¡Regalos con moña y sin precio!; una historia para contar
Hay historias que deben SANTIAGO. ser contadas, trasmitidas y divulgadas para que se entienda que se puede, que no importa la condición de vida o las circunstancias, no se debe dejar de soñar y luchar por conquistar sueños.
Esas vivencias pueden animar e inspirar a otros para no poner límites a las aspiraciones de crecer y de avanzar. ¡Regalos con moña y sin precio!, es una de esas historias que recoge doña Milagros de Féliz, en un texto que compartió en la red social Facebook, sobre el encuentro que tuvo con uno de los niños en condición de calle, que fue orientado desde la Fundación Educativa Acción Callejera, entidad a la que dedicó 24 años, Hoy es un hombre formado y al servicio de la sociedad. “Dediqué 24 años a acompañar a la niñez que hace vida en las calles. Miro atrás, y veo una legión de muchachos que hoy son hombres de bien, y otros, son mejores personas”, dijo al expresar su satisfacción.
Factor sorpresa
Doña Milagros cuenta: “Manejando por las calles, me detiene un Amet: ‘Señora, tiene una multa por hablar por teléfono mientras maneja’, apunta el agente. Le digo, yo no venía hablando por celular. Me responde: ‘¿Usted es Milagros de Féliz?’, esto sin ver mis credenciales. Con carácter e incómoda, le pregunto: ¿Cómo sabes mi nombre? ‘Soy el Peje, aquel niño que vivía en las calles y que usted cuidó cuando me hirieron de madrugada’. Me desmonté y con un abrazo mudo, nos dijimos todo...”
Su narración la acompaña con una foto de cuando era solo un niño; “Este es el Peje, un muchacho con corazón de león, alma de acero y padre de dos hijos hermosos”. Con satisfacción recuerda que este personaje, que ya es un hombre de bien, hace unos años era el niño que dormía en galerías de algunas casas del centro de la ciudad de Santiago, habitadas o no, y que fue así como un día el sobrino del dueño de una de esas viviendas lo apuñaló de gravedad.
Se enteraron y lo socorrieron y ella junto a su familia se encargaron de darle seguimiento, hasta que se recuperó y se integró al programa de Acción Callejera. “Él me prometió que cambiaría, luego se fue a Azua, hasta que lo encontré ahora en la calle, pero como un servidor”, dijo emocionada.
Durante ese encuentro le contó que terminó su bachillerato y realizó varios cursos de capacitación en el Infotep, que tiene una familia con dos hijos por los que trabaja, para que nunca tengan la experiencia de vivir en las calles y de ser rechazados.