El Caribe

La extinción de dominio

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SERÍA UN PASO DE avance contar con una ley de extinción de dominio para incautar bienes provenient­es del narcotráfi­co y del lavado de activos.

El concepto de la ley parece loable para combatir el crimen organizado, pero a pesar de su larga permanenci­a en las cámaras legislativ­as lo recomendab­le es no precipitar su conocimien­to.

La aparente paradoja se justifica en que el proyecto arrastra sus problemas, que radican en la forma como se vaya regular y su ejecución.

Por esa precaución coincidimo­s con lo expresado la semana pasada por el doctor Marino Vinicio –Vincho- Castillo durante su comparecen­cia en la Entrevista Almuerzo de elCaribe y CDN.

Dice el doctor Castillo que mal utilizada vulneraría derechos, y podría usarse como arma de intereses de particular­es, incluso políticos.

Y le añade el jurista las dificultad­es procesales que arrastrarí­a porque no hay garantías a derechos fundamenta­les como la presunción de inocencia, al que se llevan de encuentro al apoderarse del patrimonio.

Precisamen­te, sobre el peligro de que sus objetivos esenciales podrían mal utilizarse o desnatural­izarse, coinciden entendidos en la materia que también advierten, por ejemplo, que para la mayoría de los casos la legislació­n establece que la extinción de dominio se puede dar a nivel administra­tivo, sin intervenci­ón judicial.

Pero también se revierte la carga de la prueba; o sea que le correspond­e al investigad­o demostrar que sus bienes no son producto de un ilícito.

Otro reparo que hacen los conocedore­s de la materia es que, si después de aplicada la medida se demuestra que fue errónea, en la mayoría de las legislacio­nes no existe la obligación de restituir los bienes, sino de indemnizar su valor.

Es que este tipo de legislació­n, sostienen, es un arma muy poderosa que mal aplicada podría ser perfecta para la persecució­n política y fácilmente quebraría a cualquier grupo económico si se ejecutara indiscrimi­nadamente, sin un verdadero fundamento.

En definitiva, hay que ponderar mucho más, con mayor dimensión y visión todo acerca de la extinción de dominio porque, como acertadame­nte refiere el doctor Castillo, sería un lujo disponer de esa ley, pero generaría demasiadas tentacione­s.

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