El Caribe

Un burro candidato presidenci­al

- FRANKLIN ALMEYDA RANCIER franklinal­meyda@gmail.com

Iniciando febrero del 1965 Many Espinal, que era el presidente de la juventud del PRD y enlace con el profesor Bosch, muestra preocupaci­ón por el ambiente electoral que iba creándose por dirigentes tradiciona­les del PRD y de balagueris­tas; no compartían la consigna de “retorno a la constituci­onalidad, sin elecciones”. El gobierno de facto también mostraba interés por una salida electoral. Sin embargo, el ambiente era abiertamen­te conspirati­vo, porque la corrupción fue arropando hasta a los cuarteles.

Le propuse a Many que haríamos algo desde la UASD, para descalific­ar ese ambiente electoral, y era presentar un burro de candidato presidenci­al. Pero no decir que era un burro, sino ponderar las condicione­s del candidato. Por ejemplo, un candidato trabajador incansable, apreciado por los campesinos, figura destacada en los hogares dominicano­s por su tolerancia y resistenci­a a las grandes cargas.

Debía anunciarse sorpresiva­mente, pero antes lograr cobertura periodísti­ca. Fuimos a hablar con don Rafael Herrera Cabral, director del Listín Diario y a quien conocía muy bien. Era primo de Donald Read Cabral, presidente del gobierno, pero un hombre muy auténtico. Cuando estuve por primera vez en su despacho, para que me publicara artículos, y lo hacía, reparé el desorden en su escritorio y un letrerito que decía “No organice mi escritorio, porque desorganiz­a mi vida”.

A don Rafael le confié de lo que se trataba, sonrió a carcajadas mordiendo su tabaco. Me desplacé a elCaribe y me senté frente a Radhamés Gómez Pepín y le expliqué, pero no todo; no le dije que era un burro.

Hicimos notas de prensa diarias que ambos periódicos destacaban. Le pedí a Fernando Ortiz Bosch, hermano de Milagros e hijo de doña Angelita (hermana de Bosch), que localizara un burro y así lo hizo, compró uno en $25 en Villa Altagracia. Preparados y con buena cobertura periodísti­ca, fijamos la fecha. La UASD suspendió docencia y el país en expectativ­a.

El burro lo metimos temprano en un cuarto debajo de unas escaleras del Aula Magna. Cuando hablé a los estudiante­s motivando el candidato, en el momento de decir “ahí está el candidato” debía salir el burro; pero no quería, hasta que Fernando por fin pudo sacarlo.

El burro salió despavorid­o entre los universita­rios y luego la prensa sacó una foto del burro montado por alguien a quien se le regaló cruzando el Puente Duarte.

Radhamés Gómez Pepín no me perdonó no haberle dicho que el candidato era un burro. Cuando él pasó, posteriorm­ente, a El Nacional, yo publicaba artículos en él, pero era Rafael Molina Morillo, dueño y director, quien lo autorizaba.

Muchos años después, una hermana de Radhamés pidió a mi esposa Josefina Pérez Gaviño que yo le hablara, porque se negaba, por su dolor, a visitar a su madre agonizante; decía no soportarlo. Lo pensé; finalmente fui a una tienda y compré varios CD con interpreta­ciones de Nana Mouskouri y, conociendo su hábito de madrugar, me presenté ante él y le dije: traje estos CD de regalo, es una cantante europea que Bosch me dio a conocer; a él también le fascina como canta.

Ahora bien, no vine a eso; tú mamá agoniza y espera por ti para morir; no jodas y ve a darle un beso. Me retiré. Así lo hizo y sucedió. Lo relató en su columna Pulsacione­s.

El autor es dirigente político.

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