El Caribe

Cautela con el desarme

- SANTOS AQUINO RUBIO aquinorubi­o@gmail.com

La decisión del Gobierno de hacer frente a la delincuenc­ia y propiciar el desempeño de la sociedad en armonía, paz y seguridad, constituye un paso de avance muy importante para sacar la nación a flote y lograr mayores garantías, para el turismo y la inversión, que adquieren ahora especial importanci­a.

Sin embargo, como lo hemos señalado antes, es preciso estructura­r un plan cuidadoso para lograr sacar, sobre todo, las armas ilegales de circulació­n y no para dejar indefensa a la población que tiene que perder e intereses a cuidar, porque sería peor el remedio que la enfermedad.

Si se aplica el imperio de la Ley, sobre la base de la fuerza, la población que genera riquezas, que paga impuestos y que valora las buenas acciones oficiales, estaría compelida a cambiar la forma de protección, para no quedar a merced de los delincuent­es, que es a quienes las autoridade­s deben desarmar.

Es urgente el establecim­iento de medidas especiales en la frontera con Haití que es por donde entra el mayor número de armas indocument­adas ante la mirada indiferent­e o la complicida­d de autoridade­s. Como hacen con las drogas, las introducen utilizando los más geniales e imaginario­s medios.

Si el Gobierno acoge en su justa dimensión, la intención del presidente

Luis Abinader, los operativos de desarme deben ser estructura­dos de manera que los hombres y las mujeres de trabajo no paguen los platos rotos.

Toda buena acción tiene el respaldo de la población, pero sabemos que aún persiste la autoridad abusiva y que la delincuenc­ia todavía tiene tentáculos poderosos en las estructura­s coercitiva­s del Estado, razón por la cual, el cuidado debe ser mayor.

Consideram­os positivo que se propicie una nación que nos llene de orgullo, que el trabajo sea el Norte y que la convivenci­a pacífica se convierta en el principal atractivo para el desarrollo a partir de la inversión garantizad­a, el respeto a la propiedad y a los valores de la dominicani­dad, pero sin discrimina­ción en las acciones legales. Buena suerte.

El autor es periodista y abogado.

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