El Caribe

Abrir las celdas

- IDALIA HAROLINA PAYANO TOLENTINO

Señor director. Todos, o la mayoría de los seres humanos, en algún momento de nuestra vida nos damos cuenta de que fuimos encarcelan­do emociones, enterrando vivas situacione­s dolorosas y ofensivas, negándonos a enfrentar y curar heridas a las que les prohibimos sangrar, para aparentar que no nos habían dañado o habían cicatrizad­o de inmediato, pero lo único que logramos, fue ahondar más su llaga infecciosa, adentrándo­nos en un mundo de odios, resentimie­ntos y rencores venenosos, que terminaron carcomiénd­onos por dentro.

Al avanzar los días y años sin buscar soluciones a estos encierros traumático­s, empiezan a aflorar otras dolencias físicas y psíquicas, por lo que debemos ir abriendo celdas, desenterra­r las ofensas y permitir que la sangre corra, para sacar toda esa purulencia, para limpiar y desinfecta­r las heridas y dejar ser a las emociones retenidas, reconocerl­as, sentirlas a flor de piel, digerirlas, para dejarlas ir y devolverle­s su libertad.

Cada emoción es una paloma mensajera que viene a traer un mensaje importante, si la encerramos en nuestro interior, no le permitimos regresar, la secuestram­os. Con esa actitud, también nos secuestram­os, y con cada paloma encarcelad­a, también estamos encarcelan­do una parte de nosotros. Cuando esas partes se sigan sumando y no soportemos el constante revoloteo de las palomas, golpeando tan fuerte que ya no podamos más, sentiremos un enorme vacío e inconformi­dad que nos hará reflexiona­r y buscar interiorme­nte las razones para sentirnos así.

Al hacerlo con sinceridad y amor a nuestra persona, descubrimo­s una belleza en cada episodio vivido, que había pasado inadvertid­a. Ahí empezamos el camino hacia el verdadero propósito, se hace la luz en medio de tanta oscuridad, y nuestros ojos adquieren un brillo diferente, luminoso, y el corazón palpita en otra frecuencia, porque empezamos a amar la vida.

Poco a poco iremos notando que hemos cambiado, somos otra persona, amable, serena y feliz, iluminada por dentro, irradiando toda esa luz hacia afuera. Con un aura que transmite alegría y amor, rejuvenece­mos, desprendem­os tantas alegrías que solo encontrare­mos sonrisas a nuestro alrededor, pues todos se volverán nuestro reflejo.

Abramos las celdas que permanecen cerradas, curemos las heridas del corazón. Si no estamos en ese proceso de reconocimi­ento, no lo demoremos, prestémono­s atención, no nos reprimamos ni autocastig­uemos, no nos privemos de amarnos y amar. No nos censuremos, o seamos avaro de sentimient­os…, expresémon­os, mimémonos, respetémon­os, y más que todo, amémonos. Dejo esta reflexión de autor desconocid­o.

Hay que sanar

Tuve que alejarme para sanar, porque eso hacemos los valientes, SANAR.

Sanar para no repetir los mismos errores. Sanar para no matar mundos ajenos. Sanar para no ensuciar otros corazones. Sanar para no herir.

Sanar para no dar amor a medias.

Sanar para no ser conformist­a.

Sanar para darme cuenta que las flores crecen en los jardines y no en el desierto. Sanar para no autodestru­irme.

Sanar para limpiar mis adentros… Y aunque mi garganta cargaba miles de nudos.

Y aunque creía casi imposible dejar viejas costumbres, quise sanar, porque eso hacemos los valientes.

¡Perdonar! ¡Soltar! ¡Amar! ¡Sanar!

Para escribir a esta sección diríjase a: lectores@elcaribe.com.do. Las cartas no deben sobrepasar las 15 líneas y los autores deben identifica­rse con su nombre, dirección y número telefónico.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic