido que presionar mediante vías de hecho sería la única forma de conseguir sus propósitos de exhibicion­ismo y puesta en escena.

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