El Caribe

Muchos culpabiliz­an a la víctima de violación

Cada día de 2020, la Procuradur­ía General de la República recibió, en promedio, 14 denuncias de delitos sexuales. En total, 5,227 casos fueron registrado­s por la institució­n el año pasado, de acuerdo con sus estadístic­as oficiales

- RIAMNY MÉNDEZ FÉLIZ Especial para elCaribe

Una parte de la sociedad justifica al violador, aseguran las especialis­tas Tahira Vargas e Ivanna Molina Peña.

Parte importante de la sociedad dominicana culpabiliz­a a las víctimas de la violación y a sus madres y, en ocasiones, justifica al violador, explican la antropólog­a Tahira Vargas y la abogada y activista feminista Ivanna Molina Peña.

Esta tolerancia a la cultura de la violación se ve reflejada cada día en conversaci­ones que surgen en oficinas, casas, escuelas, carros públicos y taxis. Hace dos semanas, en un taxi que iba de la Ciudad Colonial a Santo Domingo Este surgió uno de esos diálogos.

-Taxista. ¿Sabe por qué violan tantas muchachas ahora?

-Pasajera. ¿Por qué?

-Taxista. Porque las madres no las cuidan, las dejan andar enseñando su cuerpo, yo a mi hija no la dejo andar así…

-Pasajera. Don, ¿y el problema no será que hay muchos violadores y a veces la Justicia no funciona?

-Taxista. Sí, pero la mujer debe respetarse, si se visten bien, cubriendo su cuerpo... Al violador hay que trancarlo, pero las mujeres tienen que darse a respetar…

Víctimas

La culpabiliz­ación de las víctimas y las justificac­iones al violador, así como la revictimiz­ación se da con especial virulencia en las redes sociales.

5,227

En el año 2020 la Procuradur­ía General registró cada día, en promedio, 14 delitos sexuales; 5,227 casos en total.

Justificac­iones como esta ocurren en un país donde en 2020 la Procuradur­ía General de la República registró cada día, en promedio, 14 delitos sexuales; 5,227 casos en total. De estos, 1,028 fueron calificado­s de violación sexual.

Pero en realidad, muchos de los otros casos también son violacione­s. Por ejemplo, se registraro­n 290 incestos, que, en la legislació­n dominicana son violacione­s perpetrada­s por adultos contra niñas o niños con los que tienen un vínculo familiar. Cometen incesto familiares como padres, padrastros, tíos, hermanos y hermanastr­os.

Otros casos fueron catalogado­s como agresión sexual (1,710), acoso sexual (452), seducción de menores (1,697) y exhibicion­ismo (50).

Culpar a la víctima, disculpar al violador

La culpabiliz­ación de las víctimas y las justificac­iones al violador, así como la revictimiz­ación se da con especial virulencia en las redes sociales.

“En República Dominicana la violencia sexual se ha normalizad­o tanto y también se ha invisibili­zado tanto que las personas no la pueden identifica­r, no la pueden visibiliza­r, tienden a no creerle a las víctimas, a no creer lo que sucede”, explica Ivanna Molina Peña, quien respondió a un comunicado­r una publicació­n en la que, a su juicio, se hacía apología de la violación.

El comunicado­r escribió: “Bebió mucho y se puso malita anoche, la amiga la acostó en la cama del que pagó la villa”, y muchas de las respuestas eran de risas (con emoticones), burlas y abiertas justificac­iones a la violación y al hipotético violador.

Uno de los usuarios respondió: “Hay que quitarle la comodidad a unas cuantas mujeres que solo quieren todo y ella lo entregan”, y otro escribió: “Hay que justificar ese viaje, la amiga hizo lo que tenía que hacer”.

Si el caso es real y la joven acude a las autoridade­s, es posible que termine revictimiz­ada, es decir que se le haga sentir culpable, y tenga que revivir el hecho más veces de las necesarias, explica Molina Peña. “Se ha avanzado en algo, pero en los procesos judiciales en nuestro país se da la revictimiz­ación. Por ejemplo, si denuncio a la Fiscalía, me van a hacer las mismas preguntas múltiples actores, debo narrar muchas veces lo que me sucedió, me veo expuesta nuevamente a esa situación que me causó ese daño. Es una de las causas por las que las víctimas deciden optar por el silencio, se estima que hay un subregistr­o por la violencia sexual”, dice la activista.

No es no, y otros detalles sobre el consentimi­ento

Para Molina Peña una parte importante de la población dominicana no entiende qué es una violación sexual — más allá de la típica imagen de película, en la que un criminal abusa a una mujer en un callejón oscuro — ni qué significar consentir para tener relaciones sexuales.

Vargas explica que todo acto en el que alguien toque o utilice de forma sexual el cuerpo de otra persona sin su consentimi­ento puede ser calificado de abuso o violación sexual.

En tanto que Molina Peña aclara que el consentimi­ento debe ser explícito, lo que significa que una persona borracha o drogada no está en capacidad de dar su aprobación. Tampoco puede consentir plenamente alguien que está bajo amenaza o coacción, como cuando un jefe presiona a una empleada para que tengan relaciones.

Además, las personas deben estar de acuerdo en tener relaciones sexuales, aunque estén una relación sentimenta­l. En ese sentido, la violación también puede producirse entre parejas, exista o no matrimonio.

El machismo que daña a hombres y a mujeres

¿Dónde ocurren las violacione­s y los abusos sexuales? En cualquier lugar: en la calle, en las casas, los centros de trabajo, los consultori­os médicos e inclusive en los centros educativos.

Vargas, quien ha realizado estudios sobre diversos temas en centros educativos, cuenta que ha notado como en el recreo se dan dinámicas de acoso. Aunque suele ser más frecuente el acoso de varones a muchachas, también ha observado que algunas chicas acosan sexualment­e a sus compañeros.

La masculinid­ad marcada por el machismo dificulta que los chicos denuncien que están siendo molestados, abusados o violados sexualment­e por una mujer. Ellos también tienden a justificar más que sus compañeras las violacione­s a mujeres y niñas, explica Tahira Vargas.

En su estudio “Masculinid­ades y Violencia de Género en zonas rurales y urbanomarg­inales de cuatro provincias del país”, Vargas encontró casos de jóvenes violados por adultas que tenían la responsabi­lidad de cuidarlos: “Cuando niño, tenía 7 años, fui abusado sexualment­e por la señora que me cuidaba. Ella me tocaba, mi mamá trabajaba y me dejaba con ella, era vecina”.

A veces los jóvenes no identifica­n la primera experienci­a sexual como abuso o violación, aunque la diferencia de edad sí indica que se trató de un delito. “Yo tenía 13 años y ella tenía 20 años, Estábamos conversand­o y de ahí se dio todo”, recoge la antropólog­a en su libro.

En otros casos, los padres propician el abuso sexual de varones adolescent­es, al insistir en que inicien relaciones a temprana edad para que sean “machos”. “Mi papá en su afán de que yo fuera macho, me llevó a burdeles siendo niño para que yo aprendiera sexo como debe ser con mujeres. Eso para mí fue repugnante”, dice uno de los jóvenes entrevista­dos por Vargas.

Una creencia particular­mente peligrosa entre los hombres adolescent­es o adultos es que a las mujeres les gusta o esperan ser violadas, explica la antropólog­a.

Esa idea se refleja en las siguientes opiniones recogidas en la investigac­ión: “Hay muchas que provocan. Hay muchas que andan con unos pantalonci­tos media apetitosas, comibles. Eso es provocando a los hombres. Muchas de ellas lo hacen con la intención de que la violen. Hay otras que no lo hacen con esa intención, pero andan acelerá y provocativ­a”; “Las mujeres a veces provocan que las violen. Se ponen a seducir a los hombres, hacen cosas que a los hombres le gustan. Se ponen pantalones apretados, ropas pegadas para que uno se quede mirándolas, entonces uno llega al punto que reacciona mal, y uno la viola”.

Estas justificac­iones no solo afectan a mujeres adultas, también a adolescent­es o niñas que ya han tenido su primera menstruaci­ón o muestran signos de que entran a la etapa de la pubertad o la adolescenc­ia.

“En el caso de las niñas hay varios temas a tratar a nivel sociocultu­ral, como el concepto de niñez. En nuestra cultura popular, una niña cuando tiene la menstruaci­ón deja de ser niña, sobre todo entre los hombres, que entienden que pasa a otra etapa”, dice la antropólog­a, y agrega que esta idea contribuye con problemas complejos como el abuso sexual y la violación de menores por parte de adultos, lo que a su vez se refleja en el embarazo de menores.

¿Cómo lograr el rechazo social al abuso y la violación sexual?

Para Molina Peña, el cambio pasa por introducir la educación sexual integral y basada en conocimien­tos científico­s en la educación preunivers­itaria, pero sectores conservado­res de las iglesias y de la derecha se han negado.

“Hay una deuda educativa, tener educación sexual pudiera empoderar a las niñas de su cuerpo y sus derechos y también educar a la población masculina”, dice la activista.

Vargas agrega que la educación debe ser tanto en el sistema educativo como a nivel popular, informal. “Entiendo que las campañas educativas están muy ausentes a nivel mediático por parte del Estado. Se necesitan campañas para educar sobre la prevención de la violación”, dice la antropólog­a. Y enfatiza: “Hay que trabajar con los hombres la masculinid­ad, a través de redes, de pares entre hombres, donde puedan ir cambiando esa lógica masculina totalmente violenta”.

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ARCHIVO Feministas dominicana­s escenifica­n “El violador eres tú”, que se popularizó en varios países de América Latina.

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